Harry amaba salir con Nick. Por el cielo; lo amaba más de lo que debería. Y lo sabía... sabía que quizá no debería gustarle tanto salir con él. Y hablar. Y pasar tiempo juntos. Y reírse de los chistes del otro y contarse las cosas más insólitas que les pasaran por la cabeza. Y sonreírse a cada rato. Y quizá sonrojarse a veces porque Nick decía cosas que eran lindas y que hacían que se sintiera diferente pero más vivo y más feliz.
Bueno, sí, tal vez comenzaba a gustarle muchísimo más de lo que debería estar con él.
Pero, honestamente, ya no le importaba.
El fin de semana anterior había sido el asco. Y lo sabía. No podía negarlo por nada del mundo y, en sí, era absurdo hacerlo. El lunes en la noche, cuando regresó de la salida con Nick, le dio una recaída de tristeza suprema por la ausencia de Louis en su vida y se dedicó a releer su poemario favorito —que trataba sobre corazones rotos, lo cual se parecía mucho a su estado anímico en ese momento y quizá por eso era que le gustaba tanto— y luego, el martes, había releído su novela favorita: La Princesa Prometida. Amaba tanto ese libro que podría casarse con él —nadie tenía idea.
Pero el caso es que, aunque quisiera decir lo contrario, extrañaba a Louis.
Más de lo que pensó que lo haría, siendo honesto.
Ese día en particular, el lunes, había pensado demasiado en él. En cuánto le hacía falta su risa chillona y sus chistes estúpidos y su odio por las películas cursis y su manía de siempre querer hacerlo sonreír, sin importar la situación, y sus cómics y su amor infinito al cereal y su afición por las series animadas que fueran sobre superhéroes y su sonrisa iluminadora y sus abrazos que se sentían como su auténtica y única casa, su forma de burlarse de sus metáforas porque no las entendía y...
No sólo le hacían falta las pequeñas cosas que lo hacían ser él.
Louis en sí mismo le hacía falta.
Quizá no sólo lo quería.
Lo necesitaba.
Movió su mano de forma inmediata e inconsciente hacia su cuello, como solía hacer cuando estaba triste y más vacío que de costumbre, y arrancó a llorar en el instante —no había collar.
Maldijo internamente por enésima vez y, cuando estaba a punto de ponerse a oír música para intentar olvidar un poco sus penas o su miseria o su tristeza que sabía que era exagerada pero aún así dolía y no podía evitarla, escuchó que alguien tocó la puerta de su habitación. Abrió los ojos con impresión; no se esperaba que nadie lo escuchara. Se regañó por no haber sido más silencioso, se limpió las lágrimas de las mejillas y carraspeó, intentando aclararse la garganta para que su voz sonara lo menos quebrada posible.
—Pase —indicó. Su tío Richard entró a su habitación y lo vio con extrañeza y preocupación. Estaba ahí por pura casualidad, la verdad, porque él tenía su casa propia, pero terminó siendo una visita con más propósitos de los que creía. Se acercó al borde de la cama y se sentó allí, mirando con atención a su sobrino y este alzó las cejas, curioso y nervioso por la presencia de su tío—. ¿Quieres algo?
—¿Estás bien? —preguntó el señor con interés y dolor. Notaba que su sobrino favorito estaba pasando por un momento difícil, no había que ser un genio para verlo en sus ojos se notaba, y eso le afligía terriblemente—. Te escuché sollozando y...
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Don't let me go ~LS~ AU
FanfictionEra mejores amigos por siempre, ¿recuerdas? Portada perfecta por: EnderStylinson