Era sólo el primer día de justas y Lyanna ya se encontraba harta de eso.
Stannis y Renly estuvieron a su lado todo el rato, regalándola pequeñas sonrisas y palabras amables. El pequeño de los Baratheon ya no llevaba la capa de los Stark que Lyanna le había quitado a uno de sus hermanos. Brandon y Eddard habían visto los escalofríos de Renly, la mueca despectiva de Lyanna, el odio frío de Stannis y las miradas asesinas que los tres le regalaban a Robert; y ataron los cabos. Brandon se quitó su propia capa, blanca como la nieve, y se la dio al pequeño, devolviéndole la otra a Lya. La de su hermano era muchísimo más bonita que la suya, y Renly parecía feliz luciendo el distintivo vestuario del heredero de Invernalia.Todos ellos habían animado implacablemente a Brandon todo lo que duraron las justas. Incluso Howland, alicaído y desanimado, había gritado como nunca cada vez que Brandon desmontaba a alguien.
Había sido entretenido, mucho más de lo que había esperado. Mientras veía a los caballeros chocar las lanzas de torneo se preguntó a si misma porque su padre nunca le había permitido coger una espada. Era ágil y veloz, y diestra con la muñeca. Los derribaría a todos con una facilidad asombrosa.
Había estado pensando un poco en eso, mientras observaba a Howland y recordaba como la noche anterior el pequeño lacustre había rezado a los dioses antiguos mirando hacia el Ojo de Dioses, la Isla de los Arcianos. Una idea se había empezado a formar en su cabeza, pero la verdad era que le había resultado imposible concentrarse en nada: Rhaegar no le había quitado la vista de encima durante todo el tiempo que duró la liza.
El príncipe también había participado, con su brillante armadura roja, su largo cabello plateado y esos ojos que no se habían apartado de ella ni un segundo, haciendo una leve inclinación de cabeza en su dirección cada vez que derribaba a un oponente; como si verla fuese su motivación, lo único que le daba fuerzas. Lya lo había notado, cómo un peso, cómo una suave y seductora caricia, cómo una muestra de que alguien la prestaba atención. Y lo había recibido con los brazos abiertos, sintiendo la profunda necesidad de que alguien llenara el agujero negro que Robert había creado en su interior con cariño y atención.
Su hermano Ned también se había dado cuenta, al igual que las miradas que le había devuelto su hermana, pero no podía decir nada. No cuando Robert se había comportado de aquella manera la noche anterior.
Había intentado defenderle, pero pronto se rindió. Amaba a Lyanna con todo su corazón, tanto que le dolía. Entendía que estuviera disgustada, y - aunque no lo aceptara - comprendía porqué su hermana buscaba refugio, atención y cuidados en los brazos del príncipe.
De su príncipe.
Del hombre que, sin saberlo, cumplía todos los requisitos y superabas las expectativas de su escéptica hermana.
- Así pues - el maestre Walys se puso en pie - Vayamos a felicitar a Lord Stark.
Eddard se puso en pie y despegó su mirada de las pupilas violetas de Ashara Dayne, qué le miraba con inocencia y dulzura desde su asiento al lado de la princesa Elia. Lyanna no le había preguntado a Ned si había pasado la noche con ella. No tenía que hacerlo. Era Ned, el dulce, el honorable, el hermano bueno. Él nunca pasaría la noche con Ashara cuando se acababan de conocer. No antes del matrimonio.
- Creo que no nos necesita. Sabe festejar él sólo muy bien - dijo él, señalando con la cabeza a un grupo de muchachas rubias que se arremolinaban alrededor de su hermano.
Lyanna suspiró, apiadándose, para su propia sorpresa, de Catelyn Tully. Brandon se comportaba como se había comportado Robert. Y eso la enfurecía.
- Dejadle tranquilo. La victoria no le durará mucho - dijo ella. Ned la miró con fastidio - ¿Qué? Sabes que es cierto.
- Es Brandon. Nuestro hermano.
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Fuego Invernal © | Lyanna Stark & Rhaegar Targaryen |
Fanfic"Prometemelo Ned... Prometemelo" Todos conocemos la historia del secuestro de Lyanna Stark a manos de Rhaegar Targaryen y la posterior muerte de ambos. Sabemos las consecuencias que trajo para Poniente. Muerte parcial de la familia de ella, muerte d...