Capítulo final parte I

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[N/A: Disfruten el cap c: Disculpen por no actualizar antes, la uni me consume y-y]


El resto de la semana salimos todos los días —incluso el jueves; ese día no fui al entrenamiento. Y sí, sabía que probablemente me regañarían, pero... sería sólo esa vez y ya. Lo juraba.

El lunes fuimos a los bolos. El martes, a un museo. El miércoles, a un show de magia —en realidad no fuimos a un show como tal; simplemente fuimos a una fiesta de un primito de Sandy, pero había un mago y eso era lo importante. El jueves, fuimos a la terapia —en la cual, mientras él estaba en la consulta, yo estaba en el pasillo leyendo La Princesa Prometida, cosa que fue genial porque amé el libro hasta la mitad, que era lo que hasta ese momento había leído—, y cuando salimos de allí fuimos a la librería.

Sí, tuvimos una cita allá, tal como me había dicho el vendedor que hiciéramos cuando Harry y yo aún estábamos peleados y, para mi propia sorpresa o quizá no tanto, tal como él mismo tenía anotado en su lista de lugares para citas soñados. Estando allí leímos, yo La Princesa Prometida y él Blue Symphony y, a veces, nos tomamos la mano debajo de la mesa.

Me terminé el libro ese mismo día —fue asombroso. Era una obra maestra, definitivamente.

El viernes tendríamos que ir a un musical según la lista, pero había estado buscando y no había funciones cerca —al menos, no cerca de esa ciudad—, por lo que tuvimos que conformarnos con ver una en internet con muchas palomitas para comer y cereal —aunque más que todo cereal. La verdad, temí que ese día me reprochara algo, pero no lo hizo porque vio que lo estaba intentando —o quizá porque, quién sabía, lo que hiciéramos no importaba siempre y cuando estuviéramos con el otro.

Lo siguiente que venía en la lista era un picnic, cosa que correspondía para el sábado, pero preferí dejarlo para el próximo día porque, después de consultarlo con mi hermana, vi que podríamos organizar uno cuando regresáramos del concierto —ella me ayudaría sacando las cosas como si fuera un duende mágico de esos que hacen los zapatos por el zapatero o algo así mientras dormía, sólo que sin la parte de dormir y el zapatero y los zapatos.

De forma que, pues, el sábado sólo nos dedicamos a quedarnos en su habitación, estar abrazados y ver televisión. La verdad, se sentían como unas vacaciones, como si nada más que nosotros dos importáramos, y deseé que siempre se sintiera así al estar con él. Y sí, sabía que en el futuro probablemente habría problemas y peleas, pero... esperé que los solucionáramos todos y que, sobre todo lo demás, prevaleciera el amor que nos teníamos.

Ese día dormimos abrazados, y al siguiente me fui temprano a mi casa por la ventana para luego volver a la suya por la puerta de entrada para la comida familiar. La pasamos bien, como siempre, pero yo estaba tan emocionado por el concierto que sentí que ese día pasó demasiado rápido y que en realidad comenzó cuando llegué a su casa en la tarde listo para ir.

—Hola, Anne —saludé con una enorme sonrisa cuando abrió la puerta—. ¿Cómo estás? ¿Crees que ya Harry está listo?

Me miró con una sonrisa tan grande que temí que comenzara a llorar de felicidad.

—Hola, Louis. Te ves guapísimo.

—Gracias.

Me abrazó y le correspondí —estaba nervioso.

—Sí, creo que ya está listo —Se despegó de mí—. Está muy emocionado.

—Sí... yo igual.

Don't let me go ~LS~ AU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora