Decisiones

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Existen momentos en la vida en los que el corazón de los mortales se convierte en una increíble máquina del tiempo. Es tan poderosa y, a la vez, tan imperceptible... Su poder invade las vidas de los humanos tan continuamente que se la toma por un sesgo de la imaginación humana en un momento de crisis. Nada más lejos de la realidad. No tiene nada de imaginario, de irreal ni de surrealista. El corazón, henchido de la emoción y la adrenalina, como la máquina más poderosa del cuerpo humano, bombea a toda velocidad hasta conseguir que el tiempo se detenga. El espacio es de solo un segundo. Sin embargo, dentro de ese segundo mágico, miles de pensamientos y de decisiones toman forma en el cerebro de cada persona. Ese extraordinario pequeño segundo es el que permite que las decisiones de último momento, las más arriesgadas e irracionales, surjan y salven vidas. Todo eso a cambio de un latido que el corazón decidió regalar al tiempo, olvidándolo de su cuerpo, saltándoselo.

Esa situación la estaban viviendo dos jóvenes adolescentes, que se veían oprimidos por la lucha entre la razón y el instinto, mientras advertían como su tiempo podía terminarse definitivamente si no salían de aquel oscuro y estrecho callejón, sin salida.

Ante sus ojos estaba Gothique, un akuma alto y vigoroso, vestido íntegramente de cuero negro. Su largo cabello plateado caía por libremente por su espalda y por gran parte de su rostro, mostrando únicamente la fina línea de sus labios apretados. Lo que más atraía la atención de ambos jóvenes distaba mucho de ser la apariencia del oponente, sino las pesadas guadañas metálicas que Gotique estaba alzando grácilmente por encima de su cabeza. Pese a que Marinette y Adrien estaban a varios metros de distancia, teniendo en cuenta la longitud de sus armas y la fuerza de sus brazos, bien podía lanzar libremente las guadañas y dejarlos en el sitio.

En ese momento, sus corazones, bullendo de adrenalina, latieron al unísono, deteniendo el tiempo. Ante sus ojos fue como si los brazos de Gothique se congelaran en el aire. Todo, incluso sus propias respiraciones, se detuvo. Sin embargo, sus pensamientos continuaron el ritmo desenfrenado que habían mantenido sus pulmones antes.

"¿¡QUÉ PUEDO HACER!?", se preguntó Marinette, confusa. "No puedo mostrarme como Ladybug frente a Adrien, ¡ME DESCUBRIRÍA!".

"¡MALDICIÓN! ¿¡Qué hago!?", se interrogó a sí mismo Adrien, enfadado por el sentimiento de inutilidad y de impotencia que le que le corroía. "Si me muestro como Chat Noir frente a Marinette, todo se acabará".

"¿Entonces?", prosiguió Marinette con su interrogatorio, ofuscada por no ser capaz de encontrar una salida. "No podemos huir de aquí. No hay salida por ninguna parte. No hay ventanas ni puertas, solo unas enormes y altas paredes de ladrillo, infranqueables en mi estado actual...".

"Si nos quedamos así, ¡nos matará!", pensó Adrien, a su vez, alarmado. "Y todo quedaría en manos de mi Lady". Adrien se sorprendió al no haber pensado en ella antes, pero rápidamente dejó ir ese pensamiento. Por muy increíble que fuera Ladybug, con su sorprendente sentido de la oportunidad, era imposible que llegara a tiempo para impedir que esas guadañas los cortaran en dos.

"Si Chat Noir estuviera aquí...", imploró Marinette instintivamente. Chat Noir siempre la había ayudado en las más peligrosas situaciones, tanto siendo Ladybug como siendo Marinette. Él era la única persona sobre la que pondría en sus manos su vida sin ningún miedo por ello. Sin embargo, aunque su rezo ganaba fuerza en su pecho, sabía que era un deseo inútil. Por muy oportuno que pudiera ser Chat Noir, apareciendo siempre de la nada en el momento en el que más lo necesitaba, era imposible que apareciera entes de que Gothique acabara lo que había venido hacer.

Sabiendo que sus vidas no eran las únicas que estaban en juego, tomaron una decisión.

"No puedo dejar que, por mi miedo, le pase algo", pensaron al unísono, recordando rápidamente que no estaban solos en aquel callejón oscuro. "Si esto implica su rescate, ¡que así sea!".

Así, en ese frenético y mágico segundo de tiempo, sus corazones se llenaron de valor. El hechizo que habían creado sus corazones a partir de un latido perdido se rompió en un parpadeo, pero ambos no necesitaron nada más.

—Tikki, ¡transfórmame!

—Plagg, ¡transfórmame!

Sus gritos resonaron al unísono, causando que el otro se sorprendiera y girara en su dirección mientras las transformaciones sucedían. Adrien, demasiado impresionado por el brillante brillo rojizo que cubrió el cuerpo de Marinette, fue inconsciente de cómo su propio cuerpo cambiaba. Sin embargo, esa metamorfosis no fue invisible para Marinette, que apreció atónita como el brillante traje de cuero de Chat Noir cubría rápidamente la piel de Adrien.

Ambos se miraron estupefactos y desconcertados, sin saber que decir. Sin embargo, el vibrante silbido de las guadañas los regresaron a la realidad. Saltaron en el aire justo a tiempo. Las guadañas se clavaron profundamente en el suelo.

Chat Noir, demasiado confundido por lo que acababa de ver como para poder centrarse en el combate, invocó su bastón y lo proyecto con toda su fuerza contra Gothique. El impacto fue tan feroz que lanzó al akuma fuera del callejón, enterrándolo en la pared de la panadería que había en frente y dejándolo encajado en el sitio. Desde allí podía verse como forcejeaba con sus piernas, intentando librarse de su repentina prisión. No obstante, Chat Noir hizo caso omiso de eso. Hizo caso omiso de todo.

Él se giró en dirección a Ladybug y la tomó por los hombros, haciendo que estuvieran frente a frente.

—Todo este tiempo has sido... tú —afirmó, en un susurro de voz. Sin embargo, el agarre de sus manos se iba apretando con cada palabra que decía, temblando del sobrecogimiento.

"Mi Lady... Mi princesa de cabello estrellado... Son la misma...", pensó Chat Noir, fascinado.

"Adrien, mi amor; y Chat Noir, mi compañero; son la misma...", meditó Ladybug, asombrada y patidifusa.

—Y tú... —dijo a su vez Marinette, temblando, completamente estupefacta. Ni en sus mayores elucubraciones por imaginar quién podía ser Chat Noir había pensado que podía tratarse de él.

"Persona", concluyeron ambos, con un suspiro, sin poder creer lo que sus ojos habían visto. Sus mentes no le encontraban razón lógica, aunque sus corazones tamborileaban en sus pechos con una felicidad tan arrolladora que abrumaba. Como si estuvieran gritando a los cuatro vientos que ellos ya lo sabían, por mucho que sus cerebros no habían querido escucharlos.

Un repentino estruendo los sorprendió, haciéndoles olvidar lo que iban a decir. Gothique se había librado de su presa y alzaba sus guadañas nuevamente. Sabiendo que tendrían que dejar el tema para después, se prepararon para sacar sus armas y poner punto y final a aquel akuma tan temperamental.

Sin embargo, mientras corrían, sus pensamientos no pudieron evitar resonar en sus mentes, haciendo que una calidez extraordinaria reverberara en sus cuerpos:

"Sin importar las circunstancias, lo que nos haya traído hasta aquí, sé que puedo poner mi vida en tus manos."

"Confío en ti."

¡Hola a todos! Espero que este pequeño relato os haya gustado a todos

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¡Hola a todos! Espero que este pequeño relato os haya gustado a todos. Fue un poco extraño meterme en la cabeza de los dos protagonistas a la vez, pero fue un experimento divertido. 

 En fin, pues con esto y un bizcocho, ¡nos vemos en el próximo capítulo!

Noir, Bleu, CheveuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora