Jesús dio la vida por nosotros. Por todos, sin distinción.
¿Por qué tenía que traicionarlo?
Joel se había ido sin despedirse, como todas las personas que había amado en mi corta vida.
Un castigo que me había dolido más que las marcas en mi espalda.
Nadie me podía amar. Ya lo iba entendiendo.
Tal vez mi padre tenía razón cuando me decía que mi existencia misma era un pecado. Antinatural. Aunque algo en mí se resistiera a creerlo. En esos momentos, sin saber por qué, extrañaba a mi mamá. Una madre que no había disfrutado mucho tiempo.
Nunca es mucho tiempo.
María se había enterado y vino a hablar con mi padre.
Podía escuchar sus voces y las lágrimas comenzaron a caer.
—Vete, por favor...
No pude evitar susurrar mientras me abrazaba a mí mismo en el piso. No quería despedirme también de ella. Era lo último que me quedaba.
¡Rezaría con más fuerza!, sería el hijo perfecto.
Lo juro, iba entendiendo...
Mientras no fuera yo, sería digno de amar. Ya no sería antinatural. Las palabras, ya no dolerían tanto.
Sólo tenía que cambiar.
Y rezar, rezar con fuerzas mientras trataba de entender que el pecado habitaba en todos y el infierno está lleno de gente como yo.
- Divisiones -
—¿Por qué no estaba el enfermero contigo?
Puse mis ojos en blanco. La voz de Juan Carlos, que siempre me pareció suspicaz, se estaba volviendo rutinaria y en vez de sentirme controlado, empezaba a ser consiente del olor a rancio.
—No considero que mi paciente esté cómodo con él pisándole los talones — contesté neutralmente.
El director no dejaba de ir y venir por toda la oficina. Me mantuve cómodamente sentado; mi pantalón estaba completamente mojado y, ya que Juan Carlos se empeñaba en interceder, le dejaría una linda marca de humedad en su sillón para que se sienta parte de mi día.
La expedición al jardín no había salido como esperaba. Realmente, nada con Iván estaba siendo predecible.
—No te pases, Javier.
¿Eh? Me sentí descolocado.Una vez que detecto la falsedad en algo o alguien, sólo me concentro en el putrefacto olor.
—¿Qué está sucediendo, Nazar?— al carajo el tono neutral —Manejaste miles de casos, incluso me has entrenado como auxiliar en varios y jamás te has puesto tan controlador. Suelta de una vez que pasa aquí.
—¿A qué te refieres? No des vuelta las cosas, Javier.
No pude evitar mirarlo asqueado. Era mi puto padre, por Dios.
¿A quién engañaba?. Lo bueno de conocerlo fuera de la institución era saber bien cuando no actuaba natural: su postura, su intromisión, excedía las clásicas respuestas de Juan Carlos ante mis excentricidades. Y todo, desde este caso.
Me paré. La humedad era imposible de soportar.
—Ya te dije que no sucedió nada que no pudiera controlar, Juan Carlos— estaba cansado, empapado y frustrado. La tarde estaba dando paso a la noche y yo sabía que no conseguiría nada de él. Aun así, disparé una última oportunidad — A menos que tengas algo que deba saber y aun no me has dicho.
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Bifurcado
Ficción GeneralJavier es un psicólogo forense empecinado en develar las verdades que se ocultan en la oscuridad del ser humano. Su mente extremadamente analítica le permite ver mas allá de las simples palabras, y pone su don al servicio de los que más lo necesita...