Capítulo 8

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Después de aproximadamente dos semanas mi padre ya estaba en casa y un poco mejor, y en cuanto a mi madre no saldría en un largo tiempo del centro de rehabilitación.

Pocas veces eran las que asistía al instituto, Alisson era la que me cubría y decía que estaba enferma o algo así. La mayor parte de tiempo de la pasaba en mi casa, prácticamente ya vivía conmigo.

— ¿Cuándo verás a esa chica? —dijo mi papá mientras se llevaba un bocado de su comida a la boca.

—No lo sé —respondí—. ¿Acaso ya quieres deshacerte de mi tan pronto? —reí.

—No te preocupes por mi Darcy, estaré bien —espetó.

—No te dejaré sólo papá, ni loca.

—Darcy, puedo alimentarme sólo, puedo bañarme sólo —rodó los ojos—. Estoy mejor, de verdad.

Lo fulminé con la mirada durante unos segundos.

—No lo sé, lo voy a pensar —respondí finalmente.

— ¿Acaso no quieres conocer a esa chica? —sonrió—.bDarcy, debes dejar de preocuparte tanto por los demás y comenzar a pensar más en ti.

Permanecí en completo silencio.

—Basta, por ahora no necesito más lecciones de vida —reí.

Se limitó a reír y continuar su comida.

—Jamás cambiarás, ¿no es así Darcy Brooks? —levantó ambas cejas.

—No lo haré, nunca —mascullo.

En ese momento, mi móvil suena y en la pantalla puedo ver el nombre de Alaska.

— ¿Si? —respondo con una leve sonrisa.

¿Ha mejorado tu padre? —pregunta.

—No lo sé, ¿porqué no se lo preguntas? —levanto ambas cejas, aunque sé que no puede verme.

Espera, ¿qué? —no le doy tiempo de responder, debido a que le pasó el móvil a mi padre.

—Tu debes ser la famosa Alaska, ¿me equivoco? —pregunta mi padre con su áspera voz. Hay algunos segundos de silencio, por lo que asumo que Alaska está hablando—. Oh si, estoy mucho mejor —sonríe—, me alegra que mi hija te tenga.

Lo miro y mis ojos se abren como platos en ese momento.

—Claro que esta emocionada por verte, no puede esperar a que llegue el día —una pequeña carcajada brota de su garganta—. Oh claro que me ha contado sobre ti, dice que eres una chica muy linda...

En ese momento le arrebató el móvil y me lo llevo al oído.

—Bueno, creo que ya fue mucho —respondo al cabo de unos segundos. Fulmino a mi padre con la mirada y este no hace más que sonreír—. ¿Te parece gracioso? —digo apartando el móvil de mi oreja.

Me da gusto que se haya recuperado —espeta.

—Gracias Alaska —respondo.

¿Y?, ¿cuándo vendrás a verme? —su tono de voz cambia en ese momento.

—Alaska —ruedo los ojos al cielo.

Bueno, siento que yo sea la que está más emocionada de las dos —soltó.

—También lo estoy —espeto.

Pues no lo parece.

— ¿Podemos dejar este tema de lado por un segundo? —pregunto—. Una amiga quiere conocerte.

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