Capítulo 12: Quiero ser como tú.

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McFly estaba nervioso. Era extraño ver a los chicos preocupados por un simple concierto, pero es que el estadio de Wembley no era un estadio normal y corriente.

Era el día, la sorpresa para Steph, y ella no tenía la más mínima idea de lo que se le venía encima. En media hora yo me pasaría por su casa para recogerla y "pasar un día de chicas" ese era el plan, pero puede que las cosas se torcieran y acabáramos en un sitio que a ella no se le hubiese pasado por la cabeza.

—¿Entonces la cosa como va? —me preguntó Dougie que estaba apoyado sobre su coche con los brazos cruzados sobre el pecho.

—Tú me dejas tu coche, voy a recoger a Steph, disimulo un rato comiendo con ella y misteriosamente acabamos en Wembley.

—¿Mi coche?

—Sí.

—¿Tiene que ser el mío?

—¿Estás poniendo en duda mi carné de conducir?

—No... Es que... Jooo que Paul es muy chico.

—Dougie, es un coche.

—¿Y si llora?

—Dougie, los coches no lloran.

—Pero este no es un coche cualquiera, es Paul.

—Dougie —dije con voz de desesperación—, sigue siendo un coche por muchos nombres que le pongas.

—Pero...

—Bah, da igual, le pido a Gi el suyo.

No lo escuché, pero Dougie soltó un "TOMA" triunfal a mis espaldas.

Steph se subió en el coche con su natural sonrisa. Apenas tardamos veinte minutos en llegar al centro comercial. Elegimos restaurante y nos sentamos en la mesa. Era un poco temprano por lo que había poca gente y se podía escuchar la televisión perfectamente. Vi como los ojos de mi amiga casi se salen de sus órbitas al escuchar la palabra McFly salir de la boca del presentador del telediario.

—Y pensar que hoy están tan cerca y no puedo ir a verlos...

Steph le había insistido a sus padres muchísimo, les había explicado miles de razones por las que tenía que ir al concierto, pero ellos una y otra vez le habían dicho que no. Un concierto lleno de empujones no era el sitio más adecuado para una persona que acababa de salir de una enfermedad como esa. Pero cuando yo me presenté con los pases VIP sin empujones, pisotones ni nada por el estilo, ninguno se opuso.

—No te me vayas a poner a llorar ¡eh! Si a Dougie lo ves casi todos los días.

—Ya... pero si no es verlos a ellos, es escucharlos.

—Bueno, te prometo que al próximo vamos ¿vale?

—Vale.

Y no hubo media palabra más.

Se acercaban las seis de la tarde y era la hora señalada

—¿Sabes que te digo? —le dije a mi amiga cuando nos estábamos montando en el coche— ¿Te acuerdas de la tienda esa tan grande que descubrimos?

—¿La de las afueras?

—Exacto, me apetece un montón ir.

—Pues no se hable más.

Perfecto. No os imagináis la cara de triunfo que se me dibujó, ahora la cosa era sencilla, solo había que llegar hasta Wembley sin perderse.

—Annet... —después de media hora conduciendo, de los carteles que ponía WEMBLEY y de la cantidad de gente que había, algo le extrañó a mi amiga—. No estoy del todo segura, pero creo que te has confundido.

No tienes que decir nada (McFly)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora