Y uno de ellos… uno de ellos…
—No —respiré, incluso mientras saltaba hacia uno
de los más cercanos a mí, una mujer. Parecía que había
tres Strigoi alrededor de nosotros.
Eddie estaba en movimiento también, y ambos estábamos
tratando de poner a los Moroi tras nosotros. Ellos no necesitaron
más presión. A la vista de los Strigoi, los Moroi habían comenzado a
retroceder, creando un cierto cuello de botella. Entre los reflejos
instantáneos de Eddie y el pánico de los Moroi, estaba muy segura
de que nadie había notado lo que yo ya había visto.
Dimitri estaba entre ellos.
No, no, no, dije, esta vez para mí misma. Él me había advertido.
Una y otra vez, él había dicho en sus cartas que tan pronto como
estuviera fuera de la seguridad de la guarda, él vendría por mí. Yo
le había creído, y‖ aun‖ así…‖ ver‖ la‖ realidad‖ de‖ eso‖ era‖ una‖ cosa‖
totalmente diferente. Habían sido tres meses, pero en ese instante,
un millón de recuerdos pasaron a través de mi mente con una
nitidez tan clara como el cristal. Mi cautiverio con Dimitri. La forma
Y
188
en que su boca, tan, tan cálida, a pesar de su piel fría, había besado
la mía. La sensación de sus colmillos enterrándose en mi cuello y la
dulce‖dicha‖que‖lo‖seguía…
Él se veía exactamente igual también, con esa palidez blanca de
tiza y los ojos bordeados de rojo que se oponían tanto al suave
cabello castaño largo hasta el mentón, y por otro lado a las hermosas
líneas de su rostro.
Él incluso traía abrigo largo de cuero encima. Tenía que ser uno
nuevo, siendo que su abrigo anterior se había destruido bastante en
nuestra última pelea en el puente. ¿De dónde los obtenía?
—¡Salgan! —grité. Mis palabras eran para los Moroi, incluso
mientras mi estaca se hundía en el corazón de la mujer Strigoi. La
confusión momentánea con todos nosotros en el vestíbulo había
sido perjudicial más para ella que para mí. Obtuve una buena línea
de vista hacia ella, y estaba claro que ella no había esperado que yo
fuera tan veloz. Había matado a muchos Strigoi porque ellos me
habían subestimado.
Eddie no tuvo mi suerte. Tambaleó cuando Victor lo había
empujado al pasar, permitiendo al otro Strigoi, un chico, acercarse al
frente para empujar a Eddie contra la pared. Sin embargo, esa era la
clase de cosas que nosotros enfrentábamos todo el tiempo, y Eddie
respondió maravillosamente. Inmediatamente se recuperó del golpe,
