Capítulo 6

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Eran solo las seis menos cuarto de la tarde, y la verdad es que el día se me había hecho muy largo, interminable. Había hecho todas las cosas de la casa por la mañana, y ahora estaba sola tirada en el sofá del salón, viendo la televisión. Mi madre se había ido a trabajar y Grace estaba en casa de una amiga, y no creo que volviera hasta el día siguiente porque iban a hacer fiesta de pijamas.

Llevaba puesto unos pantalones de pijama con una camiseta ancha, muy cómoda. Tenía mucho sueño, pero no ganas de dormirme. Me puse a ver una película: los juegos del hambre. Es una de mis favoritas, incluidos los libros.

Me tapé con una manta para estar lo más calentita posible y no pasar frío como esta mañana al levantarme. El día no es que haya sido muy bueno, ha estado nevando toda la mañana, con un viento impresionante. No me extraña que las calles hayan estado desiertas. Ahora, están cubiertas por un manto blanco que no se aprecia bien en la oscuridad de la noche.

Estaba cerrando mis ojos poco a poco, lista para quedarme dormida y echarme una siesta. Esa noche no es que hubiera dormido lo suficiente y estaba cansada de todo el trabajo que hice. Tenía ya los ojos cerrados, los párpados evitando que viera, mis pestañas rozando la piel, y sonó el timbre de mi casa. Sí, el timbre, y yo no esperaba visita. Me levanté a regañadientes, envuelta en la manta, y fui a abrir la puerta de la casa. Cuando ya la abrí, me encontré con Niall.

-¿Pero qué haces así vestida? -me preguntó. Luego entró en mi casa y se sentó en el sofá-, ah, lo entiendo, prefieres ver los juegos del hambre a estar conmigo.

-Tú y yo no hemos quedado -respondí.

-Sí, a las seis, y son y cinco.

-Ya no voy a salir, me voy a quedar aquí, en casa -comenté y me senté a su lado-. No tengo ganas de pasar frío.

Niall se quitó el chaquetón que llevaba puesto y lo tiró el suelo. Luego, cruzó sus piernas encima del sofá y dejó los brazos reposando en el respaldar. Noté como con una de sus manos jalaba de mi cuerpo hacia el suyo, y como no estaba haciendo ninguna fuerza, acabé acurrucada en uno de sus hombros. Estaba un poco incómoda, pero en el fondo, me gustaba. Y no sabía el por qué.

Apagué la televisión para dejar de ver la película y la habitación quedó en el silencio absoluto. Lo único que se escuchaba era el ruido de las hojas moviéndose al compás del viento, algunos coches empezando a arrancar.

-Nos quedaremos aquí -dijo.

-Niall, no... -respondí, algo insegura de lo que hacer-. ¿Y si aparecen mi hermana o mi madre?

Miré a Niall, que estaba un poco pensativo y mi miraba fijamente a los ojos. Quería desviar la mirada, evitar el contacto visual, pero no podía. Me había sumergido tanto en el azul de sus ojos que me era imposible salir de ellos.

-Nos quedamos aquí o vamos a una discoteca con mis amigos -no respondí, esperando que mi silencio diera la respuesta-. Me lo supuse.

Niall se levantó del sofá y parecía dirigirse a la cocina. En lugar de ir a ver lo que iba a hacer, preferí quedarme tirada en el cómodo sofá, con la manta cubriendo mi cuerpo. Esa tarde tenía mucho frío.

-¿Tienes palomitas? -gritó Niall desde la cocina.

Al final terminé levantándome del sofá, dejando la manta tirada en el suelo. Al llegar a la cocina, abrí un pequeño armario que había junto al frigorífico y saqué un paquete de palomitas para calentar en el microondas. Lo metí en el aparato.

Sentí como unos brazos me abrazaban por la espalda, una cabeza reposando en mi hombro. Las manos de Niall envolvían mi cintura y yo no podía evitar sonreír devilmente.

Fight (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora