Capítulo 11

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Todo estaba demasiado tranquilo a la perspectiva de Castiel, excluyendo a los compradores que iban y venían por las calles de la zona colonial. El grupo se encontraba demasiado eufórico por el nuevo ambiente que le rodeaba, solo Castiel se había dado cuenta de que algo, o mejor dicho alguien faltaba. Hace un rato que no sentía las pequeñas manos de la chica que se había pegado como mosquito a piel en su corazón jalarle del borde de su chaqueta para hacer notar su presencia o preocupación. Se plantó en la acera y dio la vuelta. Un mal presentimiento recorrió su cuerpo al igual que escalofrío al ver que no era seguido por el frágil cuerpo de Sam.

—¿Qué pasa?— pregunta Lysandro volviéndose al igual que su amigo.

—¿Alguien anda con Sam?— preguntó sobre todas las voces ganando la mirada de sus otros compañeros.

—Creí que estaba contigo— admitió Roshermi.

—Mierda— dijo Kentin dejando salir el liderazgo de su ser soldado—, Roshermi ve a revisar los baños, Lysandro y Armin miren los alrededores en su busca y tú vienes conmigo al último lugar que la vimos— ordenó refiriéndose por último a Castiel.

A pasos rápidos llegaron a la parada de bus tras haber estado gritando su nombre el trayecto entero. No estaba ahí así que decidieron llamarla y como era de esperarse el celular se encontraba apagado. Ambos decidieron reunirse con los demás solo para enterarse de que no la encontraron. La angustia crecía dentro de todos. Kentin no podía dejar de culparse por haberla perdido de vista por unos segundos. Castiel no podía evitar sentirse estupido, hace unas cuantas horas atrás le había prometido que estaría ahí para ella pero ¿ahora dónde está ella?

—De... Debemos encontrarla— fórmula Castiel con nerviosismo.

—Debe estar por aquí, ¿no? Solo busquemos un poco más, pudo haberse distraído con algo que le gusto o encontró a alguien que conoce...— Armin fue interrumpido.

—No, se la han llevado— formuló Kentin—. Váyanse a casa, yo resolveré esto— expresó antes de salir corriendo sin mirar atrás.

Mientras corría llamaba un taxi para ir directo a su casa, allá se encontraba lo único que podría ayudarle a encontrar a Sam. Sintió que lo seguían y efectivamente estaba Castiel detrás siguiéndole los pasos.

—Ordené que se fueran a sus respectivas casas— dijo tajante.

—Tu no me das órdenes enano— responde al momento que se ponía a su lado. No le agradaba para nada Kentin pero lo hacía solo para encontrar a la chica, él tenía en consideración que hay varias cosas que el soldado se guarda para sí mismo.

—Vale, solo sígueme.

Al subir al transporte, Kentin de manera apresurada le da la dirección al taxista y le pide que se de prisa. En menos de 20 minutos ya estaban volando fuera del auto dejándolos en una casa moderna de cuarzo con diseños marrones como si fuera madera. Se acercaron a la puerta la cual era sellada por tres sistemas de seguridad: una cerradura común, otra de código y un escáner de retina. Castiel quedó sorprendido de todo lo que tenían que pasar antes de entrar. Reconoció que había entrado en una familia de maniáticos.

La sala parecía nunca haber sido tocada excepto para mantenerla reluciente. La casa era de dos pisos y había una parte donde se dejaba ver el segundo tras un espacio donde cae un candelabro iluminando todo. Kentin abrió un cajón de un armario cercano extrayendo una laptop.

—Mamá, ¿cuál es la contraseña?— grita provocando eco por todas partes.

—lealtad1999— respondió María bajando las escaleras. Castiel se quedaba en silencio viendo a Kentin buscando una aplicación de rastreo en el ordenador.

Rock your heart CDM #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora