Capitulo VII

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Desperté y Sherlock ya no estaba. Todo se sentía como un sueño. Me puse de pie, lenta y desganadamente, caminé hacia la puerta, la abrí lentamente y salí. Sherlock estaba en la mesa, quemando un...ojo. Espera, ¿un ojo?!

— Buenos días.— dijo sin mirarme. 

— Buenos días...— dije rodéandolo hasta llegar al refrigerador.

Él siguió con lo suyo, yo me limité a prepararme un café y no decir nada. Calenté la leche en la estufa, saqué una cuchara pequeña, y abrí la alacena para sacar el café molido, pero, al abrirlas, me encontré con una cabeza cortada. Provocando que me echáse repentinamente hacia atrás. Sherlock sólo me miró de reojo y rió. Rodé los ojos, suspiré, molesta, me metí al baño a cambiarme de ropa. 

— Ya es la segunda vez, Sherlock. — dije antes de azotar la puerta.

Cuándo salí, ésta vez vestida apropiadamente, me dirigí hacia Sherlock, quién actuaba indiferente. 

— Iré por café...sin cabeza, encima. — dije tomando mi bolsa.

No recibí respuesta por su parte. Abrí la boca para decirle lo insoportable que era su actitud, o lo bipolar que me parecía, pero decidí mantenerme callada, sonreí falsamente. Mientras bajaba las escaleras, me encontré con la Sra. Hudson. Seguramente tenía una mala cara cómo para merecerme aquella cara de lástima que me dedicó.

— ¿Estás bien, querida?

— ¿Eh? Sí, si.  Todo está bien...Vuelvo en...un rato. 

Dicho ésto, aceleré mi paso y salí de aquel edificio. Unas tremendas ganas de llorar me atacaron otra vez. Y de repente, sentí la lágrima traicionera resbalar por mi mejilla. Estaba confundida, frustrada, desesperada. Estaba así por Sherlock Holmes. 

(...) 

— ¿Cuánto va a ser? 

— Una libra, señorita. 

Le pagué al señor de la tienda, tomé mi café y mis galletas y salí de ahí. En cuánto salí de la tienda me sentí observada, vigilada. Y, dios, conocía esa sensación cómo nadie. Giré discretamente a mi alrededor, pero no había nadie sospechoso. Asustada, decidí acelerar el paso hacia casa. Hubo un punto en el que corría tan rápido, cómo si alguien me estuviese persiguiendo, pero ¿realmente era así? ¿Estaba alucinando por la falta de sueño?

Todas esas inseguridades se disiparon al entrar a mi casa. Tenía la respiración entrecortada, las mejillas rosadas y mis piernas temblaban. Subí lentamente a mi piso. Entré hasta la cocina y dejé las cosas. No había rastro de Sherlock. Suspiré pesadamente, sentía un nudo formarse en mi garganta. Estaba pagando la cuenta por haberme dejado llevar ayer. Por haber sido tan débil. No, por haber demostrado que era débil. Tonta.

Había ordenado un poco la casa -que era un desastre- y me encontraba sentada en mi sofá, relajada, tranquila. Ya había sacado todas mis preocupaciones. Todo estaba bien, o eso creía. De pronto, mi celular sonó, sacándome de mis pensamientos. Contesté creyendo que era algún conocido. 

— ¿Hola? 

—...Eres buen potencial, Watson...— dijo una voz malévola, oscura. 

— ¿Q-quién habla?

— Oh...eventualmente lo sabrásTranquila...— dijo una voz masculina suavemente, con aquella voz ronca que te ponía los pelos de punta por el miedo que te causaba.

— ¡Dime quién eres o llamaré a la policia!

— No te recomiendo eso...Mira por tu ventana. — tragué saliva.

— ¿Qué?

— Dije que MIRES. POR. TU VENTANA. 

Me puse de pie, lentamente. Si me estaban vigilando, no debía parecer sospechosa. Miré por la ventana y noté que había un francotirador apuntándome, bajé la mirada a mi abrigo. Pude notar claramente aquella lucesita roja. Brillante. Capaz de hacerte llorar. Acerqué el móvil a mi oido.

