—Ugh, ya llegó la rara —murmuró una chica, lo suficientemente fuerte como para que Piscis la escuchara.
Piscis la ignoró, ese tipo de comentarios ya le parecían normales. Sacó sus audifonos y se los puso, subió la música lo más que pudo e ignoro a todos a su alrededor. Notó que algunos la veían asustados, otros divertidos, fruncio el ceño.
Luego sintió como una mano golpeaba su cabeza, haciéndola chocar con su mesa-banco.
—¡Ouch! —exclamó, poniendo la mano en su nariz, volteó a ver y se encontró con Bea, la matona de la secundaria, era más alta que ella como por tres cabezas. Notó que movía la boca enojada, pero no logro escuchar por el volumen de su música así que se quito los audífonos—. ¿Por que hiciste eso?
—Por que te estaba hablando y no me hiciste caso —contestó.
—¡Tenía los audifonos puestos! —exclamó adolorida.
—Entonces ahora sabes que no debes usar audífonos en mi presencia.
—Seguro, señorita Tronchatoro —murmuró.
—¿¡Que dijiste!?
Piscis se paralizó, se había ganado una GRAN paliza.
—Dije; "Seguro, señorita Tronchatoro" —repitió haciendo reir a todo el salón, la cara de Bea se torno roja, no de vergüenza, de coraje.
La tomó del suéter y la lanzó al piso.
—¿Crees que puedes pasarte de lista conmigo?
Piscis no contestó.
—No, no puedes —comenzó a patearla, haciendo que Piscis se retorciera del dolor, puso los brazos en su cabeza para protegerla, recibiendo los golpes en los brazos—. No vuelvas a provocarme
Piscis asintió aún en el suelo, cuando Bea se fue se levantó y fue a enfermería.
—¡Dios mío! ¿Que te paso, pequeña? —la enfermera la tomó de los brazos, Piscis ahogó un grito.
—Nada, sólo me caí de las escaleras —mintió.
—Eso no parece una caída de escalera.
Piscis bajo la cabeza.
—Ven, te voy a dar algo para el dolor —la ayudo a sentarse—. Fue esa tal Bea, ¿No es así?
—No, ya le dije que me caí de las escaleras, se lo prometo —insistió.
—Tienes que dejar de ser tan despistada.
—Bueno, mis pies no ayudan mucho.
La enfermera sonrió.
—Oiga, ¿Me puede prestar el telefono de aquí? Quiero llamar a mi primo.
—Seguro, tómate el día, yo te voy a hacer un justificante —le apreto una mejilla y luego salió de ahí.
Piscis suspiró y tomó el telefono, marcó un numero y se preparó para el gran sermón que le esperaba.
—¿Bueno? —escucho la voz de Capricornio al otro lado del telefono.
—Hey, soy Piscis.
—Dime que no estas llamando de la enfermería.
No contestó.
—¡Dios, Piscis! ¿Que te hicieron ahora? Te dije que le digas a algún maestro...
—Capri, no estoy para sermones, ¿Por qué no le dices a Leo que venga por mí? —preguntó desesperada.
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The Zodiac Life [EDITANDO]
HumorDoce signos viviendo juntos, seis hombres y seis mujeres, ¿Que tan malo podría ser?