El cruel rey disfrutaba viendo como Jérémie gruñía y gemía ante los azotes del látigo. Renée quería que todo parara pero incluso cuando lo pedía nadie la hacía caso. Ella se iba enfureciendo aún más y más.
《¡BASTA!》gritó más alto de lo normal.
Pero el rey no dio la orden de parar. Jérémie cayó al suelo exhausto. El soldado tiró el látigo aparte y cogió una espada. Renée abrió mucho los ojos y se descontroló. Sabía lo que venía después y no quería eso. Ella luchó contra el soldado que la tenía cogida y como vio que no la soltaba y que la espada estaba apunto de degollar a su marido toda su rabia interior salió. Pegó un grito y con él unas ondas que salían de ella. Esas ondas destrozaron toda la tienda, dañando a los que estaban en su perímetro.
Él guardia que la había cogido estaba en el suelo muerto, el que iba a matar a Jérémie estaba a metros de distancia de la casucha ahora destrozada, muerto o desmallado. El rey estaba atrapado por las paredes y algunos muebles de su cabaña. Renée fue corriendo hacia Jérémie. Él estaba débil pero aún estaba vivo. Renée lo cogió en brazos como pudo pero otra ronda de guardias la rodearon. Ella volvió a dejar a Jérémie en el suelo y los encaró.
《Dejadnos pasar.》dijo ella enfadadisíma.
Los soldados no se movieron pero se les notaba el miedo en la cara. Jérémie gimío de dolor y Renée volvió a ponerse histérica. Miró al soldado que parecía estar al cargo y de repente él empezó a gemir y a dejar de respirar. Renée lo acabó matando otra vez con su mente, ahogándole. Nadie se dio cuenta de que los ojos de Renée se tenían de rojo. Cuando los soldados sacaron sus armas Renée los volvió a atacar como ella sabía. Todos ellos salieron por los aires y los que sobrevivían, huían de ella corriendo.
Ella vio a sus amigos ahora sin guardias vigilandolos y los desató. Les ordenó que llevasen a Jérémie a un lugar seguro y Marcel fue quien se lo volvió a llevar hacia las montañas. Gaspard y Elvyne los siguieron. Philipe observó a Renée.
《¿A dónde vas?》preguntó inquietamente viendo que ella volvía hacia la casucha en ruinas.
《Hay algo que tengo que terminar.》dijo ella adaptando los ojos rojos otra vez.
Ella caminó lentamente hacia el rey masoquista y lo cogió de los cabellos para levantarle la cabeza. El rey la miró asustado y tembloroso.
《Ya no tendrá que preocuparse de su tribu nunca más. Ya está extinguida.》dijo ella y le clavó la daga lentamente en el cuello, rajándolo.
Cuando el rey cayó muerto, ella volvió a su unicornio junto a Philipe y marcharon rumbo hacia donde estaban sus amigos.
Elvyne y Philipe recolectaron hierbas curativas, Gaspard se fue en busca de alimentos y agua. Marcel improvisaba una aguja para coserle la espalda y Renée cortaba la hemorragia con trapos. Ella ya volvía a la normalidad y ahora solo podía pensar en él y el como podía curarlo.
《Si tienes que llorar, llórale en la espalda. Conseguirás curarlo de inmediato.》dijo Marcel serio.
《¿Tan fácil?》preguntó ella.
《Sí. Pero tienen que ser lágrimas de verdad. Puro sentimiento.》concretó él.
Renée intentó llorar pero no le salía. Ahora que lo tenía a su lado ya no le apetecía llorar pues pensaba que todo estaba salvado si él estaba con ella. Ella lo intentó una vez más pero nada. Prefirió dejarlo para después. No venía de 5 minutos. Philipe y Elvyne vinieron con las hierbas y las extendieron por su espalda. Renée utilizó lo poco que les quedaba de agua y se la extendieron para que las plantas hicieran su efecto. Jérémie dormía pero gruñía de vez en cuando.
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La profecía de Renée ©
FantasiEsta historia está ambientada en Francia en el año 2016. Renée Caitlin es una chica de 17 años que vive en París. La parisina tiene una vida simple y sin emociones hasta que un día, ella y su familia van a un parque natural donde hay un laberinto...