Capítulo 5: Viva

140 11 1
                                    

Me despertó el olor a café. Poco a poco me fui espabilando y bajé a la cocina. Dougie había preparado café y tostadas.

—Buenos días ¿cómo estás?

—Bien... —le contesté—. Supongo —se quedó mirándome un momento.

—¿Alguna vez te he dicho lo guapa que estas cuando te levantas? Porque estás muy guapa —lo miré con un poco de desprecio—. No me mires así, es verdad —cogí una taza del mueble, me eché un poco de café y me senté en la barra—. ¿Estás enfadada?

—No.

—Entonces ¿por qué estas tan seria?

—Dougie, me acabo de levantar, no voy a estar bailando sevillanas.

—Ya... pero no se... ¿Estás enfadada conmigo?

—Que nooooo, que pesado, que estoy durmiendo todavía.

—¿Seguro?

—Como sigas así, no va a estar tan seguro.

—Es que... —como siguiera, lo iba a mandar a dar un paseíto—, quizás te deba una explicación de lo de la otra noche.

—Dougie, estabas borracho y punto, no tienes que darle más vueltas. Y fin de la conversación.

—No. Recuerdo lo que me dijiste, que te ibas a arrepentir, y yo te dije que no. También me dijiste que te iba a destrozar, y yo volví a negarlo. Pero... —¿no se suponía que no se acordaba?

—Lo hiciste.

—Lo sé.

—Pero no fue tu culpa, estabas borracho, yo debería de haber parado, por lo que...

—Por lo que nada. Era consciente de lo que hacía.

—Doug, no eras consciente de nada, anoche ni siquiera te acordabas.

—Pero tú me lo dijiste, y entonces lo recordé.

—De verdad, déjalo —fui a levantarme del taburete, pero él puso cada uno de sus brazos apoyados en la barra, uno a cada lado de mí.

—No lo voy a dejar —y otra vez tan sumamente cerca—, creo que siento algo por ti...

—Déjame.

—No. Porque sé que crees que tu también sientes algo por mi­— y entonces giré mi cara haciendo que nuestras miradas se mantuvieran. Pude ver como sus ojos se oscurecían cuando los míos se reflejaron en ellos.

—No digas estupideces.

—Sabes que no digo ninguna estupidez. Yo... yo solo quiero asegurarme de si existe algo -Y poco a poco fue acercando sus labios a los míos. Pero giré la cara. Dougie mantuvo su beso sobre mi mejilla. Apoyó su frente contra la mía—. No sé que es lo que te pasa, pero pienso averiguarlo.

—Te repito que no me pasa nada.

—Si no te pasara nada me habrías besado.

—No todas las chicas se mueren por besarte Poynter.

—Pero tú sí.

—No te flipes.

—No me flipo, es la verdad —y nos quedamos en silencio, mirándonos, aguantando las ganas.

—Tengo que irme —y sin media palabra más, se apartó de mí y dejó que me marchara.

Subí a mi cuarto y me tumbé en la cama. Me sentía mal, muy mal. No podía sentir nada por Dougie. Tenía que olvidarme de él. Fuera como fuese tenía que sacarlo de mi cabeza. Vale, él me había dicho que creía sentir algo por mí, pero yo no era su chica. No le llegaba a la suela de los zapatos, y lo más posible era que de un día para otro se olvidara de mí y me dejara, y entonces yo me quedaría hecha pedazos y dudaba que nadie pudiera levantarme.

No tienes que decir nada (McFly)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora