Capítulo 19

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Renart tiró a Renée del brazo para posicionarla detrás de él. Él se preparó con el arco y esperó a un ligero sonido para disparar. Una mujer cayó justo donde había sido disparada la flecha y cuando Renart la iba a disparar le vio la cara y se retractó.

《Cálmate, hermanito.》dijo la chica con una sonrisa.

《¡¿Cómo quieres que me calme!? Casi te disparo.》dijo él cogiendo las flechas y el ciervo marchándose.

《Así que tu eres Renée. Soy Sylvie.》dijo ella dándole la mano.

《Encantada.》dijo Renée mostrándole una sonrisa.

《¡¿A donde vas hermanito!?》chilló notando que Renart estaba enfadado por el susto.

《Déjame, Sylvie. No estaba solo. Pensaba que Renée podía estar en peligro.》confesó el chico y Sylvie lo ayudó a llevar el ciervo a cuestas.

《Bueno... lo siento. Era solo una broma.》dijo y caminaron en silencio.

Renée miró el bosque encantada y caminó contenta. De momento todo le iba bien. Estaba bien con Jérémie, estar fuera del castillo la había relajado, había logrado vencer a tres monstruos, sanar a Elvyne... Las cosas no podían ir a mejor, a no ser que ella regresara con sus padres.

Llegaron a su campamento y empezó a llover. Guardaron el ciervo en una tienda y allí le pidieron a Marcel que le chupara la sangre para secarlo y tenerlo más fácil.
Renée se reunió con Jérémie y este le dio un beso apasionado en los labios. Renée solo quería chillar y dar saltitos de emoción. Todos volvieron a sus cabañas menos los niños que ellos se quedaron bajo la lluvia jugando.

Renée y Jérémie se tumbaron en la cama y hablaron sobre la fiesta de esta noche. Cuando dejaron de oír la lluvia salieron como todos los demás. Renart llamó a Renée para que lo acompañase a observar como se sirve el animal.

《Tienes que despellejarlo, así la piel te sirve para ropa. Todos los tendones los sacamos para hacer cuerdas, como por ejemplo las del arco. Entonces cortas aquí...》le mostró rajando al animal de garganta a pelvis. 《Y todo esto es comida. ¿Lo entiendes?》preguntó.

《Sí.》dijo Renée aguántandose las ganas de vomitar. 《¿Por qué me enseñas esto?》preguntó con el ceño fruncido.

《No hubierais sobrevivido un día más tu grupo y tú. Necesitas saber sobrevivencia. ¿Quién sabe uno cuando la va a necesitar?》algo en sus palabras provocaron a Renée preocuparse. ¿Era un aviso o un consejo?

Cuando trocearon al animal, se lo dieron a las mujeres que se encargaban de cocinarlo. Renart enseñó a Renée a empezar un fuego y le dijo varios consejos más que él había aprendido de su padre. La noche fue cayendo y la fiesta fue empezando. Todos bebían un ponche algo peculiar pero de alguna forma hacía el mismo efecto que el vino o la cerveza.

Cuando ya se hizo de noche las mujeres, hombres y niños bailaban alrededor de la fogata. Renée se animó y bailó con Sylvie y Renart. La música era animada y todos estaban felices por el cumpleaños de Renart. Cumplía 20 años y su hermana tenía 28. Cuando todo seguía siendo perfecto, Renée decidió hablar con Elvyne.

《¿Cómo estás?》le preguntó sentándose en el tronco donde ella estaba.

《Mal.》contestó ella en una mueca de tristeza.

《¿Por?》le preguntó dolida. Elvyne se giró y la miró a los ojos.

《Philipe no me quiere. Renart si.》

《¡¿Espera, qué?》preguntó dudosa.

《Renart quiere salir conmigo. Me lo dijo ayer mientras tu dormías. ¿Qué debo hacer?》se quejó volviendo la mirada en el fuego.

《Haz lo que te diga el corazón.》dijo Renée sabiendo que el mal de amores era horrible.

《Es muy fácil decirlo...》

《Sí lo dudas es porque no quieres a ninguno lo suficiente para ir con él ciegamente. Así que... no vayas con ninguno.》aclaró Renée.

《¿Puedes ver si Philipe está interesado en mi?》le pidió su amiga.

《Claro...》contestó algo forzada.

Renée se levantó y se fue hacia Philipe. Divisó a Jérémie mirándola cauteloso pero ella lo ignoró. Philipe estaba bebiendo el ponche y mirando como los otros bailaban.

《Hola.》dijo ella con una sonrisa.

Él la miró y volvió su mirada a la gente que bailaba sin contestarla.

《¿Qué te pasa?》preguntó Renée preocupada.

《¿A caso te importa?》le preguntó estúpidamente.

《Sí. ¿Podemos hablar o no?》preguntó Renée enfadada.

《Claro, alteza.》contestó lascivamente.

Los dos se fueron a un sitio más privado y apartado de la gente.

《¿Te ries de mi?》preguntó Philipe cuando ya estuvieron lo suficientemente apartados.

《No. ¿Por qué lo dices?》le preguntó impaciente.

《¿Crees que soy ciego para no ver como Elvyne me tira los tejos?》dijo él cabreado.

《¿Hay algo malo en eso?》preguntó sin entender.

《¡Sí! No me gusta.》dijo él mirándola mal.

《¿Y por eso estás enfadado conmigo?》preguntó dañada.

《No...》bufó Philipe frotándose los ojos.

《¿Y por qué estás raro conmigo?》preguntó.

《Porque pensaba que te ibas... Sí te acuerdas, perdiste el norte y por eso estamos aquí. Sigo pensando en que haría yo sin ti.》dijo mirándola a los ojos.

《Philipe... lo siento. Te había juzgado e incluso he llegado a pensar que me querías.》dijo Renée suponiendo que Philipe la quería con amor familiar.

《Renée, yo te quiero pero como si fueras mi hermana pequeña.》dijo Philipe serio como si le confesara su mayor secreto.

《Yo también.》dijo Renée y lo abrazó.

Cuando acabaron de abrazarse volvieron a la fiesta. Ella se ajuntó con Elvyne y le hizo una seña a todos los de su grupo para que permanecieran juntos. La noche continuó y Renée y Philipe salieron a bailar con la condición de que después iría Elvyne. Cuando la elfa vio que Philipe la tomaba para bailar con él y Renée, ella puso una cara enorme de felicidad.

Cuando llevaban un rato bailando, todos se sentaron alrededor de la fogata y miraron el fuego con atención. Renée no sabía que estaban haciendo pero Nihel la tranquilizó con un gesto. Una mujer mayor de la tribu empezó a contar una historia y mientras la contaba, las llamas del fuego se movían creando figuras y formas.

《Querida familia, si no lo habéis notado, tenemos a la chica hada entre nosotros. Os explicaré un cuento a su gusto, alteza.》dijo la mujer guiñándole un ojo. 《Una pequeña gota de agua nadó hacía tierras prohibidas. Allí encontró una llamarada de fuego. Los dos se enamoraron al instante pero si se tocaban, se matarían entre sí. Pasaron los días y el agua iba siempre a ver a la llamarada. Sus progenitores les prohibieron verse nunca jamás. El agua lo amaba pero ella pensaba que la llamarada no la quería pues nunca demostró su amor. La llamarada, tímida e insegura daría la vida por el agua pero temía de hacerle daño. Más tiempo transcurrió y los dos hicieron vidas aparte pero siempre pensando el uno del otro. Una vez coincidieron en un prado. El agua se asombró al verlo. Los dos eran diferentes pero se querían y a pesar de la gente y los prejuicios, los dos corrieron a besarse. Se amaban y preferían vivir una vida corta pero juntos a una vida larga, separados. Cuando sus cuerpos de ajuntaron, el fuego se convirtió en humo y el agua en vapor. Los dos gases volaron juntos por el cielo libremente tocándose y amándose.》acabo la señora.

Renée que había estado todo el rato atenta no pudo no dejar de pensar en que ella era el agua y Jérémie el fuego. ¿Debían amarse aunque ese amor los podría matar? La anciana miró a Renée y le guiñó un ojo. Renée la miró confundida y la mujer le asintió con la cabeza, leyéndole los pensamientos. Renée miró a Jérémie. Él estaba charlando con Marcel y Gaspard. Entonces fue ahí cuando Renée lo tuvo claro.

J. R. Third ♡

La profecía de Renée ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora