Don't let me go ~LS~ AU

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El siguiente día, después del entrenamiento, salí con Sandy. Me dijo que lo acompañara a comprar unas cosas y, aprovechando que estábamos afuera, le pedí que anotara la botella del cumpleaños de Niall en su presupuesto.

—¿Te das cuenta de que a veces mitad de mi sueldo se va en comprar cosas para ustedes, no? —preguntó mientras estábamos en el auto.

—No es para nosotros, genio —me defendí—. Es para todos, porque tú también las disfrutas.

Bufó y sacudió la cabeza.

—Ya vas a venir con tus manipulaciones. ¿Te das cuenta de cómo eres?

Solté una carcajada.

—¿Desde cuándo eres tan dramático? —Negué con la cabeza, interrumpiéndolo antes de que pudiera hablar—. Ya recordé que eres Sandy; ser dramático es parte de tu forma de ser.

—¿En serio me estás diciendo dramático? ¿En mi propio auto? ¿Mientras soy yo quien conduce?

Me rasqué la cabeza.

—Sí, eh, no lo pensé muy bien.

Se colocó la mano en el pecho de forma dramática y fingió llorar.

—¿Cómo...? ¿Cómo te atreves a decir eso? —Sollozó falsamente—. ¡Creí que éramos amigos! —Carcajeé de nuevo y me palmeó la rodilla, viéndome de soslayo—. Te quejas de mí, pero sé que amas mis estupideces y mis dramas y mis chistes tontos y también sé, querido Louis, que no podrías vivir sin eso; no podrías vivir sin mí.

Alcé las manos, haciéndome el impresionado.

—Discúlpeme, señor sé leer la mente de las demás personas —Rio un poco y luego suspiré—. Te extrañé, ¿sabes?

Volteó a mirarme con el seño fruncido.

—¿Qué?

—Que te extrañé. A tus estupideces y tus chistes tontos y tus dramas, como tú les dices.

Sonrió.

—Yo también te extrañé —Asentí con la cabeza—. Gracias por, ya sabes, decirlo. Sé que usualmente es raro porque somos dos chicos pero...

—Pero no debería haber diferencias, lo sé —lo interrumpí—. Por eso lo dije, ¿ves? Para romper con los estereotipos que sostienen que las amistades entre chicos tienen que ser toscas y agresivas y que las de chicas son las únicas que pueden ser abiertas y afectuosas.

Alzó una ceja en mi dirección y sonrió aún más.

—Estoy anonadado por tu desarrollo personal y tu pensamiento, Louis —Asintió con la cabeza—. Has madurado tanto, en serio.

Fruncí el ceño.

—No digas eso —Me mordí el labio—. Haces que me sienta, no lo sé, extraño. Como si hubiera cambiado.

—Es que es obvio que has cambiado, idiota, pero no hay nada de malo con ello —Suspiré y carraspeó—. A ver, ¿alguna vez has dejado algo en un estante sin volverlo a tocar durante dos semanas? O, mejor dicho, si hago eso, ¿qué crees que ocurra?

—¿Se va a ensuciar lo que sea que dejaste allí?

—Exacto. Se llenará de polvo, ¿entiendes? Porque lo que no está constantemente moviéndose se llena de polvo, se pudre, se oxida —Pasé a mirarlo—. Así somos las personas. Si no cambiamos aunque sea en cosas pequeñas, no estamos avanzando.