— Si quieres que tu querido Sherlock siga vivo...No vas a dejas que se entere de nada. Si le dices, ambos mueren. Tú decides...

Aquella misteriosa persona colgó, dejándome con demasiadas dudas. Un recuerdo me vino a la mente...

  — Oh, Sherlock, ¡te dije que no dispararas a la pared!...

Pared...Disparo...Alzé la vista.

— Arma. 

Sherlock guardaba un arma en el cajón del salón, justo donde me encontraba. Seguía viendo el punto rojo en mi abrigo, pero eso no me detuvo...Salté hacia un lado, cayendo bruscamente al suelo. Pero no sirvió de nada, ya que sólo sentí un fuerte impacto estallar contra mí.

(...)

Veía borroso, y sólo lograba escuchar un molesto pitido continuo, ¿dónde estaba? ¿Dónde está Sherlock? Cuándo mi vista se aclaró, logré ver a un hombre. De unos, 50 años. Cabello blanco, ojos azules y gafas. Ví cómo me inyectaba algo en el brazo, mientras sonreía cinicamente. 

— Eres buen material...Watson. 

(...)

Sentí a alguien agitarme desesperadamente, mientras gritaban mi nombre. Cuándo finalmente logré abrir los ojos, pude ver a Sherlock sobre mí, con una cara de preocupación. Me puse de pie rápidamente, miré a mi alrededor. 

— No pudo haber sido un sueño...— dije limpiando mis lágrimas, las cuáles no tenían razón de ser.

— Oh, por dios, Jane

Sherlock se acercó a mí y me abrazó fuertemente. Al parecer...todo fue un mal sueño. Seguía dormida al lado de él. Ninguna bomba había explotado. Nadie me había lastimado..Levanté la mirada, topándome con los ojos preocupados de Sherlock, suspiró fuertemente y después acarició mi cabello. 

— Lo siento...— dije con voz baja — N-no sé qué me pasa—fruncí el ceño

— No todos pueden controlar sus sueños.— sonrió levemente. 

Reí y me limpié las lágrimas que habían salido mientras dormía, me senté en la cama y solté un sonoro suspiro. Sherlock se sentó a mi lado, me giré hacia él y lo miré fijamente. Sus ojos penetrantes, su cabello obscuro y rizado, su profunda voz...Me habían cautivado, y el parecía notarlo. Se acercó más a mí, cortando muchísimo la distancia entre nuestros rostros. Me dejé llevar, y me acerqué lentamente a él...Pero su voz me interrumpió.

— Lo siento, Jane.— dijo suavemente.— No puedo hacer esto, lo sabes.

Me alejé de él, incómoda...Puse mi mano sobre mi brazo, sentía mis mejillas arder de la verguenza. Sherlock se puso de pie y me miró fijamente. 

— Cualquier muestra de afecto, en especial amor, va en contra de la lógica fría y pura que yo adoro. Asi que, me temo que no soy el tipo indicado para tu...aventura de verano.— dijo fríamente.  

Me puse de pie, me paré frente a él.

— ¿Eso crees que soy? ¿Una "Aventura de Verano"? — fruncí el ceño.

— Sufres de inestabilidad emocional. La tragedia con Sophie te ha dejado mal. Necesitas descargar la culpa. Necesitas que alguien te haga sentir querida. Tus padres...no estuvieron presentes, eso explicaría una demanda de cariño, es normal. Pero yo, Jane, no puedo darte lo que quieres. 

Y desistí. Relajé mi cuerpo. Suspiré dejando salir todo el aire en mí.  Sherlock relajó los músculos, se notaba arrepentido. Sin decir más, caminé hacia la puerta, me detuve justo antes de cerrarla. 

— Te equivocaste en una cosa, Sherlock...— dije débilmente.— Mis padres no me abandonaron...Los asesinaron.

Y sin más, salí de la habitación. Entré al baño y lloré todo lo que tenía que llorar, salí siendo la misma de antes.

Primer error: Creer que alguien me quitaría la armadura sólo para sentir mi piel.  

Sherlocked (BBC Sherlock & Tú).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora