Reflejo

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Me senté en la blanda moqueta, desganada y sin fuerzas. Después de haber luchado contra aquel akuma, había quedado totalmente agotada. Me acosté en el suelo, bocarriba, estirándome en toda mi extensión en forma de equis, sin importarme nada. El sudor bañaba mi frente, pero no tenía fuerzas para apartarlo. Estaba demasiado concentrada en regularizar mi respiración para pensar en nada más.

Inconscientemente, cerré los ojos. Ni siquiera los abrí cuando sentí una presencia junto a mí, recostándose a mi lado. No me había falta abrirlos para saberlo. El aroma a viento salvaje y sudor fresco era lo suficientemente identificativo como para reconocerlo sin necesitar mayor señal; aunque mi subconsciente era incapaz de pasar por alto todos esos pequeños detalles que lo definían. Como el sonido entrecortado de su risa, detenido por sus fuertes bocanadas de aire. O la forma en que se me erizaba la piel de mi brazo al sentir su proximidad. Eran señales extrañas que se habían ido repitiendo, con cada vez más fuerza, en mi mente y en mi cuerpo. Había intentado omitirlas con todas mis fuerzas, pero había llegado a un punto en que eran demasiado fuertes. Era completamente imposible desentenderme y hacer caso omiso a esos pensamientos. Era demasiado consciente de Chat Noir como para siquiera intentarlo.

Sin darme cuenta, empecé a reírme yo también, tontamente y sin preocupaciones. Era una sensación relajante.

Un movimiento a mi lado me hizo abrir los ojos. Chat se mantenía sentado en el suelo, con las piernas laxas y los brazos soportando su peso. Miraba al frente con una sonrisa divertida. Me enderecé y seguí su mirada, casi sin ser consciente de mis actos. Me recibió mi propia mirada cansada y eufórica, aunque un poco difusa, con la ciudad de París de fondo. Especialmente destacaba la torre Eiffel, que brillaba en esa noche clara con un resplandor espectacular. Una de las pocas virtudes que tenía pelear en un rascacielos eran las vistas.

―Traemos unas caras de susto ―comentó de pronto, peinándose el fleco hacia atrás en un ademán agotado y chulesco.

― ¿Traemos? ―inquirí con sorna―. ¿Qué pasa, gatito dormilón? ¿Te ha agotado esta batallita?

―Lo dice la que se tiró al suelo nada más purificar a ese akuma ―refunfuño, encogiéndose de hombros.

―Yo solo me limité a recuperar el aliento, nada más ―contesté, imitando su encogimiento de hombros con una sonrisa burlona.

―Sí, ya... ―musitó, sin creerme ni un poco.

Dobló las rodillas y se levantó, sin necesidad de hacer fuerza con las manos, totalmente resuelto. Se paró frente a mí, justo delante del ascensor de cristal que estaba ubicado en el exterior del edificio. No pude evitar preguntarme si en su forma civil estaría habituado a ejercitarse y a moverse de esa manera. No es que yo fuera una tortuga dada la vuelta, incapaz de ponerme en pie por mí misma, pero tenía que reconocer que no era tan hábil físicamente siendo Marinette como en mi forma de heroína.

Chat estiró su mano hacia mí, tan tranquilo y tan resuelto, con esa sonrisa ladina característica suya. Meneé la cabeza rápidamente, obligándome a eliminar esos pensamientos sin sentido, y acepté su mano. Chat tiró de mí con más fuerza de la necesaria, precipitándome hacia su pecho. Intenté alejarme al momento de estar de pie, pero él aprovechó la situación y rodeó con su mano libre mi cintura. Manteniéndonos tan próximos que nuestros alientos se rozaban.

La distancia era tan íntima, tan escasa, en medio de aquel silencio y oscuridad, que no pude evitar sentir como mis mejillas se coloreaban ardientemente. Ser hiper consciente de su presencia junto a mí y que su toque en mi piel quemara, no era de ninguna ayuda. Era incapaz de entender qué me ocurría porque, hasta hacía poco tiempo, Chat solo había sido un compañero de aventuras para mí. ¿Alguien podía explicarme por qué demonios mi corazón se había revolucionado de esta manera, de improviso?

―Mi lady ―susurró, con voz muy suave, como el ronroneo de un gato. El sonido hizo que me recorriera un escalofrío. Todo el cuerpo me latía como si fuera una extensión de mi corazón alterado.

Mi rostro se había mantenido escondido en su cuello. Alcé la vista y cruzamos miradas. Pude ver como las expresiones surcaban su rostro. La diversión, la sorpresa, el asombro. Sin perder su esencia pícara y sagaz de gato travieso. Me puse de morros, irritada. No iba a tolerar que Chat se pusiera chulo conmigo, engolosinado por la extraña respuesta que estaba obteniendo de mí. Aún mantenía nuestras manos juntas, así que me libré de su agarre y rodeé sus mejillas. Lo atraje hacia mí y, con la satisfacción que me otorgó escucharle soltar un jadeo de sorpresa, besé sus labios.

Fue una caricia suave, más porque él estaba petrificado del susto que por otra cosa. Cuando al fin se dio cuando de lo que estaba ocurriendo y sus manos cobraron vida, acercándose a mi cabello, nuestros miraculous comenzaron a pitar al unísono. Como una señal molesta. Chat parecía tan extasiado por la eléctrica y dulce sensación que hizo caso omiso de ello, pero yo no podía hacer lo mismo. Pulsé el botón del ascensor a sus espaldas. Cuando las puertas se abrieron, lo empuje dentro con todas mis fuerzas, de manera que chocó contra la pared de cristal.

Chat estaba demasiado desconcertado por todo como para poder reaccionar. Me miraba con los ojos abiertos de par en par y con una expresión boba que me habría encantado fotografiar.

―M-mi lady... ―susurró con voz entrecortada.

Yo aproveché su momento de confusión para pulsar el botón de primera planta y el de cerrar las puertas. Me alejé del ascensor antes de que él pudiera hacer nada.

―Buenas noches, gatito ―me despedí con una sonrisa, moviendo afanosamente la mano.

Chat se recompuso, como si le hubiera lanzado un cubo de agua congelada. Se alongó a las puertas de cristal, apoyándose en ellas. No podía oír lo que decía, pero por su expresión molesta, podía hacerme una idea. Su traje comenzó a desaparecer ante mis ojos. Con el corazón en un puño, me di la vuelta, sabiendo que era algo que no debía ver.

Cuando el ruido de la máquina me dio a entender que el ascensor había bajado de planta, me desplomé de rodillas en el suelo. A la vez, mi traje desapareció en una brillante magia rojiza.

Me sentía como una bruja horrible, manipuladora y con el corazón roto, y no sabía por qué.

Me sentía como una bruja horrible, manipuladora y con el corazón roto, y no sabía por qué

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¡Hola a todos, lindas flores!

Un shot nuevo, un poquito más largo que los anteriores. Esta vez tenía un poco más de tiempo libre xD. En fin, ¿qué os ha parecido? Sé que no suelo publicar historias ladynoir, pero la idea se me ocurrió y no me pude resistir. 

Si soy sincera, todo nació a partir de una nueva portada que hice. ¿Qué os parece? ¿Debería dejarla como la portada oficial del fic?

 ¿Qué os parece? ¿Debería dejarla como la portada oficial del fic?

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Bueno, me despido con un beso y un bizcocho. ¡Nos leemos!

Noir, Bleu, CheveuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora