Durante estos 17 años de vida siempre he creído que todo lo que las personas dicen son tan solo palabras sin importancia. Palabras sin sentido ni argumento. Palabras que se dirigen directas a la boca sin recorrer mente y alma antes.
Pero la vida me...
- ¡Mc! ¡Eh, McKenzie! ¡Despierta, Mc! - Noto como alguien me sacude y abro los ojos.
- ¿Eh...? - Logro decir al cabo del rato, cuando ya reconozco la cara de Izan.
- Te has quedado dormida y se está haciendo de noche - Se levanta y se sacude los pantalones -, será mejor que volvamos ya al internado si no queremos otro castigo...
- Me parece bien - Digo aún con voz adormilada - ¿Por qué no me has despertado antes?
Izan me mira unos segundos y cuando el silencio está a punto de volverse incómodo contesta:
- No quería molestarte, se te veía cansada.
~ ~ ~
Al llegar al internado ya son las diez de la noche y no hay nadie en la entrada, ni en los pasillos, ni en las habitaciones; están todos en la cafetería, cenando.
- Voy a entrar un segundo - Digo justo cuando pasamos por delante de nuestra habitación -, si quieres ve tú mientras a la cafetería.
- Vale - Contesta Izan -, te guardo un sitio.
Entro y me doy cuenta de que han deslizado un papel bajo nuestra puerta. Está doblado por la mitad, así que lo despliego para ver si hay algo dentro.
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Entonces, esa nota hace que me de cuenta de que, desde hace bastante tiempo, me he estado conformando con todo. ¿Cuándo empecé a comportarme de esta forma? Me conformé cuando Peter me la lió, me conformé cuando me enviaron aquí, me conformé cuando me llevaron al aula de castigados y me conformé cuando me hicieron barrer gran parte del internado durante días.
Creo que esta es la oportunidad perfecta para cambiar. Es la oportunidad perfecta para volver a ser la chica que era antes, la rebelde y descontrolada, la que todos conocen.
Voy a lo que realmente había entrado, a cambiarme de zapatos. Antes en el bosque pisé barro y me he manchado el zapato izquierdo, y prefiero cambiarme antes de que alguien sospeche.
Estoy a punto de girar la esquina y entrar al pasillo principal, donde al final está la puerta de la cafetería, pero escucho los pasos de alguien. Me asomo poco a poco y al ver quién es, rápidamente me echo atrás y me apoyo en la pared. El Sr. Malone, cómo no. Siempre vigilando los pasillos.
No quiero que me vea entrar ahora en la cafetería, todo el mundo está ahí dentro, incluso los profesores, soy yo la única que está aquí fuera. Si me ve sospechará.
Así que vuelvo a mirar, aprovecho que se ha dado la vuelta y cruzo rápida y sigilosamente.
Abro la puerta del gimnasio y la cierro con cuidado, para no hacer ruido. Está todo completamente oscuro, excepto un rayo de luz que sale de los ventanales, supongo que será la luz de las farolas del patio. Camino hacia atrás para asegurarme de que nadie abre la puerta. Pero de repente me choco con alguien, y estoy a punto de gritar, pero la mano de esa persona ya está en mi boca para evitarlo.
