Capitulo VII (Final Pt. 1)

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Nota: Os recomiendo poner multimedia para tensar más el ambiente. 

Pasó una semana desde mi cena amistosa con Anderson, nos veíamos sólo en las mañanas, ya que cada quién tenía trabajos distintos. Yo ahora era enfermera en un hospital de ancianos, y Anderson...sólo sabía que su trabajo le mantenía muy ocupado. 

Había terminado mi turno, eran las once de la noche y apenas volvía a casa después de un largo y arduo día. Todos ahí me trataban distinto, cómo si fuése alguna especie de bicho raro. Todos me decían que si había hecho click con alguien cómo Sherlock Holmes, significaba que yo también era una psicópata, cómo él. Mejor dicho, Sociópata Altamente Funcional. 

Una vez frente a mi edificio, saqué mis llaves y entré, subí las cortas escaleras hasta llegar a mi piso, entré y, al encender las luces, me encontré con una gran sorpresa. Phillip Anderson se encontraba en mi sofá favorito, sentado tranquilamente. Miré su rostro y noté que sus ojos estaban rojos, hinchados y llorosos. Su labio inferior temblaba al igual que sus manos. Sentí un escalofrío al verle así, me acerqué a él, se puso rápidamente de pie.

— ¿A-anderson?...¿Estás bien?

Se puso de pie y se lanzó a mí, me rodeó con sus brazos abrasándome con fuerza, comenzó a llorar sobre mi hombro, yo me quedé quieta, seguía preguntándole que estaba mal con él, pero se negaba a contestar. Unos segundos después, se alejó de mí y me miró fijamente. Reconocía esa mirada, algo muy malo estaba por pasar, pero no sabía bien que...Se acercó un poco a mí, sin quitar sus brazos de mi espalda, y tétricamente, susurró en mi oido:

— Lo siento tanto, Watson...— y sin respuesta alguna, clavó algo en mi cuello. Sentí un líquido agrio correr por mis venas, caí al suelo mientras le veía fijamente desde ahí, él me miraba llorando a más no poder. Bajé la mirada hacia su mano, y noté cómo una jeringa goteaba un líquido blanquisco que noté al instante. Mi visión se volvió borrosa, y de un momento a otro, no podía moverme. Escuchaba todo muy grave, y todo se movía tan lento que me mareé. 

De un momento para otro...todo se volvió negro. 

Ésto me parecía tan familiar, la misma sensación de miedo que sentí la vez que los hermanos Allen me tenían en sus manos, cuándo estaba a punto de morir, ésto no era nada...pero no sabía lo que me esperaba, para nada.

(...)  


Jenn...Jennifer...¡DESPIERTA!

Sentí agua fría caer bruscamente sobre mi rostro, haciéndome reaccionar al instante. Al despertar, comencé a respirar agitadamente debido al susto que aquello me ocasionó. Me encontré con una profunda mirada que, por alguna extraña razón, se me hacía conocida, él me veía fijamente, con una enorme sonrisa,  parecía disfrutar de ésto. 

— Oh, así que...Tú eres ¿Jennifer Harriet Watson? — dijo él, cómo si nada, yo me quedé quieta, y callada mientras él caminaba por aquel lugar. Giré levemente mi cabeza hacia la izquierda, y cuándo mi visión se aclaró por completo, noté que estaba sobre el techo de un edificio, atada en una silla, con una mordaza en la boca. El frío aire golpeaba mi rostro, por alguna extraña razón, sólo mi rostro. Bajé la mirada, y logré ver que me encontraba vestida con un uniforme de médico, Moriarty me dedicó una enorme sonrisa al ver que noté aquel...detalle. 

— ¿Te gusta? — dijo mirándome fijamente—. Es una lástima que no sea tuya, pero...he tenido que usarla para algo más...especial. 

Comenzó a caminar por el techo, posándose peligrosamente en la esquina, pasó unos minutos sin hablar, mirando con tranquilidad los edificios que decoraban todo Londres, de pronto, escuché la icónica canción de "Stayin' Alive" sonar, él me miró se acercó a mí y habló mientras caminaba a la puerta del edificio. 

— La hora ha llegado, Jenn. La hora ha llegado, la hora ha llegado...— dijo cantando cómo un niño pequeño al emocionarse. — Es una lástima, me hubiera encantado conocerte mejor, luces...interesante. — se acercó a mí, y besó suavemente mi mejilla mientras yo intentaba apartarme. 

Salió del techo dando pequeños brinquitos hasta la puerta, dónde lo perdí de vista. Intenté zafarme de la silla a la que estaba atada, pero era imposible. Parecía tener miles de rollos de cinta adhesiva juntando mis muñecas y tobillos. Me agité con fuerza. Me sacudía de un lado para otro, pero lo único que logré fué caerme al suelo, ni siquiera conseguí romper la silla. Gruñí al sentir aquel dolor sobre mi estómago, intenté girarme hacia otro lado, dónde no me doliera tanto, pero no podía. Tonta, tonta, ¡tonta! Sentí un cálido líquido recorrer mi abdomen, al instante supe que era. Bajé la mirada y ví cómo mi bata azul se teñía rojo vino. Si no moría asesinada por un psicópata, moriría por mi estupidez. 

Después de arduos y dolorosos intentos, logré quedar boca arriba. Era mucho más incómodo así, pero menos doloroso. Respiraba con dificultad debido a la inmensa cantidad de sangre que había perdido en aquellos minutos. 

Un rato después, justo cuándo perdí la cuenta de las horas que llevaba ahí, apareció la persona a la que menos quería ver en éste instante. 

Sherlocked (BBC Sherlock & Tú).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora