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- ¿Has terminado ya de limpiar? - Dice Izan mientras entra en la habitación.

- Sí - Los chicos del aula de castigados y yo llevamos toda la tarde barriendo desde que terminamos de almorzar. Así llevamos tres días, y por fin hemos acabado. Espero que el Sr. Malone esté a gusto con su internado reluciente. Me encantaría tirarle las bolsas de polvo y pelusas que hemos barrido a la cabeza. Sería tan divertido...

- ¿Te vienes?

- ¿Adónde? - Pregunto mientras me quito el turbante de la cabeza. El pelo cobrizo ondulado me cae sobre los hombros y noto cómo el frío me alivia el dolor.

- Sorpresa - Dice con tono vacilante.

Yo me calzo mis coverse negras y me pongo la camisa de cuadros que tenía atada a la cintura. Me acerco a Izan y me coge de la mano. Suave pero con manos firmes y seguras. Cierra la puerta de la habitación y me mete la tarjeta en el bolsillo de mi camisa, como hace siempre.

Empieza a correr y yo le sigo el ritmo. Por el infinito pasillo de habitaciones, hasta que llegamos a la entrada. Nos paramos. Entonces ve que su tío no está en recepción y me suelta la mano para abrir la pesada puerta de hierro y madera.

Una vez fuera empezamos a correr. Ya se a dónde me lleva. No veía a Izan tan seguro de sí mismo desde... bueno, desde que entré en este internado. Verlo así le hace más atractivo y, tal vez lo sea, pero supongo que no me había fijado hasta ahora. Es todo como en los viejos tiempos, como el primer día: yo corriendo agarrada a su mano desde las habitaciones hasta el bosque de eucaliptos.

Pasamos la carretera de tierra, el campo de césped y trigo, y la cabaña abandonada junto a las vías del tren.
Al llegar al bosque, Izan se sienta a la sombra de un eucalipto y yo le imito. Nos hemos sentado junto al mismo árbol que la última vez, de cara al internado. Incluso parece pequeño desde aquí.

- ¿Qué es esto? - Cojo el sobre que Izan me ofrece.

- Te han reenviado la carta que mandaste hace dos meses, ¿recuerdas?

- Ah, ya casi no me acordaba - Digo intentando no parecer entusiasmada mientras abro el sobre.

Reconozco mi puño y letra en el papel que saco del sobre y leo lo último que pone:

Con amor y sin rencor, McKenzie.

2 de febrero del 2015.

Le doy la vuelta al papel y ahí está la carta redactada con la desbaratada letra de Peter:

Hola Mc!

La carta llegó a tu casa, pero tus padres la reenviaron a la mía. A ellos les pareció mejor idea que la redactara yo. Pero aún así quieren que te diga que te quieren mucho y que te echan de menos. Lo típico.

En cuanto a mí, me sentí realmente feliz al leer tu carta y ver que estás bien allí y que, de alguna forma (un tanto antiquada), nos podemos comunicar. Se me está haciendo muy larga la estancia en Sidney sin ti, pero por lo menos tengo a Angy de mi parte que me ayuda de vez en cuando a superar las distancias, aunque en el fondo se que a ella también le cuesta.

- Oye, ¿te encuentras bien? - Izan interrumpe mi lectura y es entonces cuando me doy cuenta de que se me ha escapado una lágrima.

- Sí - Contesto sin pensar y, aunque no sea verdad, sigo leyendo.

En cualquier caso, nos apoyamos el uno al otro cada vez que podemos, ahora que tu no estás. En fin, no nos pongamos melancólicos, que seguro que nos vemos pronto. Espero que esta carta llegue sana y salva hasta ti y recuerda que estaré esperándote con los brazos abiertos para cuando vuelvas.

Extraño demasiado tus pecas, Peter.

No puedo evitar que varias lágrimas más se escapen al reconocer la letra de Angy en el amarillento papel.

¿Qué tal, Mc?

Por fin Peter me ha dejado escribir. Tengo poca hoja en la que redactar, así que intentaré resumírtelo todo lo mejor posible.

Tengo que dejarte claro que Peter dejó de gustarme desde que me mintió y aunque hayamos hecho las paces, ya no veo a Peter como lo veía antes. Ahora simplemente es un buen amigo. Peter ha cambiado mucho desde que te fuiste. Ahora es más amable, ya no se mete en tantos líos y me ayuda con los problemas y tal... ahora que tú no estás él está intentado ocupar tu lugar, de alguna forma. Aunque claramente no es del todo una "mejor amiga" para mi como lo eres tú, pero algo ayuda. Bueno, se me acaba la hoja. Te extraño muchísimo. No se cuánto tiempo más estarás por allí, pero se que algún día volverás, y hasta entonces, te seguiré esperando. Vuelve cuanto antes.

Te quiere y te adora, Angy.

3 de abril del 2015, Sidney (Australia)

Me quedo un buen rato mirando la hoja. No se qué decir ni qué hacer. Tampoco tengo intención de llorar, pero no puedo evitarlo. Doblo la hoja y escondo la cabeza entre mis rodillas, para que Izan no escuche mi llanto. Pasados unos segundos él dice algo que no oigo, así que levanto la cabeza.

- No llores... - Me toca la mejilla y me limpia las lágrimas.

- Lo-lo siento, no pu-puedo evitarlo - Tartamudeo entre llanto y llanto.

- Shh... no pasa nada, es normal - Intenta tranquilizarme.

Apoyo mi cabeza en su hombro y él me abraza, y poco a poco me voy tranquilizando. Entonces por un segundo dejo de pensar en la carta. Dejo de pensar en el internado. Solo escucho el canto de las golondrinas y el leve rozamiento de las hojas de los árboles. Pero solo por un segundo.

ONLY WORDS (editing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora