La noche llegó, y yo seguía sentada en el salón viendo el cielo a través de la ventana. De pronto, sentí a alguien a mi lado, me dí la vuelta y me encontré con el rostro de Sherlock, el cuál estaba siendo levemente iluminado por el reflejo de la luna. Sonreí ante aquella imágen. Él se giró hacia mí e imitó mi gesto, miró mi mano unos segundos para después tomarla y entrelazar sus dedos con los míos. Suspiré y lo miré. Teníamos que hablar. Tenía qué saber qué había pasado.
— ¿Por qué lo hiciste? — dije sentándome más firmemente.
— ¿Hacer qué...?— dijo frunciendo el ceño, cómo un niño al que han atrapado.
— Mmm, no sé. ¿Mandarme a casa de la nada? ¿Olvidarte de mí en el hospital?
— Estabas más segura, sin mí ahí. — dijo después de tocer un poco.
— Ya, ¿y porqué has cambiado de opinión?— levanté una ceja.
— Eso no importa.— dijo fastidiado, pero yo seguía.
— Claro que no ¿Porqué no has ido a verme en el hospital?
— ¡Estaba ocupado, ¿vale?! — dijo volviendo a usar su tono de voz grave y misterioso. — Mi vida no gira en torno a tí, Watson. Tengo cosas más importantes que hacer. Tengo asesinos que atrapar, ¡misterios que resolver! No tengo tiempo para estas cosas. — dijo entre susurros.
Y ahí estaba el Detective Sherlock Holmes, el hombre conocido por ser un maldito sociópata sin sentimientos ni remordimiento. Reí negando con la cabeza y me dirigí a mi habitación. Cerré la puerta y, después de ponerme con sumo cuidado mi pijama, me lancé a la cama. Me quejé al sentir dolor en mi herida, la cuál aún no había cerrado por completo. Maldije en un susurro para después acomodarme de tal manera en la que pudiése dormir tranquilamente. Apagué la luz que se encontraba sobre el cajón al lado de mi cama, y me dispuse a dormir. Pero no podía. Las lágrimas que comenzaron a salir de mis ojos no me dejaban descansar.
Tenía miedo. Y lo peor de todo, ni si quiera sabía a qué.(...)
Desperté a media noche al sentir unas frías manos rozar mi abdomen desnudo, muy cerca de la herida. Tragué aire del susto para después encender la tenue luz con una rapidez increíble, sólo para encontrarme con el pálido, delgado y largo cuerpo de Sherlock a mi lado, observé su rostro y noté que cerraba los ojos con fuerza. Me acosté quedando de frente con él, posé mi mano en su mejilla a lo que abrió los ojos casi instantáneamente. Puso su mano sobre la mía, yo me limité a mirarle fijamente y dejarle hablar.
— Te he mentido, Jane. — susurró— Mi vida no gira en torno a tí porque tú eres mi vida, Watson...Tengo miedo — hizo una mueca.— No me gusta sentirte así.
— ¿Sentirte cómo? — dije en voz bajita, sin entender por completo.
— Enamorado.
Abrí la boca casi impactada por su confesión. Me acerqué él y lo abracé, sabía lo poco que le gustaban los besos por lo que decidí no hacerlo, pero me acercó a él y me besó tiernamente. Disfruté de los escasos segundos en los que Holmes posó sus labios sobre los míos, me separé de él al sentir su incomodidad. Reí con ternura por su gesto, él cerró los ojos e hizo una mueca, esa mueca que hace cuándo quiere decir algo pero no puede.
— ¿Qué pasa, Sherlock? — dije en un susurro. Él abrió nuevamente los ojos y se sentó sobre la cama, agrandando la distancia entre nosotros. Imité su gesto, me senté quedando frente a frente con él. — Vamos, dime...
— No puedo hacerlo.—dijo con su típico tono de voz monótono.
Suspiré pesadamente al darme cuenta de a que se refería. Negué con la cabeza y me acerqué un poco a él, no demasiado.
— Yo...lo entiendo, Sherlock. No tienes que hacer nada que no quieras...— dije refiriéndome a la cosa más temida por Holmes, amor. Una relación sentimental.
— Quiero hacerlo. Quiero protegerte, pero...— se puso de pie frunciendo el ceño mientras miraba a un punto fijo. — Probablemente me culparía por el resto de mi vida si algo te pasa. O peor aún, la parte emocional de mi cerebro entraría en conflicto con la intelectual, podría perder mi empleo, o peor aún, mis habilidades sociales...— reí sarcástica. Me miró fijamente a lo que callé—. Lo que trato de decir, es que al volverme dependiente a tí, a tus besos, caricias...— toció incómodo.— Y otras cosas...perdería lo que más añoro-.
— Tu fría lógica. — dije completando su oración. — Entiendo. Quizá tienes razón. Sería poco profesional, ¿no? Trabajamos juntos— dije burlona, con una enorme sonrisa, dándome la vuelta, quedando frente a él. — En fin, buenas noches, colega. — dije dándole la espalda mientras me acostaba nuevamente.
Sherlock suspiró.Escuché sus pasos alejarse, abrió la puerta, y justo antes de cerrarla, dejó salir unas suaves palabras.
— Buenas noches, colega. — susurró para después salir de la habitación. Cerré los ojos intentando no ponerme a llorar o algo peor. Era de esperarse. Trabajamos juntos, y fuera de eso, es Sherlock Holmes. ¿qué más podía esperar del pobre hombre? En ese momento comencé a dudar si regresar fue la mejor opción.
(...)
Pasaron unas horas, dormía placidamente hasta que escuché ruidos provenir del pasillo, sonaban como pasos desesperados, mis sospechas se afirmaron cuándo un Sherlock agitado y con la respiración entre cortada entró en mi habitación. Me puse de pie y me acerqué a él, quien no dijo palabra. Pasé mi mano por su rostro, estaba muy pálido y supuse que tenía fiebre pero se encontraba casi-perfectamente.
— ¿Te sientes bien? — dije mirándole preocupada.
Me miró fijamente, con los ojos levemente más abiertos de lo normal, su pecho subía y bajaba a una velocidad alarmante, me tomó de los hombros y se agachó un poco, quedando a mi altura, acercó su rostro al mío y habló.
— Ha vuelto.
ESTÁS LEYENDO
Sherlocked (BBC Sherlock & Tú).
FanfictionJennifer Watson, una joven ex-médica transferida a Londres para trabajar en Scotland Yard. Jamás imaginó que se encontraría con Sherlock Holmes, el detective más famoso de la ciudad, quien, cabe aclarar, no creía en el amor. Hasta que la conoció. Je...