Capítulo 9

439 29 1
                                    

Al día siguiente, Corinne la despertó y la ayudó a vestirse. Esta vez traía un vestido rojo pasión. Después de desayunar, aprovechó y se fue al establo.
Ella esperó a ver a Elinor pero no fue así. Miró los caballos y ninguno le transmitía nada, a parte, todos tenían una placa con su nombre y eso quería decir que su dueño los apodó.

Renée caminó cautelosa por los jardines de palacio en la barbacana. No es que fueran enormes pero le bastaba a Renée para descansar la mente. Después de meses encerrada en su nueva habitación, un poco de aire fresco no hacía mal. Ella paseó por el césped verde mirando los frutos de los arbustos. Se paró delante de uno y cogió un fruto rojo como sus labios y lo observó. Se veía tan sabroso que Renée no dudo en quererselo comer.

《Yo de ti, no haría eso.》dijo un chico detrás suyo.

Renée se giró y separó la fruta que ya estaba rozando sus labios. Ella lo miró y vio que era el mismo chico que le regalo el collar que por entonces no se había quitado.

《¿Por qué?》preguntó y miró él arco que llevaba en su espalda.

《Son bayas venenosas. No las utilizamos mucho pero cuando lo hacemos surge bastante buen efecto.》él coge la baya que Renée tenía. 《Una de estas y tendríamos que preparar tu funeral.》luego la tira al suelo.

Renée se separa de ese arbusto y sigue caminando por el jardín. Ella mira hacia atrás y ve al chico seguirla con una sonrisa confiada. Renée vuelve a mirar para delante molesta pero no puede más y se gira enfadada hacia él.

《¿Me estás siguiendo?》pregunta Renée con el ceño fruncido.

《No. Estoy paseando por la misma dirección en la que tu vas.》dice sonriendo.

《Entonces me voy a otra parte así no te molesto.》dice yéndose por donde ha venido.

《Oh no, mi alteza. No me molestáis.》explica el chico.

《Pues tu a mi, si. No paro de estar en peligro y no me fio de alguien que lleva un arco consigo mismo.》discriminó moviendo las manos.

《¿Peligroso yo? A menos que me ataques... ¿Pero eso no lo harás, verdad?》preguntó con la ceja arqueada.

《No. ¿Entonces, por qué llevas el arco?》preguntó señalándolo. 

《¿Qué elfo no lleva su arco con él? A parte, no eres la única que está en peligro todo el tiempo. La muerte no avisa y no puedo dejar que me pille desprevenido. ¿Llevas alguna arma contigo?》

《No...》respondió avergonzada.

《Primer error. No puedes caminar sola aunque sea dentro del castillo sin algo con que defenderte.》

《¿Me enseñarías a usar el arco?》preguntó esperanzada.

《Podría hacerlo pero no creo que a tu esposo le guste la idea de que vayas siendo una "salvaje" por ahí.》

《¡No se lo diré!》prometió Renée con una mano en el corazón.

《Lo sabrá igualmente.》dijo el chico alzando las manos dramáticamente.

《¡Te defenderé!》protestó la chica con los puños apretados.

《¡Me matará!》exclamó aguántandose una sonrisa.

《¡No lo permitiré!》concluyó la chica sin darse cuenta de que ya había caído en su trampa.

《Mañana al amanecer en el patio de armas.》le dijo el chico orgulloso de haber ganado en su juego.

《Aquí estaré.》dijo decidida poniéndose recta.

El joven se fue a paso enérgico fuera de su vista y Renée lo miró confundida. Supo que ella había jugado a su juego y había, de alguna forma, perdido. Ella se fue de vuelta a la entrada del castillo donde la granja y el establo estaban. Necesitaba ver a Elinor. Ella era la única que podía contarle las cosas que los otros no podían.
La buscó y la buscó y lo único que encontraba eran aldeanos que la miraban confundidos.

La profecía de Renée ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora