capítulo 11

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Ninguno de los profesores pregunto sobre mi ausencia del día anterior. Apesar de que no era muy común que yo faltara.

Las clases de la mañana transcurrieron muy tranquilas.

A la hora del almuerzo me fuí con Esteban y Julio, en realidad ultimamente no pasamos mucho tiempo juntos, al parecer creo que incluso me an cambiado por otro chico de un grado inferior a nosotros, en este momento no recuerdo como se llama, pero eso ahora no importa, el punto es que la mayoría de mi tiempo la paso ya sea con Melliza o solo.
Pero apesar de que me enoje con ellos siguen siendo mis amigos.

Así que pasamos nosotros tres el almurzo y Melliza estuvo con esa chica Dulce y otra mas de la cual ni idea de quien es.

Para comer compro un vaso de fruta junto con un plato de chilaquiles, no son mis favoritos, pero es mejor que nada.

Veo a los 3 a lo lejos, sentados en una mesa para 6 personas.
Me acerco, los saludo con un choque de puños y me siento. Casi inmediataments Julio habla.
- y a que debemos esta comida?
Dice con una formadildad bastante sarcastica.
- jajaja, Ya vas a empezar con tus mamadas.
Digo manteniendo el sarcasmo.
- uy! Pues parece que ya no existimos por aquí. Te la pasas escapandote con tu vecina, incluso ya hasta trabajas en clases desde que estas con ella.
- como saben lo de la escapada?
- todos se enteraron
Dijo Esteban en un tono que hacia parecer a mi pregunta bastante tonta.
- pero nadie dijo nada.
Hablo por primera vez el chico con el que estabamos sentados.
- a Harold el es Luis.
Me presenta Esteban.
- que onda Luis!
Choque los puños con el de nuevo.
- a si y volviendo, tu tranquilo que nadie solto nada. Aunque que tanto le dijieste a Samara que anda como fiera.
- termine con ella.
- wow! Vas con tu vecina encerio. Quien lo diria eh!
Dice Julio fingiendo un gran asombro.
- Pues si, creo que si va encerio.
- bueno ya tu sabras, pero algo si te digo, Samra esta que la lleva la patada, y no creo que se quede de brazos cruzados por lo que hiciste.
- si lo se Julio, pero yo tampoco me quedaré de brazos cruzados.

Continuamos hablando algunos minutos sobre cosas insignificantes, cuando de repente aparece Samamara como si la ubieramos invocando, empieza a caminar en nuestra dirección, se acerca con un contoneo de caderas bastante exagerado. Los cuatro nos volteamos a ver entre si, sabiendo que esto no traera nada bueno.
Cuando llega saluda con un beso en la mejilla a los tres. Sin embargo a mi me mira con ojos de rencor y reproche.
- ah! Hola Harold. No me había dado cuenta de que estabas aquí.
- hola Samara.
Se sienta en uno de los lugares vacíos de la mesa.
- y dime Harold, no te gusta la bodega de el conserge, por eso prefieres no entrar a clases eh irte a otros lugares.

Claramente todos sabiamos a que se refería, los tres, pero en especial Julio me veía esperando a que yo le contestara algo.
Decidí no hablar, y ante eso ella decidio continuar.
- creeme, si me hubieras dicho que te daba asco ese lugar, te hubiera llevado a algun otro.

Seguí sin decir nada, lo único que hice fué levantarme y empezé a caminar. Fué entonces cuando Samara grito:
- ¡esa gata, tiene cara de santa, pero sabes algo, se ve que es más puta que cualquiera de este comedor!
La cafetería se quedo en completo silencio. Busqué a Melliza rápidamente con la mirada, esperando que no hubiera visto nada de esto.

Me acerque tan solo unos pasos a ella, mi cabeza estaba a punto de explotar, necesitaba decirselo.
- ¡creeme Samara, ella no es ninguna puta, la única puta eres tú, tanto que hasta en la bodega serías capaz de tener sexo!
Lo dije todo sin pensar, simplemente dejando que mis pensamientos salieran. Ella quedo en un pequeño shock al oir lo que dije, probablemente no esperaba que respondiera.
Todas las miradas de la cafetería estaban puestas sobre nosotros dos. Y al yo decir eso no tardaron en hacer el clásico sonidito de: tsss
Como era de esperarse Samara respondió:
- ¡claro! ¡Tu lo habrías hecho en esa maldita bodega de no ser por que apareció esa tipa y te idiotizo!
- ¡talvez! - admití - ¡pero te dire algo! Agradesco infinitamente que ella apareciera, me dí cuenta que no todas las chicas son como tu, es única, ¡y tu no eres nada comparada con ella! ¡Hasta nunca Samara!
Me di la vuelata y camine de salida, los murmullos de todos los estudiantes eran evidentes, ya no supe si Samara contesto algo pero honestamente no me importaba.

Las últimas clases fueron tranquilas, entre comillas, ya que cada que alguien me veía murmuraba algo, en ocaciones no distinguía lo que decía.

De regreso a casa Melliza me pregunto acerca de la pelea, era obvio que se iba a enterar.
- Harold, que paso en la cafetería?
- ou, veo te enteraste.
Dije un poco cabizbajo.
- toda la prepa habla de eso, como no me hiba a enterar, si la pelea fué... bueno por mi.

Lo dijo con un tono de voz algo extraño entre enfado, y tristeza.

Le hablé sobre la pelea y lo había pasado, le expliqué lo que Samra había dicho, y que yo no me había podido contener y lo que le contesté. Ella se sintio un poco por lo que se refería a la bodega y cuando bueno, Samara y yo nos reuníamos solo para pues, tener sexo. Apesar de eso ella entendió, le prometí que aunque Samara me provocara no le volvería a seguir en la pelea, también le pedí que si ella le decía algo, no le hiciera caso, y que mucho menos confiara en ella.
Y claro que yo la defendería de cualquier cosa que quisiera hacerle.
Y que todo lo que yo dije era verdad, sobre que era única, y la chica más fascinante que había conocido.

La niña de mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora