Capítulo 23

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《¿Por qué les tienes tanto miedo?》preguntó sin entender.

《Porque tu eres su reina. Jérémie se les arrebató la heredera al trono. Han dictaminado una guerra y, ¿crees que si tu llegas hacia su reino te dejarán ir tan felizmente?》

《Sí eso pasa, lucharemos. Sé pelear. Tu mismo me has enseñado. No dejaré que más gente tome mi vida como si fuera un juguete.》

《Pues sí vamos a pelear que no sea en vano.》dijo Philipe y Renée asintió. 《Tu última pregunta.》le recordó Philipe.

《Me la guardaré.》dijo precavida.

《¡Eso no se vale!》exclamó frustrado.

《Tuviste que haber explicado las reglas antes de empezar.》cantó sonriente.

《Eres horrible. Buenas noches.》dijo actuando de herido.

《Buenas noches, hermanito.》le dijo riéndose.

Los dos se giraron de espaldas pero poco a poco se fueron durmiendo y al final cayeron en los brazos de morfeo.

Al día siguiente, se levantaron con el amanecer y recogieron todo. Elvyne esparció las cenizas que quedaron de la hoguera para que no les siguieran el rastro. Cuando ya estaba todo recogido, cogieron a los caballos por las riendas y descendieron la montaña. Cuando ya estuvieron en territorio plano, montaron a sus caballos y galoparon.

Silvestre los guió hasta el bosque. Allí trotaron esta vez con más calma. Renée no supo si era porque el terreno era irregular o porque se acercaban a su destino. Después de dos horas trotando, pararon a descansar. Allí volvieron a comer un pequeño desayuno y alimentaron a los caballos.

Renée se acercó a Elvyne. Necesitaba hablar con alguien después de estar todo el día sin hacerlo. Ella se sentó junto a ella mientras las dos comían un trozo de pan y agua.

《¿Cuando llegaremos a ese maldito lugar?》preguntó Elvyne.

《No lo sé.》contestó aún sabiendo que no era una buena respuesta.

Ahí se acabó la conversación. Cuando Renée acabó de comer, se acercó a Silvestre. Él parecía inmerso en sus pensamientos que casi ni miró a Renée. Ella se sentó a su lado esperando un poco de apoyo por su parte pero no recibió ninguno.

《¿Sabes si esta muy lejos?》preguntó con la voz falsamente animada.

《Ya hemos llegado. Ellas decidirán si quieren que pasemos o no.》

《¿Su reino es invsible?》preguntó con sorpresa.

《Hay una magia que lo protege. Aunque no es muy buena pues qualquier criatura podría seguirles el rastro. Esta lleno de polvo de hadas.》

Renée empezó a mirar por todo el bosque para encontrar ese polvo pero no vio nada. Ella se levantó y le explicó todo a Elvyne. La elfa frunció el ceño cuando no supo a que estaban esperando concretamente. Renée sabía que no tenían mucho tiempo, ya que se imaginaba que Jérémie la estaría buscando otra vez. No quería ser rescatada todo el tiempo pero entendía la preocupación de su marido. 

Renée empezó a caminar por el bosque. Miraba las flores pero esta vez algo había cambiado; ya no sentía nada por ellas. Se decepcionó al ver que ya no se sentía como una pequeña princesa en el bosque. Cuando era pequeña le encantaba venir con su padre por la sensación de libertad y de vivir en un cuento de hadas pero ahora todo se había esfumado.

Cogió una flor blanca y la miró arrugando la frente. Justo cuando la iba ha arrancar una pequeña luz salió de esta. Renée se cayó de culo al suelo y no tardó mucho en sacar su daga y apuntarle. La luz no paraba de moverse muy rápido, entonces ahí Renée supo que podía tratarse de un hada. Ella guardo su daga lentamente y levantó las manos. La luz se colocó encima de otra flor. Renée se acercó a ella y entonces la luz se posó en una rosa. Cada vez que Renée se acercaba, la luz se separaba. Renée se acordó de las luces que también la guiaron para que encontrara a Angelette, así que no dudo en seguirla.

Entonces delante suyo apareció un montón de casas en los árboles. Renée abrió los ojos como platos. Estaba en el reino de las hadas. Una hada morena con aspecto y tamaño humano, se aproximó a ella. Renée supo que no debía sentirse en peligro pero no olvidó el consejo de Philipe. No todos son lo que parecen. Se dijo a ella misma. Tenía que hacer esto por su pueblo. Por sus amigos. Por Jérémie.

《Buenos días, Renée.》le dijo la hada.

《Buenos días.》contestó Renée.

《Te hemos estado esperando hace 17 años para que estuvieras con nosotros. Acompáñame.》

Las dos caminaron hasta un árbol con el tronco tan grande como la anchura de una casa. Allí habían unas escaleras talladas en el propio tronco. Renée las subió rápidamente. Algo bueno que tenia el hecho de habérsela llevado era que ahora estaba más en forma. A lo alto del árbol había una gran mesa con sillas. Todas hechas con hojas, palos y lianas. Renée se sentó en una de ellas cuando la hada la invitó a hacerlo. Ella también lo hizo.

《¿Cómo estás?》le preguntó con un gesto materno.

Renée dudó ante la pregunta. Nadie le había preguntado eso en todo este tiempo. Ella pensó en que podía contestarle. ¿Bien, mal, cansada, excitada, enamorada, traicionada? Habían demasiados factores por contar para resumirlo todo en un solo adjetivo.

《Bien.》dijo finalmente. La verdad es que no mentía. Por fin era algo en la vida. Había aprendido mucho y madurado así que no tenía tantos motivos como para negárselo.

《No pareces segura.》se quejó el hada.

《Pues sí que lo estoy. Aunque no lo estaré.》

《¿Por qué dices eso, cariño?》él apodó casi le hizo vomitar.

《Porque declaráis la guerra a mi pueblo. Ahora son... mi familia.》

《Porque te tienen atrapada.》replicó el hada.

《¿Acaso parezco estar atrapada?》preguntó irónicamente.

《No íbamos a hacerte daño. Solo te íbamos a liberar.》dijo con tristeza y avergonzada.

《Cada golpe que le hagáis a uno de ellos, me lo dáis a mi.》

《¿Cómo sé que no te han obligado a decir todo esto?》

《Porque si me estuvieran obligando ha hacer cosas, te pediría que me protegieras. No necesito tu protección. No necesito la de nadie. Pero si hacéis esa guerra mataréis a Jérémie. Y ahí es donde me tengo que interponer.》

《No matamos. Solo debilitamos.》corrigió el hada.

《Si lo debilitáis, vendrán otros demonios a matarle. Así que vosotras le entregaréis carne débil a un montón de demonios hambrientos. Para mi eso es llevarle a la muerte.》

《¿Por qué te importa tanto tu raptor?》preguntó asqueada.

《Es mi marido. Y él me quiere.》dijo extrañada por sus palabras.

《¿Y tu lo quieres?》preguntó esperanzada.

《Sí.》contestó rápido. 《Hay veces que quiero desaparecer de su lado, pero cuando lo hago, como ahora, no puedo dejar de pensar en él. En su cara de decepción cuando se haya enterado que me he escapado. No quiero herirle pero si no hacía esto, moriría. Y si lo pierdo, lo perderé todo.》

《No creo que sepas quien es tu marido.》dijo el hada. 《Observa.》unas ramas se movieron delante suyo hasta formar un círculo.

En ese círculo aparecieron unas imágenes. Era Jérémie un poco más joven. Él estaba en un bosque con Marcel. La imagen era borrosa pero Renée vio como otra persona entraba dentro de la imagen. Jérémie empezó a mover las manos. Una luz roja salía de ellas y Marcel le iba diciendo que debía de hacer. Esa luz estrangulaba, arañaba y sacaba la piel al pobre tercer hombre.

Renée miró la escena espantada. Luego salió otra. Era en una habitación de su castillo. Había una mujer atada con cadenas y Jérémie estaba delante de ella. Él tenía los ojos rojos y la magia rojo ya salía de sus manos. Renée quiso quitar la vista ya sabiendo que pasaría pero no lo hizo. Jérémie quemó viva a la mujer. Luego unos perros se la comieron.

La imagen se apagó y las plantas volvieron a su estado anterior. Renée notó la bilis en la garganta. No se podía creer que ese hombre era el mismo con el que había dormido tantas noches.

♡ J. R. Third ♡

La profecía de Renée ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora