Llamé a Sandy para preguntarle si iría a la fiesta de esa noche. Me dijo que no podría, que tenía que trabajar, y bufé con decepción. El plan ni siquiera había comenzado y ya una de sus partes había salido mal; qué patético. Dudé entre llamar a Zayn o no para decirle que cancelara todo, que lo olvidara, pero luego recordé que me dijo que me merecía eso, que me merecía una oportunidad, que no fuera yo mismo quien me la quitara, y decidí simplemente pasar al baño, ducharme y arreglarme como estaba planeado.
Cuando salí ya vestido, fui hasta la ventana y suspiré con pesar. La cortina de Harry estaba cerrada, como ahora era costumbre, y con eso, con ese simple hecho, me sentí más imbécil y derrotado que nunca. Era impresionante cómo pequeñas cosas lograran afectarnos tanto, ¿no? O, más bien, que significaran tanto.
Como la cortina. Como Tchaikovsky. Como Saint Saëns. Como su tercera sinfonía. Como la ridícula metáfora de Harry. Como los poemas. Como nuestro collar.
¡Nuestro collar!
Fui hasta mi mesa de noche, que era donde guardaba el collar que le pertenecía a él —siempre le pertenecería, sin importar si lo seguía usando o si siquiera lo volvía a usar alguna vez— y lo saqué. Tomé entre mis dedos su dije, la piedra, tocándola y pensando en cuán irónico era que algo tan pequeño representara algo tan grande, y sonreí de lado. La junté con la mía propia, la de mi collar, y cerré los ojos y les pedí a los dioses del cereal que me concedieran una oportunidad. Sólo una. No quería más, no necesitaba más, no pedía más —sólo quería una última oportunidad.
Porque de esa noche, de lo que sucediera, dependerían muchas cosas.
Incluyendo si pelearía por Harry o si simplemente me daría por vencido con él.
Cuando llegué al sitio de la fiesta, me sentí asfixiado; había demasiada gente. Adolescentes hormonales bailando aquí y allá, tocándose como si fueran pulpos, parejas en esquinas devorándose como si nunca hubieran comido nada —era una locura. Me pregunté si las fiestas siempre eran así, si yo hacía lo mismo, si de la nada todo eso me parecía alarmante o si sólo estaba nervioso. Quizá era lo último; era lo más probable. Pasé a la cocina y busqué un poco de agua, porque quería estar en mis cinco sentidos cuando llegara el momento si todo salía como estaba planeado, y, cuando tomé mi cuarto vaso seguido, suspiré.
Tomé aire numerosas veces, preparándome para lo que haría, repitiéndome mentalmente que no era la gran cosa, que lo había hecho miles de veces, que debía mantener la calma, y después de juntar el valor suficiente para ir a la puerta de habitación a la que solíamos ir en las fiestas en esa casa, en la misma en la que Harry había confesado ser gay hacía lo que parecía una eternidad, entré.
Zayn había hecho bien su trabajo; estaban todos. Niall, Liam, él, Harry —y Nick. Sí, así es, ahí estaba Nick. Nick el imbécil. Nick el chico que odiaba por haber hecho llorar a mi mejor amigo. Nick el idiota que estaba en el club de ajedrez con mi mejor amigo. Nick el novio de mi mejor amigo. Nick el idiota que era el hombre más afortunado del mundo porque era novio de mi mejor amigo. Nick el novio del chico que me gustaba. Nick el novio del chico que quería que no fuera su novio sino mío.
Mío.
Harry siendo mío...
Sacudí la cabeza de inmediato, volviendo a la realidad, y Niall se levantó del sitio en el que estaba para ir a saludarme con un cálido abrazo. Me dijo un montón de cosas al estilo sí, Zayn nos convenció a todos para venir; es increíble lo que ese imbécil logra cuando piensa un poco y deja de lado su estupidez crónica, ¿no crees?, pero en realidad no le presté demasiada atención porque seguía en shock porque (1) estábamos todos reunidos de nuevo, (2) ahí estaba Hazza, mi Hazza, mi mejor amigo, mi todo y (3) ahí también estaba su novio, el chico al que más odiaba en todo el mundo pero al que al mismo tiempo envidiaba porque era el novio del chico más perfecto de la Tierra.
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Don't let me go ~LS~ AU
FanfictionEra mejores amigos por siempre, ¿recuerdas? Portada perfecta por: EnderStylinson