Seguramente nadie entenderá cuando les cuentes esta historia

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Nadie va a entenderla. Pero de todas maneras, tú ve y cuéntaselas. Después estarán preguntándose que querías decir con todas esas palabras que dijiste, y volverán a preguntártelo. Volverán a donde estés, para volver a escuchar la historia. 

Entonces tú vas a contársela toda otra vez. Bueno, la segunda vez puedes cambiar algunos detalles. Diles que mi lunar de la fosa izquierda estaba en la derecha; o que mis ojos se ponían más brillantes en el sol. Aunque eso si es cierto, pero tú jamás te fijas en esos detalles. Siempre estás poniéndole atención a las mariposas o a las estrellas. 

Puedes decirles que los Viernes te desnudabas para mi en las escaleras, o que ese día caminamos hasta tu casa sin descanso, sin parar ni un segundo. 

Habrá quienes, incluso la segunda vez no lo entiendan, y se vayan de nuevo. Pero volverán. Lo sé, porque los he visto. Los he visto irse de miles de lugares antes; como también los he visto volver a ellos después. Así que, puedo decirte con seguridad, que volverán una tercera. 

Entonces en la tercera vez que cuentes esta historia, podrás exagerar aún más. Diles que yo soy una oruga que conociste en la pradera más bonita que jamás hubo. Diles que me encerré dentro de mi misma por un largo tiempo; y tú, desconsolada, te fuiste a conocer más orugas para sanar mi ausencia.

Entonces luego les contarás como yo volví, pero tú ya no me reconocías. Estuve tanto tiempo lejos, tejiendo mi propia belleza, que luego al volver tu pensaste que yo seguía siendo la horrible oruga que antes era. Pensaste que jamás sería lo suficientemente bella, como tú lo eras. 

Puedes contarles que mi madre era el ser más hermoso de todo el planeta tierra. Puedes contarles incluso, como te enamoraste de ella. Como yo me ponía celosa por todo, incluso cuando tus manos estaban bajo mis bragas, yo me ponía celosa de que miraras a la oscuridad en lugar de mis ojos. 

Quisiera poderte decir que me gusta sostenerte la mirada, pero no es así. Una vez íbamos cantando una canción en un tren rojo, de esos que atraviesan la cuidad. Tú ibas mirándome, y yo iba mirándote. Una en frente de la otra. Pero yo te quité la mirada, aún sabiendo que esa canción era de nosotras. Yo te quité la mirada, porque no soportaba que me miraras de esa hermosa forma. Quizá tuve miedo, porque siempre tengo miedo de amarte. Eres una mujer maravillosa, y me asustas. 

Entonces ve y cuéntales eso. Ve y miénteles, como sueles hacer siempre. Ellos ni se darán cuenta. 

Lo contrario a la mitadWhere stories live. Discover now