Capítulo 27

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Entrar a la Corte fue una de las experiencias más

surrealistas de mi vida, y no sólo porque yo era la que

estaba siendo acusada aquí. Todo seguía recordándome

el juicio de Victor, y la idea de que yo estaba ahora en su lugar era

casi demasiado extraña para comprenderla.

Entrar a un salón con una tropa de guardianes hace que la gente

se quede mirándote —y, créanme, había mucha gente aquí—, así

que naturalmente no me escondí ni actué avergonzada. Entré con

confianza, con mi cabeza en alto. De nuevo, tuve ese extraño

recuerdo de Victor. Él también había entrado aquí desafiantemente,

y yo había quedado indignada al ver que alguien que había

cometido sus crímenes pudiera comportarse de esa manera.

¿Estaban todas estas personas pensando lo mismo de mí?

En la plataforma al frente del salón, estaba sentada una mujer

que no reconocí.

Entre los Moroi, un juez era usualmente un abogado que había

sido escogido para la posición de acuerdo a los propósitos de la

audiencia, o lo que fuera. El juicio en sí mismo —al menos uno tan

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grande como el de Victor— había sido presidido por la reina. Ella

había sido la que había decidido el veredicto final.

Aquí, los miembros del concejo serían quienes decidirían si yo

siquiera llegaría a ese punto. El juicio lo hacía oficial. Allí era donde

ellos decidían el veredicto y el castigo.

Mi escolta me llevó al asiento del frente del salón, más allá de la

barra que separaba los jugadores centrales de la audiencia, y me

señaló un lugar junto a un Moroi de mediana edad en un traje de

diseñador muy formal y muy negro. El traje gritaba: ‚siento mucho

que la reina esté muerta y voy a lucir a la moda mientras demuestro

mi pena‛. Su cabello era un rubio pálido, entrelazado con las

primeras apariciones de plateado. De algún modo, lo hacía ver bien.

Yo presumí que este era Damon Tarus, mi abogado, pero él no me

dijo una sola palabra.

Mikhail estaba sentado a mi lado, también, y estaba agradecida

de que lo hubieran escogido para ser el que literalmente estuviera a

mi lado. Mirando hacia atrás, vi a Daniella y a Nathan Ivashkov

sentados con otros importantes miembros de la realeza y sus

familias.

Adrian escogió no unirse a ellos. Él estaba sentado atrás, con

Lissa, Christian y Eddie. Todas sus caras estaban llenas de angustia.

La jueza, una anciana Moroi de cabello gris que se veía como si

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2013 ⏰

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