No tenía un número preciso de cuántos Strigoi estaban
en el grupo de Dimitri. Gran parte de lo que había
visto a través de Lissa estaba difuminado por la
confusión y el terror. Los Guardianes, como lo esperábamos, habían
simplemente hecho su mejor suposición acerca de cuántos enviar.
Hans esperaba que una abrumadora cantidad nos hiciera perder el
elemento sorpresa. Había enviado tantos guardianes como pudo,
razonablemente, sin despejar la Corte. Es cierto que la Corte estaba
protegida por salas, pero aún así no podía dejarse indefensa por
completo.
Contar con los recién graduados ayudaba. La mayoría de ellos
habían sido dejados atrás, lo que nos permitía a los guardianes con
experiencia ir a nuestra partida de caza. Lo que nos dejaba con
cuarenta, o algo así. Eso era tan inusual como un gran grupo de
Strigoi trabajando juntos. Los Guardianes eran normalmente
enviados en parejas, tal vez en grupos de tres, como mucho, a las
familias Moroi. Esta gran fuerza tenía el potencial de crear una
batalla que rivalizaba con el ataque a la Academia.
Sabiendo que escabullirnos a través de la oscuridad no
funcionaría, Hans detuvo nuestra escolta cerca de la bodega en la
que los Strigoi se encontraban. El edificio estaba situado en una vía
N
299
de servicio que cortaba la carretera. Esta era una zona industrial, un
camino apenas desierto en el bosque, pero todas las empresas y
fábricas estaban cerradas a esta hora de la noche. Salí de la
camioneta, dejando que la cálida noche se envolviera a mi
alrededor. Era húmeda, y la humedad en el aire se sentía
especialmente opresiva cuando ya estaba sofocada por el miedo.
De pie a un lado de la carretera, no sentía nauseas. Dimitri no
había informado a los Strigoi por ahora, lo que significaba que
nuestra llegada era aún, algo así como una sorpresa. Hans caminó
hacia mí, y le di la mejor estimación que pude de la situación, en
base a mi limitada información.
—¿Pero puedes encontrar a Vasilisa? —Preguntó él.
Asentí. —Tan pronto como esté en el edificio, el vínculo me
llevará directamente a ella.
Se dio la vuelta, mirando hacia la noche mientras los coches
pasaban veloces junto a la carretera. —Si ellos nos están esperando
fuera, podrán escucharnos y olernos mucho antes de que los
veamos. —Los faros de un coche que pasaba iluminaron su rostro
por un momento, el cual estaba pensativo—. ¿Dices que allí hay tres
capas de Strigoi?
—Por lo que puedo decir. Hay algunos con Lissa y Christian, y