Lo contrario a la mitad

He guardado para mi un par de cosas que me he dado el lujo de no devolverte.

Tus caricias, por ejemplo. Las caricias de esa noche, cuando me sostenías muy cerca de tu pecho. Cuando me susurrabas una silenciosa nada, entre tu respiración y mi pecho.

Tus miradas calladas, que me hablaban con miedo e intensa luz. No recuerdo la última vez que me miraste de ese modo, porque todas las últimas veces tenías una mirada distinta. Una mirada perdida entre algún árbol, entre alguna brisa. Entre una mariposa que olvidaste perseguir. 

Me quedaré con tus canciones; esas que cantabas siempre, esas que nunca eran para mi. 

Me quedaré con los regalos que me hizo tu madre, y que tu asentiste con tu linda sonrisa. Era la clase de sonrisa que más me gustaba: Cuando estabas de acuerdo con tu madre, y la abrazabas. Luego me mirabas, y me hacías sentir en casa. Me hacías sentir parte de toda esta locura que creamos juntas. Me hacías sentir como si yo generara un cambio en ti, y eso me hacía olvidar porque estaba triste. 

Me quedaré con el sentimiento de locura que sembraste en mi, una noche larga, en la que los pájaros no cantaban porque hacía demasiado frío. 

Me quedaré con tus abrazos fuertes, porque era hermoso sentir que jamás ibas a soltarme. También me quedaré con la sensación de calor que me daban. Me quedaré con tus caricias en mi espalda, y con el hecho de que los ojos se me cerraban al abrazarte. 

Me quedaré con esos besos que prometiste y jamás vinieron. Con la foto de ese último beso, fugaz como tú misma; fugaz como nosotras. 

Yo la amaba, pero jamás se lo dije. 

Ella no me amaba, pero lo decía igual. 

Sabía que sería difícil amarla, así que decidí volverme fugaz. 

Ella pensó que amarme sería fácil, entonces pasó una mariposa y se le fue detrás. 

Se fue. Mi estrella fugaz se fue, y yo me quedé allí esperando que volviera a aparecer. Pero no volvió jamás. No volvió, y no lo iba a hacer nunca, porque así son las estrellas fugaces. 

Todo dura muy poco, y se acaba muy rápido. No se repite nunca más. Una estrella fugaz no pasa dos veces por el mismo lugar. 

Me daré el lujo de quedarme con la esperanza de que regresarás, aunque muy en el fondo también me he quedado con la certeza de que no volverás.