Capítulo 24

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El hombre sonrió. —Haces sonar eso como algo malo.

Hice una mueca y volví la vista hacia el tecno-bolso

con nuevo agradecimiento. —¿Qué está pasando?

—Soy el mensajero. Sólo hago los mandados para el Sr.

Manssur.

—¿Es esa una bonita manera de decir que espías para él?

¿Descubres los secretos sucios de las personas para que él pueda

usarlo contra la gente y seguir jugando sus juegos? —Abe parecía

saber todo de todo el mundo, en especial política de la realeza. ¿De

qué otra manera podría lograrlo sin tener ojos y oídos en todas

partes? Digamos, ¿en la Corte? Por todo lo que sabía, él tenía mi

habitación cableada con micrófonos.

—Espionaje es una palabra ruda. —Noté que el tipo no lo

negó—. Además, él paga bien. Y es un buen jefe. —Se giró de mí,

trabajo hecho, pero dio una última advertencia—. Como dije, tiene

plazo de vencimiento. Lee la nota tan pronto como puedas.

E

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Tenía casi decidido lanzársela al tipo. Me estaba acostumbrando

a la idea de ser la hija de Abe, pero eso no significaba que quisiera

ser atada a algún loco proyecto suyo.

Un bolso de equipo de computación parecía premonitorio.

Sin embargo, lo acarreé de regreso a mi suite y vacié el

contenido sobre la cama. Había unas cuantas hojas de papel, la de

arriba era una carta de presentación escrita a máquina.

Rose,

Espero que Tad haya sido capaz de hacerte llegar esto de

manera oportuna. Y espero que no hayas sido demasiado mala con

él. Estoy haciendo esto en nombre de alguien que quiere hablar

contigo de un asunto urgente. Sin embargo, es una conversación

que nadie más debe oír. La laptop y modem satelital en este bolso

te permitirán tener una conversación privada, siempre y cuando

estés en un lugar privado. He incluido instrucciones paso-a-paso

sobre cómo configurarla. Tu reunión tendrá lugar a las 7 A.M.

No había nombre en la parte inferior, pero no necesitaba uno.

Dejé la carta y me quedé mirando el revoltijo de cables. Las ‚siete‛

estaban a menos de una hora de tiempo.

—Oh, vamos, anciano —exclamé.

Para crédito de Abe, los documentos de acompañamiento

tenían directivas muy básicas que no necesitaban del conocimiento

de un ingeniero de computación. El único problema era que había

un montón de ellos, detallando dónde iba cada cable, con qué

contraseña acceder, cómo configurar el modem, y así sucesivamente.

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