Tal vez alguien tenía un negro sentido del humor, porque
terminé en la celda ahora desocupada por Dimitri.
Había llegado en silencio después de que el
guardián estableció los cargos ante mí. De hecho, había entrado en
estado de coma porque había demasiado de lo que había dicho que
era imposible de procesar. Ni siquiera podía realmente entender la
parte que me involucraba. No podía sentir indignación por mí o por
la acusación, porque me quedé atrapada en la parte de que Tatiana
estaba muerta.
No sólo muerta. Fue Asesinada.
¿Asesinada?
¿Cómo había sucedido? ¿Cómo había pasado aquí? Esta Corte
era uno de los lugares más seguros del mundo, y Tatiana en
particular siempre estaba vigilada, por el mismo grupo que había
caído sobre Dimitri y yo con rapidez. A menos que ella dejara la
Corte —y estaba bastante segura de que ella no lo hizo—, ningún
Strigoi podría haberla matado. Con las constantes amenazas que
enfrentamos, el asesinato entre los dhampirs y Morois era casi
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inaudito. Claro, sucedió. Era inevitable en cualquier sociedad, pero la
manera en que la nuestra era cazada, rara vez tenía tiempo para
volverse el uno contra el otro (gritar en las reuniones del Consejo
quedaba a un lado). Eso era parte de por qué Victor había sido
condenado. Sus crímenes fueron las cosas más malas que se podrían
haber hecho.
Hasta ahora.
Una vez que llegué más allá de la idea imposible de que Tatiana
estaba muerta, era capaz de hacer la verdadera pregunta: ¿Por qué
yo? ¿Por qué se me acusa? No era abogada, pero estaba bastante
segura de que llamar a alguien ‚puta mojigata‛ no es evidencia en
un juicio.
Traté de obtener más detalles del guardia de la puerta de mi
celda, pero se mantuvo con cara dura y silenciosa. Después de dejar
mi voz ronca de tanto gritar, me dejé caer sobre la cama y fui a la
mente de Lissa, donde estaba segura de que conseguiría obtener
más información.
Lissa estaba frenética, tratando de obtener respuestas de
cualquier persona que podía. Christian seguía con ella, y ellos
estaban en el interior del hall de entrada de uno de los edificios
administrativos, el cual estaba llenó de una intensa actividad.
Dhampirs y Moroi corrían por igual en todas partes, algunos
asustados de esta nueva inestabilidad de gobierno y otros con la