Sin importar a dónde fuera o qué hiciera, sin importar cuánto cambiara, ella siempre sería la extraña chica de las coletas. La del cabello extraordinario. La que siempre hacía bailar el azul y el negro.
Serie de microrrelatos y relatos cortos de Mi...
El pecho me escocía a horrores. Parecía que la vida se me estaba escapando por la boca. Era como si cada bocanada de aire desatara un infierno en mis pulmones, tarea dificultada por el agua de la que trataba de librarme. Cada mínima respiración suponía que un torrente de lava me abrasara por dentro. El dolor era tan intenso que tardé varios minutos en darme cuenta de que también me dolía la parte externa de mi cuerpo. Sentía mis extremidades tensas y magulladas. El dolor procedía de tantos lugares diferentes que no sabía cual urgía más, en cual debía concentrarme. Estaba aturdida, totalmente perdida por mi mente nublada y las molestas arcadas.
Tardé varios minutos en recobrar un poco la calma. Mi respiración seguía siendo dolorosa y ruidosa, pero ya no era un intento espasmódico por mantenerme con vida.
Repentinamente, un par de fuertes aunque delgados brazos me inmovilizaron. Durante un segundo me asusté ante la fuerte presa, rememorando una pesadilla difusa en mi memoria olvidada, pero rápidamente me tranquilicé. Me percaté del temblor inconsciente de aquellos brazos y aquel pecho, la respuesta al miedo. Me abrazaba con fuerza y con afecto. Cuando registré el aroma, me tranquilicé por completo. Era un perfume familiar, alguien en quien confiar. Chat Noir me había salvado. Luché por abrir los ojos, deseando encontrarme con él y tranquilizarle. Fue difícil. Mis párpados pesaban como lozas de mármol. Después de varios intentos, lo logré, aunque me vi cegada por la intensa luz del día.
Cuando me hube acostumbrado a la luz, busqué con mi mirada a la persona que me abrazaba tan firmemente. Reconocí el cabello rubio con rapidez, aunque no pude evitar pensar que había algo allí que no cuadraba. Había algo diferente. Él, al reconocer mi movimiento, se separó de mí. Clavó sus brillantes ojos verdes en los míos, observándome expectante.
— ¡Marinette! —gritó mi nombre con la voz quebrada, angustiada—. ¿Cómo te encuentras?
Lancé una muda exclamación ante mi torpe error. Quién estaba frente a mí era Adrien, no Chat Noir.
Escuchamos barullo a nuestro alrededor. Nos giramos para ver cómo se acercaban nuestros compañeros de clase, en compañía de la policía y la ambulancia.
— ¿Qué ha pasado? —pregunté lentamente, confundida. La garganta me dio un fuerte latigazo al hablar.
—Ese akuma en forma de águila te capturó. Logramos que te liberara usando el arco y las flechas, pero te soltó en medio del lago y por poco te ahogas.
Asentí, sintiendo como mi difusa memoria comenzaba a cobrar forma. Inspeccioné mi cuerpo, buscando señales de violencia por el ataque de aquel akuma. Efectivamente, mis extremidades estaban llenas de heridas. Algunas eran apenas rasguños, pero otras era posible que necesitaran puntos. Gemí, molesta ante la idea. Cuando dirigí la mirada a mi pecho, pegué un brinco. Fue doloroso, pero inconsciente. Mi jersey estaba totalmente arruinado, rasgado por la mitad, y mi camisa totalmente abierta. Mi pecho y mi brassier, totalmente expuestos. Como si se tratara de una bata, tomé ambos extremos de mi ropa y los cerré con la presión de mis brazos cruzados. Mi rostro estaba totalmente sonrojado cuando le lancé una alarmada mirada a Adrien. Debido a la vergüenza, fui repentinamente consciente de lo cerca que estábamos. Me dispuse a apartarme de su regazo, en el que me había mantenido sin darme cuenta. Él, para mi sorpresa, me lo impidió. Sus mejillas, al igual que las mías, estaban rojas.
En ese momento, los paramédicos se acercaron a nosotros. Probablemente porque me vieron aturdida, dirigieron todas las preguntas de rigor a Adrien. Comenzaron a colocarme en la camilla mientras hablaban con él.
—Recurrí a las técnicas de primeros auxilios para la reanimación. No respiraba y su corazón tampoco latía, así que...
No pude escuchar toda la conversación porque Alya se lanzó en mi dirección.
— ¡Marinette! ¿¡Estás bien!? ¡Creí que te había perdido para siempre!
Los ojos de Alya estaban enrojecidos y llorosos. Sus mejillas estaban irritadas por las lágrimas. Recordando lo doloroso que había sido hablar, simplemente asentí con una sonrisa cansada.
— ¡No te atrevas a darme otro susto semejante! Cuando me marché en busca de ayuda, Adrien estaba desesperado por salvarte. ¡Tu corazón no latía! Tuvo que hacerte el boca a boca para traerte de vuelta.
La miré con los ojos abiertos, alarmada y pasmada. Debido a la compleja situación, mi mente estaba tan dispersa que no había caído en el significado de las palabras de Adrien. ¿Eso quería decir que Adrien me había...? Me llevé las manos a la boca, provocando un sonoro chasquido. El calor de mi cara ascendió rápidamente. Alya me miró enarcando una ceja.
—Después de todo lo que has pasado hoy, ¿eso es lo que te sorprende?
No tuve tiempo de responderle. Los paramédicos terminaron de estudiar los daños de mi cuerpo y de acomodarme en la camilla. Procedieron a introducirme dentro del vehículo. La profesora Bustier, que había asistido a la excursión en calidad de tutora, me acompañó. Antes de que cerraran las puertas metálicas, pude ver el semblante preocupado de Adrien, que me despidió con un gesto de la mano.
Una vez que la ambulancia estuvo en marcha, no pude impedir que una duda se anidara en mi mente.¿Cómo era posible que hubiera confundido a Adrien con Chat Noir?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Hola a todos!
Lo sé, lo sé; me he demorado mucho en escribir este capítulo. Las obligaciones no me dejaron otra opción. En fin, ¿qué os ha parecido? Yo he sido ruin, me he divertido mucho escribiéndolo.
En el capítulo anterior cometí un error. Califique al akuma como yokai. Esto es por influencia de Inuyasha, donde a los demonios se les denomina así. Como akuma es un sinónimo de yokai, ya que ambos significan demonio, se me metió en la cabeza el término. Sin darme cuenta, acabe poniendo yokai en la historia xD.
Me estoy replanteando hacer una tercera parte, ¿quién secunda la moción?
Con esto y un bizcocho, ¡nos vemos en el próximo capítulo!