Capítulo 20

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El ojiverde entró a su habitación a buscar el libro en el que había estado pensando toda la mañana.

—¡Sí, Nick, ya bajo, sólo vine a buscar una cosa!

Buscó sobre su cama y vio que allí no estaba; chasqueó la lengua y bufó de frustración. Escuchó a su madre pidiéndole ayuda para mover algo en la cocina y fue rápidamente hacia donde estaba, maldiciendo por dentro porque sólo había ido a buscar el libro, no a hacer nada más y mucho menos ayudarla pero, seguidamente, intentó relajarse. Se trataba de su madre; no podía negarle nada. Ella le había dado la vida y lo había criado, lo menos que podía hacer era eso, un miserable favor para ella.

—¿Todo bien, pequeñín? —preguntó la señora y él asintió con la cabeza y sonrió.

—Sí. Sólo vine a buscar algo. Ya me voy, me están esperando.

—¿Por qué no le dijiste a Louis que pasara? Me parece muy maleducado de tu parte que lo dejes afuera...

Harry tragó saliva.

—No es Louis quien me está esperando. Es otro amigo. Se llama Nick.

Maura alzó las cejas y asintió con la cabeza.

—Está bien. Deberías traerlo algún día, para conocerlo.

El ojiverde lo pensó y se gritó un enorme NO en su mente, pero sonrió de nuevo y le dijo que sí, que claro, que se lo comentaría pronto a ver qué opinaba Nick.

—Bien, ya me voy, adiós.

—¡Cuídate, hijo! ¡Mira que hay muchos locos por ahí!

El rizado soltó una carcajada y fue a su habitación. Cerró la puerta y buscó en el estante que estaba detrás de esta, el que contenía todos sus libros. Vio que La Princesa Prometida no estaba en la esquina, como esperaba, por lo que alzó la vista rápidamente por el resto de la habitación, intentando encontrarla. Removió unos papeles en su escritorio y suspiró con alivio; estaba allí. Se quitó el sudor de la frente y lo tomó, abrazándolo y colocándoselo en el pecho dramáticamente.

—Creí que te había perdido —susurró con pesar—. Ya había comenzado a desesperarme.

Seguidamente, su mente reaccionó y cayó en cuenta de algo de lo que no se había percatado antes. Volvió a ir hasta el estante en el que se encontraban sus libros y vio que faltaba su poemario favorito. Frunció el ceño ante la carencia del libro y se preguntó si se lo habría llevado ese día al colegio.

Es que... no tiene sentido, pensó. Ese lo terminé de releer la semana pasada. ¿Por qué lo llevaría hoy?

Escuchó la bocina del auto de Nick y reaccionó; estaba perdiendo el tiempo. Sacudió la cabeza y abrió la puerta de la habitación, comenzando a salir. No obstante, cuando estuvo a punto de cerrarla, se asomó de nuevo y vio la puerta de su baño.

¿No la había dejado abierta?

De nuevo sonó la bocina y se rascó la cabeza.

Ya me estoy volviendo loco.


Harry entró al auto de su nuevo amigo y éste le sonrió, haciendo que él mismo sonriera de regreso. Se sentía feliz de estar allí y, una vez más, agradeció internamente haberle dicho aquel día que sí quería ser su amigo. ¡Había sido genial! Lo llevaba todos los días a su casa y en el camino hablaban. Ya habían salido un par de veces y, honestamente, la habían pasado de maravilla.

Don't let me go ~LS~ AU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora