Samantha
~Pre-adolescenciaSalí corriendo del salón principal lanzando los tacones a unos de los floreros que a mamá tanto le gustaban. Bajé unos de los pasillos en dirección al único cuarto donde no era obligada a estar —mejor dicho que no me molestaba que me obligasen a estar—, estaba demasiado molesta como para ir, mirar a la cara a mis padres y hacer lo que me pedían. Paré un momento frente a un espejo para mirar como mi cabello castaño estaba revuelto aún con tan solo haber sido peinado hace unos pocos minutos atrás, así que me deshice del moño alto pasando mis manos para bajar el volumen de mi pelo para luego quitarme las tontas lentillas azules que —también— me obligaban a usar ocultando el verdadero color de mis ojos. Me quité la tiara que llevaba y la dejé tirada en el suelo, odiaba aquel objeto pesado y "precioso" que me recordaba cada día que nunca seré lo que en verdad quería.
Terminé de llegar al salón de música y de inmediato me escondí tras el gran violonchelo que milagrosamente cubría mi cuerpo de ser vista por quien sea. Llevé las rodillas a mi pecho apoyando la barbilla en ellas y con las manos apretando la fina tela del vestido azul cielo que llevaba empecé a recordar lo que había pasado minutos atrás...
>>Había sido convocada a reunirme junto con mis padres con la familia Du Soleil, encontrándome a Nathaniel el hijo mayor de la familia con 12 años al igual que yo en ese momento. Me senté frente a mis padres junto al rubio como me lo habían ordenado. Me fijé si me había sentado de manera incorrecta porque mi madre me miraba con mala cara, pero eso no era lo que pasaba; de seguro era lo que pasaría y desde antes de que comenzase todo me advertía de cometer cualquier estupidez.
—Primero que nada, gracias por su asistencia Francis y Adélaida— comenzó mi padre a hablar—. Como ya les había informado antes, es momento de decirles a los jóvenes la situación— se giró hacia nosotros—. Hemos llegado al acuerdo de fortalecer la nación mediante la unión de ambas familias. Los Du Soleil han sido desde décadas inmemorables una gran ayuda para el pueblo protegiéndonos de invasores liderando en batallas logrando a crear lo que hoy somos: una nación libre e independiente de toda aquella a nuestro alrededor. Por ello para fortalecer el vínculo que se ha forjado por los años hemos decidió ser unos solos ofreciéndoles la mano de nuestra heredera mayor Samantha Leonor Van Slyvert de Lexington en santo matrimo— antes de que siguiese hablando me puse en pie.
—Yo me niego en rotundo padre— levanté la voz interrumpiendo que prosiguiese. Mi madre me dedico nuevamente aquella mirada, sabía desde un principio que me opondría a cualquier cosa que decidiesen. Aún así seguí hablando, ella no me callaría—. No pueden obligarme a casarme con él, ni siquiera me agrada. ¿Qué no creen en el amor verdadero? ¿Por qué me casaría con alguien a quien ni siquiera en realidad le intereso?
—Leonor que ni si quiera— seguí sin importar lo que dijese mi padre, no iba a oírle.
—¿Por qué ni se molestaron en preguntarme antes? ¿No le importa lo que piense? Todo siempre debe ser a su semejanza e interés ¿Qué hay de los demás? ¿Los que en realidad somos afectados por sus decisiones egoístas e inmorales que solo buscan el auto beneficio provocando-
—¡Leonor ya es suficiente!— la voz de mi padre corto cualquier intento de que siguiese hablando para luego recobrar su compostura—. Ya puedes retirarte, tu presencia ya no es necesaria. Tu único deber era escuchar y aceptar— Sebastián me dio la espalda para mirar al hombre corpulento que estaba parado en una de las esquinas mirándome con preocupación—. Giles, por favor llévela a su habitación para que piense en los errores que ha cometido.
Giles caminó hacia a mí y posando su gigantesca mano en mi espalda me motivó a que fuese fuerte. Yo seguía ahí parada mirando con un semblante furioso a mis padres. A ellos no les interesaba nada que tuviese que ver con los sentimientos y más con los míos, solo querían moldearme a su parecer, además no tengo la responsabilidad de ser como los demás esperan que sea. Es su error, no mi defecto como bien dijo el físico Richard P. Feynman. Qué bueno que cuando no tocaba algún instrumento leía para crear barreras contra las opiniones a mi alrededor.
—Padre, Madre solo quiero que sepan que no lamento ni un solo segundo no ser lo que ustedes quieren que sea. Señor y señora Du Soleil no espero verlos pronto igual con usted Nathaniel así que me retiro— hice una torpe reverencia a propósito y me fui del lugar.
Fuera del salón deje salir un sonoro suspiro, no iba a llorar no al menos con público presente. Agaché la cabeza y vi que algo transparente caía en mis tacones blancos. Giles se acercó a mí y se arrodilló para que quedar más o menos a mi altura y tomarme ambas manos.
—Sammy, eres fuerte. No te dejes caer por lo que digan tus padres, sé siempre tu— me dijo echando un mechón a un lado de mi rostro—. ¿Quieres hablar?— me preguntó.
Él era y todavía sigue siendo un padre para mí, aun así negué con la cabeza y salí corriendo. En ese momento solo quería estar sola además de que odio parecer débil y había solo un lugar donde podía estarlo.
...
¿Por qué no me entendían? Yo solo quería salir de ese lugar con una guitarra a mano para no volver nunca para ser prisionera de la influencia de mi padre.
—¿Sam?— oí que me llamaron y apreté más el agarre en el vestido, quería ser invisible—, sé que estás por aquí. Te conozco lo bastante para saber que te quieres refugiar en la música.
—Vete Kentin, yo no deseo estar acompañada en el momento— dije lo bastante alto para que me oyese, gran error ya tras mi respuesta se encontraba más cerca de encontrarme.
—¿Ni siquiera de tu mejor amigo?— preguntó y su voz era más clara. Antes de que me diese cuenta ya se estaba sentando a mi lado.
Levanté la mirada para encontrarme con sus enormes ojos verdes ya que se había removido sus lentes para limpiarlos con su camiseta. A los 12 él tenía el pelo recortado en forma de hongo por lo que no era muy popular para tener de amigos de dónde venía, perfecto para estar conmigo. Dos ovejas negras entre cientos de blancas.
—¿Y bien? ¿Qué hicieron tus padres ahora?— preguntó cruzando las piernas en el suelo.
—Quieren que me case con el tonto de Nathaniel— le confesé y lo miré a la cara.
—Puaj— dijimos al mismo tiempo haciendo una cara de asco—. No me imagino casándome— continuó él fingiendo un escalofrío.
—Yo tampoco. Yo solo quiero que ellos entiendan que no quiero nada de esto. Desearía que mi vida fuese como la tuya: ir al colegio, salir de vez en cuando con tu familia a divertirte, tomar tus propias decisiones... Cosas así. Mientras Less y Let hacen lo que quieren, yo tengo que quedarme aquí en contra de mi voluntad.
—Tranquila, ya verás que tus sueños se cumplirán. Es más, prometo que te ayudaré a cumplir tus sueños y estaremos simpre juntos— Kentin infló su pecho llevándose un puño al corazón. No había conocido a nadie mejor que Kentin, él sabía cómo hacerme sonreír en tan solo unos segundos.
—¿Pinky promise?
—Pinky promise— respondió entrelazando nuestros meñiques cerrando una promesa que nos uniría siempre.
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Rock your heart CDM #2
FanfictionMe escapé de casa para ser libre al fin y rockear. Tengo todo lo que necesito: talento, pasión, un país nuevo donde empezar y un sueño que alcanzar. Nada ni nadie me detendrá. Creí que todo iba acuerdo al plan hasta que el destino me hizo caer por...