E L E N C U E N T R O

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Aries se bajó frente a una gran casa y tomó sus maletas.

Vió como el chofer se alejaba y se acercó a lo que parecía ser el garage. Era una casa muy grande y linda, esperaba que por dentro fuera igual de grande, pues no pensaba compartir habitación con nadie.

Pasaron unos minutos y aún no llegaba nadie más, ¿Cuanto pensaban tardarse?

Después de unos minutos un taxi con la música demasiado fuerte se estacionó frente a la casa.

—¡Te veo el viernes, Javier! —exclamó Tauro, bajando.

El chico se veía casi igual que la última vez que lo había visto, sólo parecía un poco más alto y delgado.

—¡Aries! —saludó, y corrió a donde se encontraba la chica.

—¡Tauro! —trató de sonar igual de emocionada. Está bien, le alegraba volver a ver a su amigo, pero no le emocionaba mucho vivir en la misma casa que todos ellos.

El chico se paró junto a ella y le dió un abrazo rápido.

—¡Qué gusto verte! ¿Cuando fue la última vez que nos vimos? ¿Esa vez que Vir-

Tauro se vió interrumpido por otro taxi que llegó. El chico solía ser más serio, pero el hecho de volver a reunirse con sus amigos le emocionaba un poco.

—¡Chicos! —Géminis bajó del taxi y corrió a abrazarlos—. ¡Wow! Qué grande estás Tauro, ¿Qué es lo que comes?

Tauro rió. Géminis veía a todos como gigantes. La chica apenas y llegaba al metro sesenta.

—Y aún falta Sagitario, debe medir unos dos metros —contestó Aries. Todos estuvieron de acuerdo. Sagitario siempre había sido un chico muy grande.

—¡Hey! ¿Esa no es Cáncer? —preguntó Géminis, aputando al siguiente taxi que se estacionó frente a la casa.

Lo era. La chica bajó sus maletas y corrió a donde los chicos estaban.

—¡Chicos! ¡Los he extrañado mucho!

—Oh, también nosotros —contestó Aries abrazandola.

Vieron como otro taxi se estacionaba frente a la casa; de éste bajó Leo y sacó sus maletas, luego acercó al chofer y le pagó.

—Puede conservar el cambio —dijo, caminando hacia los chicos.

—¡Pero le faltan cinco pesos! —exclamó el chofer, pero fue ignorado por Leo.

—¡Chicos!

—¡¡Leo!!

—Ugh, Leo —murmuró Tauro. Leo los abrazó a todos y le dedicó una mirada de desprecio a Tauro—. Veo que sigues siendo una diva.

—Veo que sigues usando la ropa de tu abuelo.

—¡No te atrevas a-

—Tranquilos, chicos —interrumpió Cáncer, luego vió a Leo—. ¿Dónde está Capricornio?

El pelinegro vió a otra parte.

—Uh, se le hizo tarde y tomó otro taxi —mintió.

—Claro —dijo Tauro, incrédulo—. Di la verdad, ¿Lo mataste o algo así?

—Ugh, claro que no.

—Hola, chicos —una voz llamó su atención. Era Virgo, la chica llevaba una maleta y caminaba a donde estaban.

—Oh, hey, no nos dimos cuenta de que habías llegado —dijo Tauro.

—Claro que no, estaban muy ocupados lanzándose miradas asesinas.

—Pero ahora todo está bien porque madre Virgo llegó —se burló Leo.

—Ja ja —contestó la rubia sin gracia—. Hablando de madres, ¿Dónde está Capricornio?

—Leo lo mató.

—¡Que se le hizo tarde!

—¿¡Por qué gritamos!?

—¡Libra! —Leo corrió a abrazarla, siempre habían sido mejores amigos. Cuando la chica se acercó los saludó a todos con un beso en la mejilla.

—¿Aún no llegan los demás? —preguntó la rubia.

—No, pero no creo que se tarden mucho —contestó Aries, después de unos minutos un taxi se estacionó frente a la casa. Un chico blanco y de cabello negro bajó; era Escorpio.

—Hola —saludó, todos asintieron con la cabeza. Escorpio nunca había sido el chico más entusiasta, y no querían darle abrazos por miedo a que los lanzara al otro lado de la ciudad.

—Juraría que salieron murciélagos de ese taxi —bromeó Géminis, haciendo reir a los presentes. Escorpio se limitó a sonreír.

Después de un corto silencio un taxi llegó a toda velocidad y tiró un par de botes de basura.

—¡Ups! Era un poco más atrás —dijo Sagitario en el asiento del piloto. A su lado un señor reía.

El chico se bajó tambaleante y rió.

—¡Gracias por las clases de manejo, señor taxista!

El hombre sonrió y volvió a su asiento para luego irse.

El rubio comenzó a acercarse a ellos arrastrando su maleta, a nadie le sorprendió que el chico midiera casi dos metros.

—¿¡Qué hay!? —preguntó cuando se paró frente a sus amigos.

—No me digas que estás borracho —pidió Libra, frunciendo el ceño.

—¡Jamás! Nunca se debe beber mientras se conduce —contestó—. ¿Vieron la forma en la que me estacioné? De ninguna manera lo podría haber hecho borracho.

—Claro —asintió Escorpio, para cambiar de tema—: Oigan, ¿Donde está Capricornio?

—Se le hizo tar-

—¡¡Tú!! —Un Capricornio muy furioso interrumpió a Leo. El chico iba bajando del taxi junto a sus maletas y caminaba hecho una furia hacia su hermano.

—¡Capri! ¡Hermano! —exclamó Leo, escondiéndose detrás de Tauro.

—Alejate de mi ropa de abuelito —murmuró el rubio, moviéndose.

—Por un demonio...

—¿¡Por qué te fuiste en el taxi y me dejaste!? —preguntó su hermano, enojado.

—¿Quéeeee? —se llevó una mano al pecho—. ¡Creí que me habías dicho que no te esperara!

—¿Por qué diría es-

Capricornio no terminó de hablar, pues un taxi se había estacionado frente a la casa.

Todos vieron expectantes; sólo faltaban Acuario y Piscis. Del taxi bajó un chico de cabello rojo y agitó la mano, a modo de saludo.

—¡¡Hey, amigos!! —exclamó, bajando—. ¿Qué pasa? ¿Cómo están?

—¡Bien! —contestó Libra, sonriente.

Escorpio iba a decir algo emo como «Con ganas de morir», pero fue interrumpido por un grito agudo.

Todos dieron un salto y vieron de donde venía; Piscis iba bajando de un taxi y corría hacia ellos.

—¡¡¡Chicos!!!

Se lanzó sobre sus amigos, sin importarle a quien aplastaba y los abrazó.

Todos rieron y se unieron al abrazo; sin duda se la pasarían muy bien.

The Zodiac Life [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora