capítulo 18

151 5 0
                                    

- pero no se puede quedar aquí, tienes que regalarlo.
- pero mamá...  ya viste lo bonito que es.
- si, es muy bonito, pero yo no estoy para estar cuidando animales, y mucho menos uno tan pequeño.
- por eso ni te preocupes, Melliza y yo acordamos que lo cuidaríamos entre los dos.
Mi mamá rueda los ojos y hace una ligera mueca.
- ok, quédenselo, pero ambos se van a hacer cargo de sus gastos.
- si mamá, ya dije que si.
- bueno, ahora ayúdame a acomodar todo, solo tenemos tres horas antes de que todos lleguen.

Deje a Shimi en una canasta en mi recámara, si ese es el nombre de la gatita, Melliza lo escogió de regreso.

Empezamos por colocar las luces mi papá y yo, en unos arboles de el jardín, mientras mi mamá terminaba de preparar la cena.

No fué tan complicado, todo gracias a la escalera.
La casa se veía bastante bien.
Muy colorida y alegre.
Colocamos luces en todo el contorno de la casa, puesimos un inflable en una parte de el jardín, y con nieve en espuma decoramos los árboles.

Tenía poco tiempo, así que fuí a darme un regaderaso, para poder quitarme todo el sudor que traigo.
Me pongo la playera que compramos en el centro comercial. Me veo asquerosamente cursi. Aunque ahora que me miro a el espejo, creo que no me sienta tan mal. Acompaño la playera con un par de jeans negros y unos tenis.

Al bajar, todos los invitados se encuentran ya ahí, en el jardín.
A la primera que veo es a Melliza acompañada de sus papás, alcanzo a notar su cara de incomodidad, pero no alcanzo a distinguir el porque. Empiezo a caminar hacia ella, mientras examino los rostros de los demás invitados.
Se encuentra Julio, Esteban, Luis, Dulce, su amiga Arantxa y Samara... ¿qué hace ella aquí?
No tarda en darse cuenta de que la estoy mirando y me voltea a ver con el seño frunsido, luego da media vuelta, de una manera muy sobervia, haciendo que su melena de cabello negro y lacio vuele por los aires. No entiendo como es posible que venga en un par de tacones plateados de al menos 10 centímetros, junto con unos leggings altos y una especie de top a juego con sus zapatos.
La ignoro y me acerco a Melliza, ella se ve preciosa vestida a juego conmigo.
La saludo con un beso en los labios.
- hola, de nuevo.
Digo, y entrelazo nuestras manos. La acompaño a llevar a la cocina una gelatina que hizo su mamá.
Al llegar ahí, colocamos la gelatina en el refrigerador. Mi mamá entra totalmente estresada, no ha tenido ni tiempo de bañarse, sigue hecha un lio con su cabello agarrado en una pinza, con algunos mechones sueltos.
- Harold, podrías empezar a atender a todos, yo bajo en cinco minutos.
Dice ella mientras me entrega una enorme cazuela con al menos 50 tamales dentro.
- si má, no te preocupes.
Le entrego a Melliza unos paquetes con platos, me dispongo a salir cuando recuerdo.
- oye, ¿qué hace ella ahí?
Digo, y señalo a Samara, atravez de la ventana.
- ¿quién?
Contesta mi mamá algo desconcertada.
- Samara, ¿qué hace aquí Samara?
- ohh, cierto, se me olvido decirte que invité a su nana; aunque la invitación no la incluía a ella. Pero que quieres que haga, no puedo correrla, sería muy descortés.

Tiene razón, no puedo simplemente hecharla de la casa, asi que aciento y mi mamá  se retira.
Entre mi papá  y yo atendemos a todos los invitados.

Hasta eso, todo transcurría de una manera tranquila.
Se hizo todo lo común que se hece en una posada.

Al momento de la piñata, pasan los niños que hay, solo son unos cuantos vecinos, luego seguimos los "jovenes". Inmediatamente todos se alejan, ¿que en verdad tan agresivos somos?
Primero pasa Luis, le vendan los ojos con una bufanda y empieza a golpear; solo logra volarle un pico a la piñata, y hacer que truene ligeramente el barro.
Llega el turno de Melliza, ella en realidad no logra golpearla casi, mas que dos o tres veces.
Sin en cambio Llegado el turno de Julio el asunto se pone feo, la gente se aleja a un más, mientras que el sin importarle golpea la piñata de una manera muy ruda, y la rompe. Inmediatamente todos los niños corren.y se lanzan unos sobre otros para poder ser el que gane más dulces.

Ya es algo de noche, la gente ya esta muy relajada, unos comiendo, otros bailando y cantando.
Yo me encuentro con Melliza, estamos tirados en el pasto, viendo las estrellas, aunque realmente no se logra distinguir mucho por las nubes y la contaminación.
En realidad no hablamos mucho, me gusta disfrutar de su compañía en silencio. Empiezo a notar que tiembla ligeramente, asi que la abrazo con más fuerza. Aunque en realidad yo también tengo algo de frío. Me enderezó hasta quedar sentado.
-¿oye y si subimos por un suéter?
- si, la verdad es que me estoy muriendo de frío.
Me levanto, y la ayudo a ella a levantarse.
Vamos caminando rumbo a mi cuarto. Al llegar ahí...
-hola Harold...
Y ahí esta Samara, recostada en mi cama, con algo en las manos que no logro distinguir que es. De lo que si me eh dado cuenta es que se quito los enormes zapatos que traía, ademas de que se puso una de mis sudaderas.
- ¿que demonios estas haciendo aquí?
Grito sin siquiera pensar.
Melliza mientras tanto se queda callada, y se esconde detras de mí, no esta dispuesta a enfrentarse.
- bueno, ¿como te explico?
Se pone de pie y empieza a caminar hacia la puerta donde estamos nosotros. No para de juguetear con su pelo.
- ¡ya habla de una maldita vez!
- ya, tranquilízate... AMOR
¿cómo es posible que sea tan cínica? Se acerca más a mi y me toma de el cuello de la playera.
- ¡sueltame!- la aparto de inmediato- y dime de una vez ¿que haces aquí?
Ella rueda ligeramente los ojos, vuelve a caminar rumbo a la cama, y se sienta en la orilla.
- vengan, vamos a hablar como gente civilizada.
Dice ella y da una ligera palmadita en el colchon para indicar que nos sentemos.
- ¿civilizada? ¿lo dices enserio?  Después de que llegaste a esta fiesta sin invitación, te metiste en mi cuarto, y además de todo tomaste mi ropa.
- pues por si no te acuerdas, no es la primera vez que estoy aquí, ¿oh si?
Voltea a ver a Melliza por primera vez.
- a ti también te trajo aquí ¿cierto?
Estoy a punto de explotar, la sangre me hierve, tengo ganas de tomarla de su cabello y sacarla arrastrando de aquí.
- oh, ahora entiendo- Dice Samara, y coloca la cara de asombro más falsa que eh visto en mi vida.- a eso venian, uy como lo siento, no quería interrumpirlos, lo siento en verdad no era mi intención.
Sin duda alguna es la persona más hipócrita.
Ella se dispone a irse, empieza a caminar a la puerta con demasiado contoneo de caderas.
- chao amor.
Dice y manda un beso.
Y sin darme cuenta...
Melliza le suelta una cachetada, la cual voltea su cara casí por completo. Lo primero que hace Samara es tocarse la mejilla.
Intenta devolverle el golpe, pero me interpongo.
- ¡largate!
Le contesto entre dientes.
- ¿que no escuchaste? ¡Largate!
Esta vez es Melliza quien la corre.
- tu callate zorra, y si me voy, pero les advierto esto no se va a quedar así. Entendiste Harold, ni creas que van a poder contra mi.
Grita, se quita mi chamarra y la tira a el piso, toma sus tacones y se va, aun tocándose la mejilla.

La niña de mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora