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Aun seguía sentado en el auto. No quería bajar, no quería hablar... no quería avergonzarme.

Lo miraba desde la ventanilla, parado junto a su madre con cara de pocos  amigos. Yo no le agradaba, y el a mi si.

Sin paciencia mi madre grito mi nombre a la espera de que bajara, y asi lo hice. Caminaba cabizbajo y con ambas manos en el bolsillo de mi oscura sudadera, mi madre no tardo en tomarme del antebrazo cuando estaba a unos pocos metros de ella, y tirar de el junto a ella.

- Hola cariño. -saludo la mujer rubia frente a mi. Le sonreí a medias recibiendo un empujón de mi madre.

- Hola. -hable despacio mirandola a los ojos. Sonrió con pena de mi, seguramente pensando lo estupido que era.

- Entren, entren. -hablo tomando el hombro de mi madre y entrando a la casa. Sin inmutarse de mi, se fueron dejandome con el. Solo junto el.

- ¿Quieres jugar? - hablo luego de unos segundos en silencio. Levante la vista y me sonrió, la sonrisa mas forzada que me habían dado. - Allí estan mis autos. -señalo la puerta  de la cochera. - Anda Michael. -hablo con fastidio al no recibir respuestas por mi parte.

- No me gustan los autos. -confese despacio. Me miro incrédulo antes de rodar los ojos y murmurar para el mismo "genial".

- Bien, ¿entonces?- me encogi de hombros y suspire. Tal vez debería dejar de actuar asi, tan tímido y estúpido.

- ¿Tienes bici? Mi madre no me deja usarlas pero aun asi me gustan. - me sonrió, tal vez era una sonrisa de verdad.

- ¿Sabes usarlas?- pregunto mientras se dirigía hacia la cochera conmigo detrás.

- No. - reímos.

- Bien, te enseñare.

Nos dirigimos a la esquina de la cuadra. Una vez allí Luke hizo sentarme en la bici y riendo tomaba el mando de la bicicleta a un lado de mis manos. Dimos tres vueltas idas y regreso juntos. Yo pedaleando y el caminando junto a mi, sin despegar sus manos del mando y rozando las mías. A la cuarta vuelta me largo provocando, de ya visto, mi peor caída. Mi pie se enredó entre los caños de esta, y mi cabeza golpeo el pavimento con fuerza. El lugar se hizo silencio hasta dejar escapar un gemido de dolor, el golpe no fue tan grabe pero aun asi el chico ahora junto a mi se veía preocupado.

- ¡Mierda Michael!- grito levantándome algo brusco del suelo.- ¿Estas bien?- no respondí, solo lleve una mano a mi cabeza que aun daba vueltas por el golpe. Me imagine a mi mismo cayéndome, mi cara al darme cuenta que había perdido el control. Reí, reí tan fuerte que sobresalte al rubio, quien luego inseguro comenzó a reír.

- ¿Cómo fue? ¿Cómo fue mi cara? Graciosa, ¿no?- pregunte riendo aun. Este suspiro y sonrió abiertamente, dejándome ver sus alineados dientes y asintió.

- Fue épica.- negó con la cabeza bajando la mirada.- la mía habrá sido peor, me he cagado encima.- solté una carcajada sonora por sus palabras.- no te rías, hablo enserio.- bromeo fingiendo seriedad.

- Fue divertido.- suspire y este asintió.

Luego de ese día no lo volví a ver por un largo tiempo. Cada vez que mi madre y la suya se juntaban, él no estaba allí. Jugaba solo.

Me dejaba solo.

The dying boy ⏩MUKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora