Capitulo III

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Sherlock y yo seguíamos frente al cadáver de Alice Bedny, él intentaba deducir lo que había pasado, yo analizaba las heridas que tenía. De pronto, escuchamos pasos acelerados retumbar en el pasillo. Tacones. Supuse por la desesperación en los pasos, que era la madre, La Duquesa. Me acerqué a la puerta para abrirla, pero la Duquesa la abrió de golpe, dándome justo en la cara. Caí al piso mientras me cubría la cara, aparté un poco mi mano y noté que estaba sangrando. Maldije internamente cubriendo mi labio rojo, presioné mi manga contra él para retener un poco la sangre.

— Buenas tardes a usted también...— susurré molesta. 

Sherlock se acercó a mí dando pasos largos y rápidos, me ayudó a ponerme de pie y me dió su pañuelo para quitarme la sangre. Agradecí y él se limitó a sonreír. Sherlock miró fijamente a la duquesa, quién lloraba cómo un bebé. Lo miré, noté que se había dado cuenta de algo. Me acerqué a él, plantándome justo a su lado.

— Bien, Duquesa. ¿Es ella su hija?— dijo firme.

La Duquesa se acercó lentamente al cuerpo, los lloriqueos disminuyeron. Hecho que hizo que me confundiera. << ¿Por qué dejó de llorar? >> Fruncí el ceño, acercándome a ella, intentando ver su cara

— No, no es ella.— contestó alejándose. 

Fruncí el ceño. << Claro que es ella...>> Miré el cuerpo de nuevo. Era el único cuerpo que encajaba con la descripción de Alice Bedny. Los adinerados padres mandaron a poner fotos de ella por toda la ciudad.

— Los adinerados padres...— susurré, pensando en voz alta.

Sherlock me miró confundido. Alzé la mirada. Me acerqué a la puerta y la abrí.

— Duquesa, ¿nos permite un momento a solas? – dije firmemente, casi segura de lo que creía era verdad.

Ella, entre lágrimas secas, salió de la habitación. Sherlock se acercó sin entender.

— ¿Qué pasa?

— Sherlock, la Duquesa y su familia son  de las personas más ricas en Londres, ¿por qué su hija iba vestida como vagabundo? Su cara está...irreconocible, quizá si le quitamos la ropa haya algo más característico.

Él alzó la vista al procesar lo que había dicho. Corrí hacia el cuerpo y comenzé a quitarle la ropa al cadáver, Sherlock me ayudó. Al terminar, notamos varios rasguños en el abdomen y piernas, los cuales eran todos post-mortem. 

— Le pusieron esa ropa a la fuerza..— dijo él. — Molly, dile a la Duquesa que entre de nuevo.

Molly, quién se encontraba en la esquina de la sala, corrió hacia la puerta. Sherlock y yo esperamos unos minutos. De repente, llegó la Duquesa caminando con sus tacones de punta, sin prisa alguna, pero con una tristeza innegable. 

— Duquesa, repito, ¿ella es su hija?— repitió Sherlock.

La señora rompió en llanto de nuevo al reconocer finalmente a su hija.

— E-es ella...— dijo abrasando el cuerpo de la chica.— No puede ser, mi Alice...mi bebé...— dijo lanzándose sobre el cuerpo pálido y frío. – ¿Qué te han hecho...? 

La Duquesa cayó al suelo de rodillas, posando una mano en su pecho y sosteniendo la fría mano de su hija con la otra, miré la escena sintiendo un vacío en mi corazón. Si perder a una madre es doloroso, no me imagino cómo se ha de sentir perder a un hijo. 

(...)

— Bien, hemos acabado por hoy. Hora de ir a casa.— dijo Sherlock quitándose sus guantes. 

Sherlocked (BBC Sherlock & Tú).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora