Capítulo 2

1.3K 97 77
                                    

—Uh este sol no me deja dormir— pienso. Los rayos del amanecer se filtraban por mis párpados haciéndoseme incomodo poder seguir descansando. Sin pensarlo, gire sobre mi cuerpo solo para darme cuenta de que ya no había más cama hacia dónde rodar.

Terminé besando el suelo, creía que el colchón era más amplio. En mi cama podíamos dormir mis dos hermanas y yo sin tocarnos, además soy de las personas que mientras duermen rondan la cama entera sin consentimiento... Un momento, yo no recuerdo nunca haber caminado hacia mi nueva habitación. Estoy bien segura de que me he dormido saboreando la tierra. ¿Castiel me habrá traído? Ja, no lo creo, debió haber sido Lysandro. Yo le valgo un comino a ese chico.

—Oye tabla, ¿te has caído de la cama?— preguntó el chico entrando.

—¿Qué no sabes tocar una puerta? Solo tienes que dar unos golpecitos y ya— digo mientras demuestro lo sencillo que es—, no puedes estar entrando así a cada habitación en la que estoy.

—Este es mi casa, yo hago lo que se me da la gana.

—Como sea. Y otra cosa, deja de llamarme tabla, tengo un nombre.

—Claro, y es princesita de las tablas, algún día todas las tablas del mundo se reunirán para coronarte su reina.

—Mira cuánto me rí— mis palabras fueron ahogadas por un gruñido de mi estómago. No comía nada desde la cena en casa, que aquí sería la comida del medio día anterior.

—Que refinada eres— se burla antes de salir. Ese pelirrojo será mi perdición.

Busqué en mis maletas una vestimenta cómoda, cogi un tinte de color azul y unas lentillas grises antes de entrar al cuarto de baño. Esta vez no me arriesgaría a salir en toalla. Me di una ducha rápida pero con buena limpieza, para después desayunar e ir a explorar la ciudad, y quién sabe si encuentro una banda que quiera un integrante ya que Castiel no me quiere en la suya.

Me vestí con un crop top bustier negro, una falda asimétrica celeste y unas sandalias plateadas. Tome un brazalete de color plata, un bolso negro y antes de salir me hice una coleta alta exponiendo mi cabello ondulado. Baje las escaleras esta vez con dirección a la cocina, necesito comer algo. Cuando llegue el chico estaba devorando un trozo de pizza de pepperoni.

—¿Dónde esta el desayuno?

—Aquí en esta casa cada quien se hace responsable de sus deberes, si quieres algo de comer prepáratelo tú misma.

—Excúsame solo preguntaba— dije levantando ambos brazos en forma de rendición. Decidí ir a revisar la nevera pero no me sorprendió el verle vacía. No contaba como comida una leche vencida, un tarro de mantequilla y dos cosas que parecen ser pasas... Espera se están moviendo—. ¡Qué asco!— grito cerrando el aparato de un portazo.

—¿Qué esperabas? ¿Encontrarte un pastel que diga: "bienvenida a tu muerte"? Toma— me pasa dos trozos de pizza—, esa era tu cena pero creo que te llenaste suficiente con la hierba que habías tragado.

—Ja ja, qué gracioso— digo antes de dar una tremenda mordida—. ¡Está buenísima!— y comencé a devorarla.

—Como sea, ya tengo que irme.

—¿Dónde vas?— dije con la boca llena.

—Al instituto— casi me atraganto con un pedazo—. ¿Qué te pasa? No aparento que hago clases, pero no soy tan idiota como para faltar tantos días y tener que repetir un curso. ¿Qué tú no vas?

Rock your heart CDM #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora