Capítulo 24: La madre del novio.

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Tom me había dejado tomar un descanso. Estaba muerta, demasiados hechizos, nombres y palabras extrañas. Giovanna se había ido con Jessie para la prueba de su vestido, el mío me quedaba perfecto.

Subí a mi habitación en un intento de tumbarme sobre la cama y echarme un rato, pero el pollito más adorable de la casa estaba allí durmiendo.

Me tumbé sobre él y le bajé la cinta del pelo hasta que le tapé los ojos. Le di un beso muy suave.

—Annet...

—Te has confundido.

—Aunque cambies la voz se que eres tú —subió su mano hasta mi cogote, me apartó el pelo y me acarició. Yo me estremecí. Ese sitio lo tenía totalmente prohibido. Cuando alguien acariciaba esa zona de mi cuerpo, podía hacer conmigo lo que quisiera, me encantaba.

—No sigas por ahí —le dije riendo. Se volvió a poner la cinta en el pelo.

—Es que...

—Tienes que pedirme algo —le dije con una sonrisa.

Me quité de encima de él y me senté en la cama. Doug hizo lo mismo y me cogió las manos.

—Es que a ver... mañana vamos a hacer lo nuestro público... y mi... —me acariciaba el dorso de las manos con sus dedos— hermana y mi madre no te conocen... Y me parece feo que el resto del mundo te conozca antes que ellas —yo le sonreí. Pobre, no sabía como pedirme que fuera a cenar esa noche con ellas—. Y bueno, pues... que te parece si quizás... que bueno, que si o quieres no, pero si eso pues...

—Sí.

—¿Qué? —me preguntó sorprendido. Yo reí.

—Que me encantaría conocer a tu hermana y a tu madre esta noche.

—¿De verdad?

—Que sí.

Me dio un abrazo y empezó a llenarme de besos. "Gracias" me repetía una y otra vez.

Yo sabía la forma en la que las quería. Las tenía en un pedestal a las dos. A su hermana por pasar juntos todo lo que pasaron y por según él "ser la mejor hermana del mundo" y a su madre por tener esa fortaleza.

◘◘◘

No me había arreglado mucho, me había puesto unos pantalones vaqueros claros, una camiseta gris de tirantes, y encima llevaba suelta, una camisa con manga al codo y de cuadros en tonos azules. Elegí unas manoletinas negras con el típico lacito.

—Les vas a caer genial, ya verás —Dougie me hablaba, pero iba con la vista puesta en la carretera.

—Y ¿a dónde vamos exactamente? —me echó una mirada rápida—. Quiero decir —sonreí—. Tú no eres de Londres Londres, ¿vamos a tú pueblo?

—¡AAAH! No, mi hermana y mi madre se mudaron hace cosa de un año a un barrio de por aquí, a Nunhead. Es que mi hermana empezó aquí la universidad y mi madre no quiso dejarla sola, en realidad ninguna quería quedarse sola.

—Están muy unidas.

—Si —y me sonrió.

Tampoco es que habláramos mucho durante todo el trayecto. Yo estaba nerviosa, muy muy nerviosa. Iba a conocer a mi suegra ¿vale? Se me pasaban miles de preguntas tontas por la cabeza ¿y si no le gusto, y si no cree que soy suficiente para su hijo, y si soy demasiado pequeña? Ni siquiera le había querido preguntar a Dougie la edad de su hermana... como tuviera mi misma edad...

—Es aquí.

Típico barrio ingles, pensé. No eran las casas modernas del barrio de Tom, eran pequeñas casitas adosadas de ladrillo marrón.

No tienes que decir nada (McFly)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora