Capítulo 10 (Parte II)

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            Sentí las lágrimas comenzar a bajar por mis mejillas. Era demasiado hermoso: lo que más amaba en el mundo hecho pastel.

No podía con tanto.

Abracé a Harry con fuerza, diciéndole una y otra vez que lo amaba muchísimo y que no tenía palabras suficientes para agradecerle.

—Tranquilo, campeón —bromeó después de romper en carcajadas, calmándose, tomando aire—. Me alegra que te guste.

—¿Si me gusta? —inquirí con una sonrisa enorme en los labios— ¡Me encanta! ¡Es el mejor regalo que podrían haberme hecho!

Hazza sonreía como si, en realidad, mi reacción fuera el regalo y no es pastel. Volví a abrazarlo mientras escuché que las demás personas de la casa morían de risa, y se me ocurrió una idea. Le dije que se preparara, que iríamos a la tienda de cómics, que me diera unos minutos para ducharme. Asintió con la cabeza, diciendo que no había cuidado, que me tomara mi tiempo, y corrí al baño con prisa. Salí de nuevo después de diez minutos, listo, y le dije a Sandy que entrara al auto.

—¿No vas a llevar tu pastel? —preguntó mi madre con inocencia.

Sentí mis mejillas enrojecer. Entendí que había hecho el comentario para inferir que estaba actuando como un niño pequeño cuando le daban una galleta o un juguete nuevo, por lo que, calmando mi voz, me encogí de hombros, diciendo que me lo comería –sí, porque me lo comería yo solo- al regresar.

—¿Estás seguro? —levantó las cejas— Sabes que esa nevera es como un agujero negro...

Me enojé. Tomé una cucharilla de la cocina, la metí en mi bolsillo trasero, y me llevé el pastel hasta el auto. Le dije a Sandy que condujera, que yo iría comiendo en el camino, y Harry subió después de nosotros. Le dije a mi amigo ojiverde que podía colocar música, a lo que respondió que, en realidad, quería solo hablar un rato. Le dije que me parecía perfecto y comenzó a contarme un montón de cosas.

En primer lugar, sobre la elaboración del pastel. Había buscado la receta por internet y había estado practicando el día anterior, pero no le había salido bien. Lo intentó de nuevo y, gracias al cielo, quedó de maravilla.

—Se me ocurrió prepararla para, ya sabes, no dejar perder el cereal que te compré el otro día, el que no pudiste buscar —comentó.

Le agradecí por enésima vez, agregando que, de igual manera, el cereal nunca se perdería –al menos no mientras yo estuviera cerca-, pero que me había parecido una idea brillante hacer un pastel de ello.

—En mi casa hay leche —dijo el ojiverde—. Creo que así sabe mejor.

—Lo comprobaremos cuando regresemos —solté con seriedad.

Miré por el rabillo del ojo y Sandy estaba mirándonos con las cejas alzadas, haciendo una mueca. Tomé otro bocado del pastel que tenía en mis manos, el cual sabía a gloria, por cierto, y le pregunté qué ocurría.

—Nada.

—Dinos, Standford —exigió mi mejor amigo.

El mencionado exhaló, como no queriendo en realidad tener que hablar.

—Es que dicen que sólo son mejores amigos y, por Dios, llego a tu casa, Louis, y Harry te preparó un pastel de tu cosa favorita en todo el mundo sólo porque sí, y luego tú estás tan malditamente agradecido que ofreces llevarlo a la comiquería para comprarle un libro, como siempre haces, y yo intento no pensar que hay algo más que una amistad y luego Harry dice que "sabe mejor con leche" y tú le respondes que "lo comprobarán cuando regresen" y, DIOS —sacudió la cabeza, suspirando—, a veces es demasiado.

Don't let me go ~LS~ AU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora