Capítulo 4

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Era imposible reprimir los deseos de reírme. ¿Castiel celoso? Eso es algo épico. Sin dudar ni un segundo saqué mi celular y le tire una foto. Suena algo acosador pero no me importó. Castiel al haber sido atrapado con las manos en la masa saltó tratando de cogerme el celular, yo rodé a un lado llegando a parar en el suelo y este cayó sobre la cama. Rápidamente me pare para salir corriendo a mi habitación.

—¡Ven acá!

—¡No!— grito en respuesta. Estaba a unos escasos centímetros de tomar el pomo cuando sentía que flotaba.

—¡Cómo que no!— de un momento a otro estoy de cabeza mirando el alfombrado crema del pasillo.

—Ya ya tranquilo solo estaba jugando— digo apartando el cabello de mi rostro—. Te diré todo lo que quieras si me dejas poner los pies en tierra.

—Dame tu celular y luego lo considero— dice con tono tajante.

Sin titubear y haciendo muecas a la nada, le entregue mi celular y este me dejó caer al suelo. Por suerte puse los brazos pero no pude cambiar la gravedad ejercida sobre mi. Mis piernas cayeron hacia delante creándose un triángulo con mi cuerpo. Si estuviera en mi país lo demandaría.

—Y para tu información, Kentin y yo somos mejores amigos desde pequeños. Tras su padre ser originario de Lexington, mi país natal, él y mi padre Sebastián se conocen de toda la vida. No es la gran cosa hablar sobre mi relación con Ken, al estar mis hermanas y yo siempre juntas con él lo considero más un hermano de otra madre, aunque al final mi hermanita Kardelen está enamorada de él.

—Eres demasiado sincera y confiada— me devuelve el celular y se recuesta de la pared mirándome con el ceño fruncido pensando lo siguiente que diría.

—¿Eso es un cumplido o qué?

—En parte lo es, nunca he convivido con nadie que sea tan directo con lo que piensa. Ni siquiera Lysandro, con toda la confianza que me tiene. El conoce todo sobre mi, y aún así no me dice todo; en cambio, tú eres un libro abierto y no tienes la menor idea de lo que puedo llegar a hacer— el chico se abalanza sobre mi.

Sin darme tiempo de levantarme, Castiel se me sube encima sujetando mis muñecas sobre la cabeza con una sola mano, mientras inmoviliza mis piernas sentándose sobre ellas. No me movía ni un centímetro, no parpadeaba, no podía pronunciar ni una sola letra aunque mi boca no estuviera siendo tapada con su mano derecha. Estaba perpleja. La mano libre poco a poco se fue acercando a mi cara y el miedo apoderándose de la situación. Sin embargo terminó en un espacio en el piso entre mi cuello y mis brazos.

—¿Dónde rayos has vivido todos estos años? ¿En una nube color rosa? Una de las reglas de la vida es nunca confiar en nadie seguida de nunca dar información precisa, decir la verdad envuelta en mentiras. En este lugar no llegarías a pasar un día por tu cuenta solo con tu forma de ser. Solo eres una inservible que se escapó de su casa— Castiel me libera de su agarre para luego levantarse y extenderme una mano.

Mis mejillas comenzaron a mojarse. Maldije a las lagrimas silenciosas que salieron sin pedir permiso. La frustración que sentía era liberada con cada una que pasaba de mis pestañas. ¿Qué no tiene sentimientos? No tiene el maldito derecho de hablarme así, si todo este tiempo he tratado de ser agradable, honesta y él solo abre la boca para hacerme sentir mal. ¿Nada es bueno para él?

—Que diab-.

—¡Eres un imbecil!— aparté su mano de un manotazo levantándome por mí sola antes de tratar de pegarle una patada en la entrepierna. El chico logra parar el golpe a unos centímetros de su parte íntima para mirarme putrefacto sin esperarse de que doblara la pierna que me queda en el suelo y salte lanzando una segunda patada hacia su cara. Me soltó en menos de un segundo para sobar su quijada, caí de cuclillas y una tercera patada dio en sus pies para hacerle caer.

Rock your heart CDM #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora