Capítulo 11

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Por fin había llegado a Londres, horas antes Alaska me había mandado un mensaje de texto diciéndome que me esperaría en el aeropuerto una vez que llegara.

Estaba realmente ansiosa, bajé rápidamente del avión y acto seguido busqué a Alaska con la mirada.

¿Darcy? —escuché por detrás mío. Segundos después me volví, ahí estaba ella... Con sus ojos azules y cabello castaño, tan bella como siempre.

Corrí rápidamente hacia donde se encontraba y me lancé en sus brazos.

—Eres tú —dije observándola de pies a cabeza—, realmente eres tú.

No dijo nada, simplemente se limitó a envolverme en sus brazos como si fuese a perderme en cualquier segundo.

—Oh Dios... Eres... Eres tan hermosa —dice apartándome un mechón de la cara.

—Mírate tu —digo sonriendo—, eres todo lo contrario a lo que decías.

—Yo no soy...

—Cállate —la interrumpo—, sólo quiero disfrutar este momento contigo.

—No sabes cuanto soñé porque esto ocurriera y... Y ahora estás aquí conmigo —musita.

—No tengo palabras para describir lo que siento en este momento —digo aún sonriendo.

—Yo tengo una forma de demostrártelo —no puedo responder, debido a que de un segundo a otro ha unido nuestros labios en un beso cálido y acogedor.

Las miradas de la gente no se hacen esperar, algunas incluso se han detenido para mirar la escena.

Te amo Darcy —dice una vez que nos hemos separado.

—También te amo Alaska —sonrío y vuelvo a besarla. No me importa que casi medio aeropuerto nos esté mirando, lo único que me importa es que estoy con ella aquí y ahora.

—Vamos a casa —pasa un brazo por mi cuello y no puedo evitar dejar de sonreír.


—Escucha Darcy —dice antes de entrar a su hogar—, mi madre a veces puede ponerse... Mal.

—Entiendo Alaska —suelto—, no hay de que preocuparse.

— ¿Recuerdas lo que te dije sobre ella? —pregunta.

— ¿De que es homofóbica? —asiente en modo de respuesta.

—Bueno, pues sospecha de nosotras —un suspiro escapa de su garganta—. Así que si de repente actúa raro es por esa simple razón.

—Está bien Alaska —digo y me acerco a ella para segundos después plantar un beso rápido en su boca.

—Basta —ríe—, mi madre puede estar viéndonos desde cualquier lugar —segundos después la puerta se abre, dejándonos ver la cara de su madre observándonos a ambas.

Alaska no reacciona, por lo que decido hablar.

—Soy Darcy Brooks —digo tendiéndole la mano.

—Un placer, Darcy —sonríe mientras estrecha nuestras manos—. Alaska me ha hablado mucho de ti.

—Supongo que si —sonrío algo nerviosa.

—Adelante, pasa —se abre paso para dejarme entrar en la estancia.

Me adentro en la casa, esperando que Alaska me siga. Su madre y ella no han parado de mirarse desde que entré al lugar.

—Alaska, ¿qué pasa hija? —pregunta su madre—. Entra, ¡vamos!

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