Capitulo III.

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— Estás loco. — dije sentándome de mala gana en el sofá mientras Sherlock daba vueltas por el salón. 

Había pasado una semana desde la explosión, y Sherlock de pronto se había vuelto la persona más sobreprotectora del mundo. 

— Tienes que irte a Brighton, sólo ahí estarás segura.— dijo mirándome con sus penetrantes e intensos ojos no-se-qué-color. Bufé y le dí la espalda, posando mi vista en la ventana, cómo si estuviése sola. 

— No quiero irme...— dije sin mirarle, con voz débil. Llevábamos mucho rato discutiendo sobre aquel tema, pero no lograba convencerle, ni él a mí. 

— No tienes opción.. — dijo frío, cómo de costumbre. Para su mala suerte, estaba acostumbrada.

— Es mi decisión, Sherlock. Me quedo aquí, contigo. — dije parándome frente a él, intentando aparentar firmeza.

Él bajó la mirada y la posó sobre el suelo, hizo un ruido raro con la nariz, una mueca, y luego alzó la mirada, mostrándome sus lágrimas. Bufé exasperada. 

— ¡Sé que son falsas, Sherlock! — dije molesta, para después darme la vuelta e irme a mi habitación. Intenté encerrarme en ella, pero Sherlock me tomó de la mano y me detuvo. Me acorraló contra la pared y su cuerpo, le veía fijamente, molesta, y nerviosa por aquel contacto tan extraño. Sherlock se acercó lentamente a mí, hasta que de un momento a otro, sus labios se encontraban sobre los míos. Me quedé helada ante aquella tan anhelada y poco común acción de Holmes, y por primera vez sentí que en realidad lo disfrutaba...

El beso subió levemente de tono, Sherlock bajó sus manos a mi cintura y yo subí las mías a su cuello, él me acercó más a él, pero algo raro pasó. Se separó de mí, me miró unos segundos, y me abrazó fuertemente, posando una mano sobre mi cintura y otra sobre mi cabeza. sentí algo humedo caer sobre mi frente, me separé levemente de él y noté que una lágrima había resbalado por su mejilla, sin embargo, aún conservaba la cara sin expresión. 

— Sherlock...— dije en un susurro, separándome de él. Sherlock bajó la mirada y me miró con dolor. 

— Lo siento, Jane...En serio que sí. — otra lágrima cayó antes de que un par de policías entraran por la puerta. Dos de los tres hombres uniformados se acercaron a mí y me cogieron de las muñecas sin cuidado alguno, comenzaron a jalarme hasta la salida, miré a Sherlock mientras mis lágrimas salían sin cesar.

— ¡Sh-sherlock! ¡Por favor! — dije mirándole, rogándole que le ordene a aquellos hombres que paren, pero que quedó parado, mirándome con dolor, aun que en ese momento creía que era fingido, le dolía.  ¡Auch! ¡Déjenme en paz! — me agité bruscamente. — ¡Me están lastimando! ¡Sherlock, ayúdame! — dije llorando aún más.

Él apartó la vista cuándo posé la mía sobre él, y eso fue suficiente para que dejara de resistirme. Los hombres dejaron de apretarme, pero no de jalarme hasta la puerta. Le dediqué una última mirada, llena de decepción, y después caminé por mi cuenta hasta la salida. Las lágrimas seguían saliendo una detrás de otra, no podía dejar de llorar, me ardían los ojos, me dolía el pecho...sentía el corazón hecho pedazos. 

Cuándo salí de mi...del piso de Sherlock, miré a la señora Hudson mirándome con pena, tristeza, intenté sonreírle, pero lo único que salió fue una mueca sin forma alguna. Antes de que aquellos hombres lograran sacarme del edificio, la señora Hudson se acercó.

— ¿Puedo...despedirme de ella? 

Los hombres que me sostenían parecían mirar al tercer hombre, quién no me había dedicado ni una mirada. Bajó sus lentes de sol, y por primera vez, logré ver sus duros y rudos ojos color verde. El asintió y volvió a colocarse las gafas, los hombres me soltaron, corrí hasta la señora Hudson y la abracé fuertemente, ella me correspondió. Besó mi frente antes de tomar con fuerza mi muñeca y enterrar algo en ella. Me quejé del dolor, ella me miró fijamente y me guiñó el ojo, no entendía lo que había significado, pero confiaba en ella, y no dejaría de hacerlo ahora. La señora Hudson se apartó y los hombres me cogieron de nuevo, ésta vez sólo posaron una mano sobre cada uno de mis hombros, empujándome con "cuidado" hacia abajo. Salí finalmente del edificio, después de aquella dramática "despedida", sí, entre comillas. No creo que nadie le pueda llamar a eso despedida.

La luz del sol me deslumbró por unos segundos, veía una sombra masculina parada junto a un coche, pero no lograba descifrar quién era. Hasta que aquella sombra habló.

— ¿Porqué no la sueltan de una vez, eh?! ¡Suéltenla! — dijo...

— Lestrade...— sollozé, casi con alivio.

Los hombres me soltaron y lo primero que hice, fué lanzarme a él y abrazarlo fuertemente. Yo lloraba en su pecho y el acariciaba mi cabello intentando tranquilizarme.

— Lo siento tanto...— dijo él con voz débil. 

— No quiero irme. No puedo. Quiero quedarme aquí. — dije llena de furia. 

— Tranquila, Jane...— susurró sin soltarme.— Quizá sea lo mejor.

Me separé un poco de él, noté su intento de sonrisa, bajé de nuevo la mirada y subí al taxi que estaba detrás de él, Lestrade subió después de mí. Miré por última vez mi hogar, antes de apartar bruscamente la mirada y escuchar cómo el conductor arrancaba. 

(...) 

Habíamos llegado a la estación de trenes, dónde tomaría uno para Brighton, una ciudad bastante cerca de Londres. Llevaba muy poca ropa y unas cuántas pertenencias personales, ya que no había tenido tiempo de hacer una maleta en forma. Todo aquello me tomó desprevenida. Estaba frente al tren que me llevaría a mi nueva casa. Era momento de despedirme de Lestrade.

— Alguien te recogerá en la estación de allá, espéralo, ¿vale? — me limité a asentir con la cabeza. — Te voy a extrañar mucho, Watson...— dijo él abrazándome con fuerza, yo le correspondí. 

— Yo a tí, Lestrade...Pero ¿vendrás a visitarme, no es así? — intenté sonreír. 

— Sí, y cuándo todo ésto acabe, Sherlock también irá...— dijo intentando hacerme sentir mejor, negué con la cabeza mientras reía sarcásticamente, él me miró extrañado. 

— No...— susurré.— Todo...lo que eso haya sido, se ha acabado. No quiero volver a salir lastimada, Lestrade...— dije agachando la mirada.— Ya no más.

— Entiendo...— suspiró pesadamente. — Anda, es hora de que cojas el tren. Ve con cuidado. — besó mi frente. Le sonreí y me dí la vuelta para entrar al tren, caminé un poco hasta llegar a mi asiento, miré por la ventana y me despedí por última vez de Lestrade.

De Lestrade, de Londres...y de Sherlock.

Sherlocked (BBC Sherlock & Tú).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora