Capitulo I

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Iba en el avión hacia Londres, dónde mi nuevo jefe, Lestrade, me esperaba. Miraba por la ventana, las gotas se estrellaban contra el vidrio, dejando una imagen muy bonita, estaba tranquila, pero por dentro me comían los nervios.

(...)

El movimiento de el avión aterrizando me despertó, pero no por completo. Seguí mirando adormilad por la ventana, viendo cómo poco a poco el avión se acercaba al suelo. El cielo era gris, no había pájaros, ni sol. La vibra era muy...melancólica, sonreí levemente, recargando mi cabeza contra la ventana.

— Pasajeros, han llegado a su destino. Favor de salir por la puerta, sin empujar. Gracias por su preferencia.— dijo la aeromoza.

Abrí lentamente mis ojos, pero seguía sin moverme. << ¿Y si me quedo aquí por siempre? >> Un pequeño agitón me sacó de mis pensamientos, la señora que se sentaba a mi lado movía mi hombro.

— Señorita, hemos llegado ya.— dijo suavemente.

Asentí con la cabeza, intentando sonreír. La señora se despidió de mí y salió del avión. Suspiré. Finalmente me puse de pie, acomodé mi abrigo y tomé la maleta que se encontraba en los compartimentos superiores, me la colgué en el hombro y salí de ahí. Al bajar por las escaleras de metal que separaban el suelo del avión, sentí una fuerte brisa golpear mi nuca, a lo que me levanté el cuello del abrigo y acomodé mi bufanda. Metí mis manos en los bolsillos y caminé hacia el aeropuerto a recoger mi maleta. Me estaba congelando de frío aún después de entrar a la sala de espera, insulté mentalmente mientras soplaba aire caliente en mis manos. 

(...)

"—...¿por qué no llega?"— pensé.

Llevaba ya un rato esperando a que mi maleta llegara por aquella banda, pero nada.

— ¡Esta es la última, chicos!— dijo un guardia dejando una maleta negra en la cinta.

Suspiré pesadamente al ver que la mía simplemente no apareció. Me acerqué al guardia, dispuesta a hacer un espectáculo con tal de recuperar mi maleta.

— Disculpe, mi maleta no aparece, ¿está seguro de que no está por ahí? 

— Permítame revisar, señorita.

— Sí, muchas gracias.

El guardia caminó hacia el exterior, donde montaban las maletas del avión en aquellos enormes transportines, me giré hacia otro lado, topándome con un hombre sospechoso, quién al parecer, me estaba tomando fotos. Fruncí el ceño mientras lo miraba fijamente, en cuánto me notó, soltó una leve risa y desapareció.  << ¿Pero qué demo..? >>

— Lo siento, señorita. Al parecer, esa era la última.— dijo el guardia

— Ya...Gracias.— quizá era mejor evitar el drama, estaba cansada y supuse que sería mejor llamar luego y reclamar. —Buenas tardes.— dije con una especie de sonrisa.

(...)

Ahora me encontraba en la "sala de espera" del lugar, donde había muchas sillas y claro, muchas personas. Buscaba con la mirada a Lestrade, pero era inútil, ya que no tenía una gran idea de cómo era. De repente, vi a un señor rubio, alto dirigirse hacia mi. Al principio, creí que era él, pero me di cuenta que no al escuchar a una mujer y dos niñas llorar de la emoción detrás de mí. Probablemente es su padre. Reafirmé este hecho cuándo una de las niñas corrió a mi lado para llegar a aquel hombre, quién la recibió con un cálido abraso. Sonreí levemente, casi conmovida.

(...)

— Malditas sillas incómodas...— susurré molesta. 

Llevaba más de dos horas y media esperando al bendito Lestrade, mi espalda me dolía por las sillas de plástico baratas y mi humor iba en picada. Me puse de pie, desesperada, y me dirigí a la cafetería del aeropuerto. Mientras caminaba hacia allá, miré mi reloj, gruñí. Al llegar, me dirigí a la máquina de café, me preparé uno, y después de tomar los sobres de azúcar necesarios, caminé hacia la caja. Le pagué a la señorita, y me dí la vuelta. Ligeramente feliz de tener un café. Pero no duró mucho.

Sherlocked (BBC Sherlock & Tú).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora