Agua

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He vuelto a necesitar la presencia del agua. Pero esta vez con un poco de ayuda. 

Esta mañana tomé gaseosa, y eso no me agrada demasiado. Bueno, no fue exactamente en la mañana. Era más en la tarde que en la mañana, y llegamos un poco tarde, lo confieso. 

He cometido un error por cada parte de mi cuerpo. Hay momentos en los que te quiero, y otros en los que ¿Para qué? 

Olvidé muchas cosas. Justo hoy vi Buscando a Dory. 

Los psiquiatras son como psicólogos con capacidad para entrar a tu historial médico. O a tus intestinos. 

Fui a buscar algo que se me había perdido, en la pila de cosas sin esperanza. Encontré tus calcetines sin pareja; un rosario medio roto, que recogí del suelo. Mi guante de dormir, de comer y de salir; sin su pareja: el otro guante. Encontré también mi futuro. 

No encontré lo que buscaba, así que le pregunté a Nicolás si él lo tenía. 

Nicolás es algo así como otra causa perdida. Sin esperanza, ni futuro, ni guantes de dormir, de comer ni de salir; pero si con un montón de Rosarios, sin partir. Es una especie de cuaderno andante, al que no le puedes contar muchas cosas porque puede que lo encuentren. Puede que lo abran a la fuerza, aunque él no quiera ser leído. Pero igual no le dirán nada, porque no se darán cuenta. Él lo disimula muy bien. Es un libro sin abrir, esperando ser abierto. Entonces tú puedes ir disimulándole secretos. Que él se va a ir sorprendiendo, emocionando o deprimiendo; de acuerdo de lo que le cuentes, y de como se lo cuentes. 

Cada quien se queja de lo que puede. Es un cuaderno muy duro al que se le olvida ablandarse. Pero habla muy duro, así que es difícil contarle un secreto. 

Ahora entiendo todo lo que decía el psiquiatra. Tuve una novia una vez. Su nombre era extraño, empezaba por G, y era hermoso. 

Nos divertíamos de manera extraña, incluso cómica. La gente que venía al circo a mirarnos, o cuando el circo iba a ellos, se reían con nosotras. O de nosotras. Nunca lo supe. Pero ella dijo que el truco estaba en no pensar en eso.

Ella dijo (O yo le dije a ella) que se me olvidaban las cosas todo el tiempo. Entonces que iba a ir dándoselas de a poquitos, para que no se me olvidaran. Pero a ella, de la nada, empezó a olvidársele todo. Olvidaba las veces que apagaba las luces, y lo repetía un poco más. Y luego venía, y yo se lo preguntaba de a pocos, como haces tú. Entonces ella mentía, como haces tú. 

Las dos éramos victimas de una lejana cabaña, que era muy pequeña; porque la madera la traían de muy lejos, en burro. Y pesaba. Entonces debieron acortarla un poco. 


Hablando de eso, justo hoy en la mañana me puse a ver las estrellas de tu rostro; pero a veces me ponía a llorar yo también, que eran las lágrimas secas que acumulabas. Trozos de hielo y piedra, regados sobre el universo. 

Lo contrario a la mitadWhere stories live. Discover now