Lyanna siempre afirmado, con rotundidad, con absoluta convicción, con inamovible seguridad que; de la misma manera en que toda ella pertenecía al norte y a Invernalia, en dónde se había dejado el alma en cada piedra y copo de nieve, su corazón siempre había latido por Dorne.
La promesa que el sur constituía siempre la había seducido irrevocablemente. El hielo era la sangre de su venas, pero el calor de Dorne era lo que la hacía circular, llenado su corazón de esperanza y emoción, bombeando por su cuerpo el calor y la alegría que se respiraba en aquel rincón del mundo tan especial.
En Invernalia había crecido, en Harrenhal había descubierto la clase de mujer que deseaba ser, Aguasdulces la había mostrado lo hermosa que podía ser la vida, Bastión de Tormentas la había ayudado a renacer de sus propias cenizas más fuerte que nunca; pero solo Dorne, con su bondad y calor, era capaz de sanar incluso las heridas más profundas, aquellas que nadie veía, aquellas que incluso ella misma había olvidado que tenía. El brillante sol de Dorne se había filtrado en cada recodo de su cuerpo y alma, curando a su paso cualquier dolor o pena, llenándola de alegría y esperanza, enseñándole a amar la vida de nuevo.
Lyanna hacía tiempo que había descubierto que seguir su corazón era siempre la mejor opción, y su corazón, que había latido siempre por Dorne, no se había equivocado.
La felicidad, el amor, la dicha flotaba en el ambiente; inundando a todos de inevitable alegría y esperanza. Llevaban ya una semana en la Torre de la Alegría, como Rhaegar la llamaba, y aunque Lyanna se sentía más feliz de lo que había estado en mucho tiempo, no todo era tan perfecto como la hubiese gustado.
Rhaegar se había aislado del resto del mundo. Se había escondido en su caparazón, y había construido a su alrededor una barrera que no dejaba traspasar a nadie, ni siquiera a ella. Todo el camino desde las tierras de la tormenta hasta las Montañas Rojas de Dorne había sido tenso e incómodo. El príncipe de Rocadragon no hablaba con nadie, no comía con el resto de la gente, ni siquiera les miraba. Durante todo el viaje había ido a la cabeza de la comitiva en el más puro silencio, y cuando llegaron a la torre, se recluyó en sus aposentos, evitando cualquier clase de contacto con el resto de ellos.
Lyanna, preocupada y rota de dolor por lo muchísimo que le añoraba, había pensado en hablar con él; pero Ser Arthur y Ser Oswell recomendaron darle tiempo y espacio. La situación era muy delicada, había muchas cosas en juego, muchas responsabilidades, muchos deseos, muchas consecuencias que aún no estaban preparados para asumir. Rhaegar estaba preocupado, y eso Lyanna lo entendía, pero era incapaz de comprender su actitud.
Ella se había ido con él por propia voluntad, porque lo deseaba, porque le deseaba. Fueran cuales fuesen las consecuencias de sus actos, eran también responsabilidad suya. También era su culpa, también tenía muchas cosas en juego, y si todo se descontrolaba y les tocaba hacer frente a algo, lo harían como debían hacerlo; juntos.
Eso era lo que más le preocupaba. Rhaegar no había vuelto a mirarla, o ha hablar con ella, o a besarla o tocarla. No había acudido a su lado con palabras dulces y miradas cargadas de amor. No la había hecho compañía en aquellas noches llenas de dolor y remordimiento, cuando más había necesitado alguien a quien abrazar.
Lyanna tenía miedo de que él acabara de darse cuenta de que en realidad no la amaba. Que todo había sido una equivocación, una confusión, un error. Le añoraba tanto que se sentía morir cada vez que pensaba en ello. Porque ella le amaba, le quería, le deseaba. Sus labios se moría por besarle, y sus manos por tocarle; y toda ella agonizaba de dolor al ver que él no parecía afectado. Al entender que su ausencia en su vida era fácilmente superable. Que aunque la amase, no estaba ni de cerca tan obsesionado como estaba ella.
ESTÁS LEYENDO
Fuego Invernal © | Lyanna Stark & Rhaegar Targaryen |
Fanfiction"Prometemelo Ned... Prometemelo" Todos conocemos la historia del secuestro de Lyanna Stark a manos de Rhaegar Targaryen y la posterior muerte de ambos. Sabemos las consecuencias que trajo para Poniente. Muerte parcial de la familia de ella, muerte d...