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*Narra McKenzie*

Suena el despertador de Izan. Las siete de la mañana. Suelo odiar el sonido del despertador, pero como casi no he dormido pensando en el plan de hoy, es todo un alivio escuchar este pitido ensordecedor. Es como música para mis oídos.

Me bajo de la litera de un salto y entro al baño. A los pocos minutos salgo e Izan permanece sentado en su cama.

— Buenos días.

— Buenos días —respondo.

— ¿Cómo has dormido?

— Apenas he dormido —digo rodando los ojos.

— Pues ya somos dos.

— Lo sé, se te nota en las ojeras —digo riéndome... o un intento de ello.

— Bueno, vamos a por el plan, ¿no? —me pregunta Izan con un tono inseguro y una media sonrisa.

— A por el plan —afirmo.

~ ~ ~

Llegamos a la cafetería y vemos de lejos a Hugo sentado solo en una mesa. Nos sentamos junto a él y esperamos a que llegue Isa.

— Buenos días —decimos a coro y Hugo nos responde con un "¡Hey!".

Hablamos de cosas varias hasta que, unos minutos después, llega Isa.

—¡Hola chicos! —dice eufórica.

— Hala, cuánta alegría, ¿a qué se debe esa sonrisa? —le pregunto.

— Pues a que esto está saliendo tal y como lo planeamos; el primer trozo ya está en manos del Sr. Malone. Aunque nos dijo que no nos dejará salir del internado hasta que estén todos los trozos, pero eso no es un problema.

— Bien, vamos bien —musita Izan.

— Vale, ya sólo queda el trozo que le asignamos al grupo de Owen y Daniel... y el nuestro —afirmo.

Terminamos de desayunar y salimos de la cafetería, de camino a las habitaciones vemos a Owen y a Daniel, los cuales se dirigen hacia el aula de castigados, y les echamos unas miradas cómplices. Es su turno de entregar el trozo de retrato.

Izan y yo entramos en nuestra habitación. Yo voy directa al baño y me echo agua en la cara, a ver si así me despierto un poco.

Me miro al espejo y me asusto. Me asusto al no reconocerme. ¿Quién es esta? Esta no es la McKenzie que yo conozco, no es la misma chica que entró a este internado. La chica nueva, la insegura, el punto de mira. No, no es la misma chica. Ya no es insegura, ya no se arrepiente de todo lo que hace, ya no es el punto de mira... no, no lo es; ahora es parte del resto.

Y entonces me doy cuenta de que somos como fichas de ajedrez. Juegan con nosotros, hacen lo que quieren. Somos fichas negras contra blancas y blancas contra negras. Pero llegan el resto de fichas, las superiores, a poner orden, destrozándolo todo a su paso. Y así no es, este juego no va así. Este no es su juego, porque al parecer, nunca les explicaron bien las normas del juego.

Salgo del baño. Izan se encuentra sentado en la cama, con los codos apoyados en las rodillas, mirando a algún punto aleatorio del suelo. Parece estar preocupado.

— Hey, todo va a salir bien —le digo al oído—, no tienes de qué preocuparte.

— No estoy preocupado.

— ¿Entonces qué te pasa?

— Ya sabes, tengo miedo.

—¿Miedo? —pregunto.

ONLY WORDS (editing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora