39- Desde cero.

27 3 1
                                    

Toqué la puerta de nuevo. Nadie abría y algunas luces parecían estar apagadas, eran las diez de la noche de un domingo. Sería extraño que hubiera alguien o que estuviera Adam, pero sólo necesitaba hablar con alguien o beber, quizás llorar, no lo sé. Pero no quería hablar con Lily, mucho menos con Leah. La última vez que hablamos aún seguía delicada respecto al tema de Mason.

La puerta se abrió y detrás de ella apareció Colton, para mi buena suerte. Yo estaba empapada, tenía el cabello envuelto en una maraña extraña. Lo más probable es que tuviera cara de psicópata por las ganas aguantadas de llorar que tenía.

-Mierda, ¿Qué te pasó? —me hizo pasar y cerró la puerta. Me ayudó con las maletas y las dejó a un lado— Parece como si hubieras visto un muerto, estas pálida, ¿tienes frio? —Colton me miró atento y negué con la cabeza. Estaba hirviendo de la rabia, en estos momentos no podía pensar en frio— Creí que estabas fuera del país en Bolivia o Ecuador.

-Brasil —murmuré.

-Exacto, ¿estás bien?

-Ah ah —negué.

-¿Aiden?

-Aja —asentí.

-¿Qué te hizo? —Me examino con la vista— ¿Te hizo daño? ¿Te golpeó? —Negué— ¿Entonces? Habla.

-¿Está Adam? —dije moviendo rápido mis pestañas alejando las lágrimas.

-Está en una cita...

-Entiendo —asentí.

Miré a los lados, mis piernas temblaban y mi piel estaba erizada, quizás si tenía frio pero la ira no me dejaba pensar con claridad. Colton me miró con algo de tristeza, me tomó de sorpresa cuando me abrazó, él era sólo un poco más alto que yo, sin embargo mi cabeza quedó en su hombro sin saber qué hacer. Entonces las lágrimas que tanto reprimí salieron a flote. Mis sollozos hicieron eco en la casa que parecía estar vacía. Su calor corporal fue reconfortante en ese instante en que me abrazó, luego al separarnos el frio desolador volvió a mi cuerpo.

-Puedes cambiarte en la habitación de Adam, te prepararé algo caliente, ¿está bien?

Así que eso hice, la habitación de Adam estaba en la planta baja por lo cual no uve que subir las maletas pro las escaleras, de nuevo. Un pantalón deportivo gris y una camisa corta blanca, me había roto una uña del dedo gordo del pie cuando venía en camino, pateé una papelera y ahora el dedo me sangraba. Sequé mi cabello con el secador y me puse una sudadera de Adam que encontré en el piso.

Salí a la cocina y lo primero que olí fue el chocolate y luego a quemado. Apresure el paso y estaba Colton sin camisa dándole aire a una olla que expulsaba humo como una máquina.

-Mierda —apagué la hornilla y Colton me miró apenado. Solté una carcajada.

-Ups —se encogió de hombros. Reí más fuerte y a todo pulmón.

-Tienes un serio problema con la cocina —dije entre risas y él sólo sonrió.

-Muy chistosita, el chocolate se quemó. Creo que no hay más —comenzó a buscar en los gabinetes—. Parece que he encontrado un poco.

-Lo más importante, niño —él apretó la mandíbula—. Es que no se queme.

-No me digas así —dijo tajante.

-Disculpa, lo siento. Es que te ves chistoso molesto —le sonreí y el me hizo una mofa.

Terminé preparando el chocolate y lo serví en dos tazas grandes. Le tendí una a Colton y la otra para mí. Había conseguido un poco de crema batida y le puse por encima.

-Entonces, ¿Qué tal tu viaje? —preguntó llenando su "bigote" de crema.

-Genial, aunque no me quede para el último desfile. Tenía algunas cosas que resolver acá, eran urgentes.

-¿Los resolviste? —bebí un sorbo.

-Se resolvieron solos.

-Tienes algo aquí —se rascó el bigote y se dio cuenta que él también tenía crema— ¿por qué no me dijiste? —reí y me limpie la crema— ¿Cómo tomarme en serio con crema en la cara? —reí y él se pasó el dorso de la mano.

-Quería ver cuánto tardaba en caerse sola —reí.

Escuché la puerta cerrarse y a los pocos segundos apareció Adam en el umbral de la cocina, tenía la respiración acelerada y gotas de lluvia en la cara.

-¿Qué te hizo el hijo de puta? —dijo de sopetón.

Colton tomó su taza y se alejó. Él seguro le había dicho a Adam que yo estaba aquí.

-Colton me mandó un mensaje y-

-Encontré a Aiden con miss Puerto Rico, estaban teniendo sexo en mi cama —tragué grueso y Adam suavizó su mirada.

-Que idiota —asentí— ¿estás bien?

-No voy a seguir llorando por un imbécil que no me merece. No más.

-¿Qué piensas hacer?

-Obviamente no puedo seguir viviendo allí —tomé asiento en el mesón y él se quedó de pie junto a mí.

-Te puedes quedar aquí, mientras consigues a donde ir.

-De hecho, voy a comprar un departamento para mi sola, le hablaré a Marcos. Voy a empezar desde cero, ahora sí puedo pagar mi carrera de fotografía, que es lo que siempre quise. Voy a hacer como si Aiden nunca hubiese existido.

-Te amo —me dio un abrazo y yo lo correspondí. Me alegraba que Adam, mi mejor amigo me apoyase en estos momentos. Era mucho más fácil hablar con él que con alguna de las chicas. Así que tendría que saber cómo decirles.

-También te amo negro —le di un beso en la mejilla y él se separó de mí.

-Tengo que contarte sobre esta nueva chica, es perfecta...

Desventajas de ser alta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora