Mis pruebas pasaron en un remolino borroso.
Pensarías que, como eran la parte más importante de mi
educación en St. Vladimir, recordaría todo con detalles perfectos y
cristalinos. Y aún así mis pensamientos anteriores se hicieron
realidad. ¿Cómo podía esto calificar lo que ya había vivido? ¿Cómo
podían estas peleas ridículas compararse a una horda de Strigois
invadiendo nuestra escuela? Donde tenía que hacerle frente a las
abrumadoras posibilidades, sin saber si aquellos a los que amaba
estaban vivos o muertos.
¿Y cómo podía temer a una pelea con uno de los instructores de
la escuela después de haber peleado contra Dimitri? Él había sido
letal como dhampir, pero aún más como Strigoi.
No es que quisiera restar seriedad a las pruebas, eran serias.
Los graduados fallaban todo el tiempo, y me negaba a ser uno
de ellos. Era atacada por todos lados por guardias que habían
defendido Moroi desde antes de que yo naciera. La arena no era
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plana, lo que complicaba todo, la habían llenado con trampas y
obstáculos, vigas y pasadizos que probaban mi balance, incluyendo
un puente que dolorosamente me recordaba la última vez que vi a
Dimitri. Lo había empujado después de clavarle una estaca de plata
en el corazón, una estaca que se había salido mientras él caía al río
que estaba abajo.
El puente de la arena era un poco diferente del de madera
sólida sobre el cual Dimitri y yo habíamos peleado en Siberia. Este
estaba desvencijado, una mala construcción de piso de madera son
sólo pasamanos de cuerda como apoyo. Cada paso hacía que el
puente entero se balanceara y temblara, y hoyos en las tablas me
mostraban donde mis compañeros (desafortunadamente para ellos)
ya habían descubierto puntos débiles en la madera. El examen que
me asignaron en el puente fue probablemente el peor de todos. Mi
meta era alejar a un ‚Moroi‛ de un grupo de ‚Strigois‛ que lo
perseguían. Mi ‚Moroi‛ era Daniel, un nuevo guardián que había
venido con otros a la escuela para reemplazar a los que habían sido
asesinados en el ataque. No lo conocía bien, pero para este ejercicio,
estaba actuando completamente dócil e indefenso, aun un poco
asustado, como cualquier Moroi que yo cuidara se comportaría.
Se resistió un poco a pasar por el puente, y usé mi voz más
calmada y persuasiva para lograr que caminara delante de mí.
Aparentemente, estaban probando las habilidades con las personas
